Un noviazgo a distancia se convierte en un camino que «me hace conocerme más a mí mismo a través de la relación con ella»
Clara y yo nos conocimos hace seis años en las vacaciones de Bachilleres, en Picos de Europa, y nueve meses después empezamos a salir.
Durante los días de campamento se podría decir que nos llamamos la atención mutuamente, pero el final del campamento ponía de manifiesto un problema, ella vivía en Madrid y yo en Mallorca. A pesar de la distancia, a los pocos meses, cuando las videollamadas al final del día eran casi diarias, ambos nos vimos obligados a ponernos el uno delante del otro y afrontar con seriedad el hecho de que algo estaba surgiendo entre nosotros que iba más allá de una amistad. De repente aparecían ante nosotros dos realidades que a priori eran incompatibles. En primer lugar, la preferencia y atracción que sentíamos el uno por el otro; en segundo lugar, la distancia que nos separaba, que claramente dificultaba que esa preferencia y ese deseo de estar juntos se materializara en forma de relación.
Pocos meses después, a pesar de nuestra negativa a empezar un noviazgo por el problema de la distancia, nos dimos cuenta de que no tenía sentido seguir llamando amistad a nuestra relación y empezamos a salir. Desde ese momento empezaron a surgir preguntas respecto a la relación que a día de hoy aún nos acompañan. ¿Qué significa querer bien a otro? ¿Cómo puedo hacer para abrazar sus límites y los míos? ¿Qué significa que el noviazgo es una verificación para el matrimonio? ¿Cómo tengo la certeza de que quiero compartir mi vida con ella?
Actualmente veo que una de las cosas que más me ha llamado la atención es el haber ido, poco a poco, conociéndome más a mí mismo a través de la relación con ella. He descubierto aspectos de mi personalidad que no sabía que tenía, he aceptado y reconocido mis límites y fortalezas gracias a la mirada que tiene ella sobre mí, he sido capaz de aprender a amar mi debilidad un poco más de lo que lo hacía antes gracias a que ella perdona mis errores y de esta forma soy capaz de aprender de ellos. Aprender estas cosas tanto de mí como de ella y viceversa nos permite seguir haciendo un camino en relación a esas preguntas.
Ahora que estamos a las puertas de acabar la carrera, nos enfrentamos a decisiones que, a pesar de que aparentemente solo incumben a uno de los dos, son de ambos. Es decir, frente al inicio en el mundo laboral y la posibilidad de completar los estudios, surge la necesidad de que juntos hagamos un trabajo de discernimiento en torno a nuevas preguntas. ¿Cuál es mi verdadera vocación? ¿Qué tiene que ver esa vocación con mi trabajo? ¿A qué se me llama a través de la relación con Clara y con mi futuro?
Tanto Clara como yo, en nuestros padres en primer lugar y en amigos cercanos en segundo lugar, hemos visto que existe una manera de vivir el afecto que permite crecer, que no es posesiva, que abre a la realidad que se presenta y que hace que hasta los límites del otro sean un bien para mí. Queremos vivir nuestra relación de esta manera, así que seguimos haciendo camino juntos.
Toni
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