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Huellas N.06, Junio 2024

PRIMER PLANO

«Dichoso el que espera. Y que duerme»

Charles Péguy

No hay nada más hermoso que un niño que se duerme rezando sus oraciones, dice Dios.
Yo os digo que nada hay tan hermoso en el mundo.
Nunca he visto nada tan hermoso en el mundo.
Y, sin embargo, he visto cosas hermosas en el mundo
Y las conozco bien. Mi creación rebosa de bellezas.
Mi creación rebosa de maravillas.
Hay tantas que ya no sabe uno dónde ponerlas.
He visto millones y millones de astros rodar bajo mis pies como las arenas del mar.
He visto jornadas ardientes como llamas.
Días de verano de junio, julio y agosto.
He visto noches de invierno echadas como una capa.
He visto noches de verano tranquilas y dulces como un ocaso de paraíso
Totalmente repletas de estrellas.
He visto esos viñedos del Mosa y esas iglesias que son mis propias casas.
Y París y Reims y Rouen y catedrales que son mis propios palacios y mis propios castillos.
Tan hermosos que los guardaré en el cielo. (…)
He visto el mar profundo, y el bosque profundo, y el profundo corazón del hombre.
He visto corazones consumidos de amor
Durante vidas enteras
Perdidos de tanta caridad.
Ardiendo como llamas.
He visto a mártires llenos de fe
Aguantar como una roca en el potro de tortura
Bajo los dientes de hierro. (…)
He visto a mártires llameando como antorchas
Preparándose así las palmas siempre verdes.
Y he visto gotear bajo las garras de hierro
Perlas de sangre que resplandecían como diamantes.
Y he visto brillar lágrimas de amor
Que durarán más que las estrellas del cielo.
Y he visto miradas de oración, miradas de ternura,
Perdidas de caridad
Que brillarán eternamente por las noches de las noches.
Y he visto vidas enteras, del nacimiento a la muerte,
Del bautismo al viático,
Desenredarse como una madeja de lana.
Pues yo os digo –dice Dios– que no conozco nada tan hermoso en todo el mundo
Como un niño que se duerme rezando sus oraciones
Bajo el ala de su ángel de la guarda
Y que sonríe a los ángeles al empezar a dormirse.
Que ya lo mezcla todo y que ya no entiende nada
Y que mete el texto del Padre Nuestro a barullo, de cualquier forma, en el texto del Dios te salve María
Mientras que un velo desciende ya sobre sus párpados,
El velo de la noche, sobre su mirada y sobre su voz.
He visto los mayores santos, dice Dios. Pues bien, yo os digo
Que nunca he visto nada tan gracioso y por lo tanto no conozco nada tan bello en el mundo
Como ese niño que se duerme rezando sus oraciones
(como ese pequeño ser que se duerme confiado)
de El misterio de los santos inocentes

 

Yo no amo al que no duerme, dice Dios.
El sueño es el amigo del hombre.
El sueño es el amigo de Dios.
El sueño es quizá mi más bella creación.
Y yo mismo reposé al séptimo día.
El que tiene el corazón puro, duerme. Y el que duerme tiene el corazón puro.
Es el gran secreto de ser infatigable como un niño. (…)
La sabiduría humana dice: No dejéis para mañana
Lo que podéis hacer hoy.
Y yo os digo El que sabe dejar para mañana
Es el más agradable a Dios.
El que duerme como un niño
Es también el que duerme como mi querida Esperanza.
Y yo os digo Dejad para mañana
Esos cuidados y esas penas que hoy os roen
Y hoy podrían devoraros.
Dejad para mañana esos sollozos que os ahogan
Cuando veis la desgracia de hoy.
Esos sollozos que os suben y que os estrangulan.
Dejad para mañana esas lágrimas que os llenan los ojos y la cabeza.
Que os inundan. Que os caen. Esas lágrimas que os corren.
Porque de aquí a mañana, yo, Dios, habré quizá pasado.
La sabiduría humana dice: Desdichado el que deja para mañana.
Y yo digo Dichoso, dichoso el que deja para mañana.
Dichoso el que deja. Es decir Dichoso el que espera. Y que duerme.
Y al contrario digo Desdichado.
Desdichado el que vela y no me hace confianza.
Qué desconfianza de mí. Desdichado el que vela. Y arrastra.
Desdichado el que arrastra sobre las tardes y sobre sus noches.
Sobre las avanzadas de la tarde y sobre las caídas de la noche.
Como un rastro de caracol sobre esas bellas avanzadas.
Criaturas mías.
Como un rastro de babosa sobre esas bellas caídas.
Criaturas mías, mi creación.
Los lentos recuerdos de las preocupaciones cotidianas.
Los conocimientos, las mordeduras.
Las huellas sucias de las preocupaciones, de las amarguras y de las inquietudes.
De las penas.
Las huellas de babosas. Sobre las flores de mi noche.
En verdad os lo digo aquel ofende
A mi querida Esperanza.
El que no quiere en absoluto confiarme la dirección de su vida.
Mientras que él durmiera.
El tonto.
Que no quiere confiarme la dirección de su noche.
Como si yo no hubiera hecho mis pruebas.
Que no quiere confiarme la dirección de una noche de él.
Como si más de uno.
Que había dejado sus negocios muy mal acostándose.
No los hubiese encontrado muy bien al levantarse.
Porque quizá yo había pasado por allí.
de El pórtico del misterio de la segunda virtud

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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