«Por su causa, el centro de la libertad». Este fue el tema de los Ejercicios del CLU que se desarrollaron del 6 al 8 de diciembre en el nuevo polideportivo de Rímini. Los hitos: la lección de don Pino, el vídeo de los Ejercicios de 1994, el testimonio de Socci, la intervención de Giussani
«Estos Ejercicios son para nosotros como el paso del Mar Rojo para los judíos». Así describía don Pino la importancia que han tenido los Ejercicios espirituales de este año para la vida del CLU y de cada uno de nosotros, poco después de haber concluido. Pero ¿cómo es posible llegar a hablar de «punto de no retorno» refiriéndonos a estos tres días?
Lo cierto es que estos Ejercicios han sido de una potencia imprevisible. Celebrados como siempre en Rímini, aunque por primera vez en el nuevo polideportivo, han participado en ellos casi siete mil universitarios de más de treinta países diferentes. La primera “provocación” en orden temporal fue la introducción del viernes por la noche, en la que don Pino entró en materia con decisión citando aquel verso de Dante que ve la vida como «lucha del camino y de la piedad», esto es, como la fascinante aventura del descubrimiento del “yo”. Señalaba que hoy día la tentación más fuerte es el narcisismo, fijar la mirada sobre uno mismo: todo se reduce al ser capaces, coherentes, a ser dignos de; mientras que «la posición más verdadera es la del pobre que aguarda, la posición de la petición: dejarse asombrar».
Reconocer a Cristo
El segundo impacto, ciertamente el más imponente, fue la presencia de don Giussani: el sábado por la mañana, cuando vimos la grabación de la lección que dio en los Ejercicios del CLU de 1994 (ahora en El templo y el tiempo, con el título “Reconocer a Cristo”. En castellano editado por Encuentro, Madrid 1995), y después el domingo, cuando se conectó con Rímini por video conferencia para la intervención final. En el vídeo del 94 hablaba de Juan y Andrés, que siguieron a Jesús y le reconocieron como Dios por su excepcionalidad, porque correspondía a los deseos más profundos del corazón. A continuación leía (emocionado) la carta de Andrea, enfermo terminal de SIDA, que le conoció a través de su amigo Ziba y le escribió: «Mi vida, que estaba ya aplastada y estéril, como una piedra lisa por la que todo resbalaba como el agua, ha cobrado repentinamente un sentido y un significado que expulsa los malos pensamientos y los dolores; es más, que los abraza y los vuelve verdaderos haciendo de mi cuerpo, larvoso y pútrido, un signo de Su presencia. Gracias, don Giussani, gracias porque me ha comunicado esta fe o, como Vd. lo llama, este Acontecimiento» (ibid. p. 70). Comenta Giussani: «Dos mil años quedan fundidos por esta carta. No fue ayer, es hoy... para ti. (...) Digo solamente que este acontecimiento o esta presencia es una presencia de ahora, ¡de hoy! Ese flujo humano del que hemos hablado lo llevo yo hoy a tu vida».
Casi más que escucharle, era impresionante observarle hablar. «Su presencia es lo más bueno, lo más bello y dulce de nuestra vida. No me avergüenzo de decir esto delante de todos vosotros, que sois tan hijos de vuestro tiempo, de nosotros que somos tan hijos de nuestro tiempo. “Por encima de cualquier cosa dulce, Tú eres dulzura para mí”». Estas son simplemente las palabras de un hombre enamorado y seguro de aquel a quien ama.
Punto central
Este ha sido precisamente el punto central de los Ejercicios: la certeza de la presencia de Cristo entre nosotros y el amor como indicación de método, la adhesión de nuestra libertad como consecuencia de reconocerLe. «El problema no es si Dios existe o no existe, sino si Dios se ha hecho hombre y la Virgen es el método»: ésta es la frase de don Giussani que nos citó Antonio Socci durante el encuentro del sábado por la tarde. Se trató de un auténtica fiesta popular, con pancartas (“Antonio, no abandone”), olas y aplausos estruendosos. *. Nos habló de cómo conoció el movimiento y de su trabajo, en el que el encuentro con Cristo se pone en juego cotidianamente: «Yo soy un periodista, me ocupo de hechos, y el hecho más grande que ha sucedido en el mundo es que existe Jesucristo; el único motivo por el que merece la pena arriesgar la carrera profesional es dar a conocer a Cristo».
El “cuarto impacto” fue la asamblea con don Pino y Giancarlo Cesana. A una serie de preguntas suscitadas por la provocación de una propuesta así, Cesana respondió: «La única preocupación que debemos tener es estar con Él, estar con lo que adviertes que es verdadero, y pedir a Dios cambiar. Yo no me juzgo: lo único que me interesa es frecuentar lo que advierto como verdadero; y si es verdadero, me cambia».
Paso del Mar Rojo
«Estos Ejercicios son para nosotros como el paso del Mar Rojo para los judíos». En los comentarios y en las Escuelas de comunidad que siguieron a los Ejercicios, en todas las intervenciones se apreciaba la excepcionalidad de estos días, incluso en las de quienes venían por primera vez o no habían conocido nunca el Movimiento. Un estudiante de la Universidad Católica de Milán, Mateo, decía: «Después de esto tenemos un punto del que partir: Su presencia, que pasa a través de vosotros. Cuanto más apegado estoy a vosotros, más me pertenece esta excepcionalidad».
Después de estos tres días es evidente Su presencia real, tangible entre nosotros. Es necesaria la lealtad de reconocerla y la libertad de adherirse a ella. «El método es la Virgen, es la presencia de esta mujer que ha dicho sí, es el misterio dentro de la carne, es la libertad que se apega a la iniciativa de otro, dice sí y se apega, pide. Quiere decir que nuestra compañía es la carne de Cristo, es el lugar donde Cristo nos cambia».
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