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Huellas N.01, Enero 1996

CULTURA

Un testimonio desde USA. María, el primer templo de Dios en el mundo

Edwin O'Brien

El pasado 12 de octubre, monseñor Edwin O' Brien, rector del Seminario San José de Yonkers, en el estado de Nueva York, intervino en la apertura del año académico en Dunwoodie. «Totus tuus: ¡Sé libre!¡No tengas miedo!» fue el título de la lección en la que se desarrollaron cuidadas reflexiones sobre el tema de la libertad y de su justo uso. Entresacamos de este discurso el párrafo inicial, dedicado a la figura de María

Hará falta un poco de tiempo antes de que descendamos de la "nube" a la que nos subimos la semana pasada, con ocasión de la visita del sucesor de Pedro, el Vicario de Cristo. No es que esté impaciente por abandonarla, al contrario, quisiera dilatarla esta tarde en nuestra reunión y dar inicio a una reflexión sobre el papa Juan Pablo II, como hombre y como teólogo, visto a través de su lema episcopal Totus tuus que, como ya sabemos, se trata de la declaración de su total devoción y consagración a la Madre de Dios.
Monseñor Luigi Giussani, el fundador de Comunión y Liberación, propuso el año pasado a miembros de su movimiento una reflexión que llamó "Dios": el tiempo y el templo", que ha sido publicada por la revista 30 días en un número del presente año. Entre las muchas y profundas intuiciones meditativas encontré la siguiente oración mariana: "María, tú eres la primera casa de Dios en el mundo, el primer contexto, el primer ámbito, el primer lugar en el que todo lo que había era de Dios... Todo lo que tú eres «¡todo!» es para Dios, es morada Suya. No hay ninguna falsedad en ti: Gratia plena.
Un lugar en el que todo lo que había era de Dios, Monseñor Giussani sugiere que este lugar originario, el seno de María, se ha extendido a toda su persona y a su misma vida, a la casa y a la Sagrada Familia de Nazaret y, finalmente, a todos los rincones del mundo y a toda las épocas por medio de la Iglesia.

Un lugar donde todo lo que hay es de Dios. ¡No es, acaso, éste el fin último de nuestra vida de sacerdotes: realizar concretamente la consagración del mundo a fin de que todas las cosas, de nuevo, sean confiadas enteramente a Dios? Y tenemos certeza de que esto sucederá, gracias a la visión profética de Pablo: "Luego será el fin, cuando Él entregue el reino a Dios Padre, después de haber reducido a la nada todo principado, dominación y potestad... Y cuando se Le hayan sometido todas las cosas a Él, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos" (1 Cor 15,24-28).

Ésta es, por tanto, la gran misión de la Iglesia, el objetivo de la "Nueva Evangelización", mientras concluye este milenio y entramos en otro: hacer que el mundo se convierta en un lugar donde todo lo que existe pertenece a Dios. Y, por continuar con el ejemplo del seno de María, el proceso debe comenzar en de nosotros: dentro de cada uno de nosotros, como cristiano, seminarista o sacerdote, para encarnar y vivir la afirmación de nuestro Bautismo, de la Confirmación o de las sagradas órdenes y consentir que la gracia de Dios impregne todo nuestro ser.

Confiándose enteramente a María, Karol Wojtyla se entrega por completo a Jesús, porque todo lo que es de María es Suyo. ¡Cuántas almas generosas durante nuestra vida de sacerdotes vendrán a confiarnos su propia vida eterna! ¿Por qué? Porque, de un modo implícito e instintivo, creen que nosotros les confiaremos enteramente a Cristo con nuestras obras y con nuestras oraciones, sin reservarnos egoístamente nada par nosotros mismos.

Pensemos en todas las lecturas de San Agustín que aparecían el mes pasado en el Breviario, concretamente en las que dirige a los pastores, quienes, esquilando a las ovejas, se habrían quedado lo que deberían haber entregado directamente a Dios. Sea en los tiempos de San Agustín o en los nuestros, cuánto daño hacemos a la Iglesia los pastores que no estamos en condiciones, no queremos estarlo o, simplemente, no tenemos la libertad necesaria para entregárselo todo a Él, sin conservar nada para nosotros.

(Traducido por Enrique Bicand)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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