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Huellas N.1, Enero 2003

PRIMER PLANO

Kenia. Crecen jóvenes empresarios

a cargo de P. R.

Enseñar un oficio, crear las bases para comenzar una actividad, pero sobre todo, acompañar a estos jóvenes para que vuelvan a descubrir su dignidad. «No es suficiente enseñar a pescar, es necesario compartir el motivo por el que se pesca»


A pocos kilómetros de Nairobi se encuentra la escuela de St. Kizito. Desde el 94 (gracias a un proyecto de AVSI y la Archidiócesis de Nairobi) organiza cursos de formación para desarrollar en los jóvenes keniatas capacidades y actitudes que les permitan entrar en el mundo del trabajo. Se trata de cursos de electromecánica, electricidad, carpintería, sastrería, secretaría, informática, etc.

Stefano Montaccini, de Pesaro, en Kenia desde el 97, después de haber trabajado en St. Kizito, coordina actualmente un proyecto entre AVSI y COWA (Companionship of Works Association), una organización no gubernamental local. Aprovechamos su estancia en Italia durante unos días para que nos contara cómo es la situación.

«Se trata, sobre todo, de un desafío cultural - explica Montaccini -. ¿Conocéis el dicho: “No deis el pez a la gente, enseñadles a pescar”? Pues yo os digo que esto también es reductivo. No es suficiente enseñar una técnica: hay que compartir el motivo por el que se pesca. Estoy totalmente en contra del asistencialismo, tan en boga actualmente, para resolver los problemas africanos, porque lleva inevitablemente a la dependencia. Es como si se sustituyera al otro en algo que debe hacer él (y este “debe” no es un imperativo moral, sino existencial), le privo de su relación personal con el Misterio». Por esta razón Stefano habla constantemente del valor de la “persona”, de volver a descubrir y valorar la dignidad de la persona, tan debilitada en la cultura africana. «Me impresionaron especialmente dos pasajes de El Sentido Religioso de Giussani: en primer lugar, el fragmento en el que se dice que la persona no puede comprenderse si no es en acción, y por ello los parados corren un gran peligro, porque disminuye en ellos la posibilidad de comprenderse a sí mismos. En segundo lugar, me llama la atención cuando Giussani dice que la vida está llena de “si...”, “pero...”. Pero, ¿qué hay que hacer para superarlos? Debe haber un humus en el que descanse la semilla y del que tome vida, sin que el humus ocupe el lugar de la semilla, sino que la exalte, la cumpla en su unicidad. Ésta es la compañía que queremos ser para estos chicos. Cuando vienen a la escuela, deben sentirse acogidos y queridos, porque vienen de situaciones de desastre y de pobreza».

Dos ámbitos de trabajo
«Damos a estos chicos una formación profesional, un contacto con las empresas, pero ¿podemos acompañarles a entrar realmente en el mundo del trabajo?», se pregunta Montaccini. Stefano y sus compañeros del COWA (cuatro keniatas) intentaron dar respuesta al problema y de este modo nació un servicio a jóvenes desempleados con dos ámbitos de actividad.

El primero de estos ámbitos es la “iniciación al trabajo”. «Está orientado a los jóvenes (entre los 16 y los 30 años) que terminan los cursos de nuestra escuela o a los desempleados que nos envían las parroquias, asociaciones e instituciones gubernamentales o que simplemente vienen porque la información pasa de boca en boca. En primer lugar, les recibimos, nos dedicamos a hablar con ellos individualmente, les ayudamos a elaborar un curriculum e intentamos descubrir la potencialidad sobre la que poder construir. Les enseñamos a escribir una solicitud de trabajo y a afrontar una entrevista. Casi todos llegan a nosotros desesperanzados, no creen que pueda ocurrir nada que permita dar un paso adelante. Nuestra tarea es invitarles y animarles a volver a ponerse en movimiento». Stefano y sus colaboradores buscan contactos con empresas y trabajos en prácticas que en ocasiones se trasforman en empleos fijos.

Contra el muro del dinero
El segundo aspecto sobre el que trabajamos es el “apoyo a jóvenes empresarios”, para los que, como dice Montaccini, «hemos tenido que derribar el muro del dinero, que, especialmente en esta parte, es la objeción típica: quiero pero no puedo porque no tengo dinero. Y mientras tanto, nadie hace nada». Es verdad que el dinero es indispensable para empezar cualquier actividad, pero «es necesario educar a tener la mirada abierta y a arriesgar. Más importante que el dinero es el empresario». «Estructuramos esta sección en diferentes fases - explica Stefano -. La primera fase consiste en un momento de introducción en el que explicamos quiénes somos y cuál es nuestro método. Nos dirigimos hacia la individuación de los recursos de cada uno, sobre la capacidad de buscar la oportunidad y de imaginar una hipótesis de trabajo. En un curso de cuatro medias jornadas ofrecemos nociones elementales sobre análisis del producto, coste / beneficio, análisis del cliente, hasta llegar a un elemental (¡para nosotros!) estudio de viabilidad. Para quien sigue interesado, se pasa a la siguiente fase, que consiste en encuentros individuales con un asesor en los que se trabaja sobre una hipótesis».

En la segunda fase hay otro curso (más denso, cinco días completos) sobre marketing, gestión de personal, financiación, plan de negocio y contabilidad. Después deben moverse por su propio pie, «pero siempre estamos en contacto con los chicos, para cualquier consulta, para cualquier necesidad. Como no es fácil encontrar dinero, en algunos casos asignamos alguna beca, aunque éste es un punto de llegada, no de partida». Son ya 60 las personas que han puesto en marcha su propia actividad gracias a los cursos del COWA (unos venden fruta de puerta en puerta, otro es fotógrafo, hay carpinteros, sastres e incluso alguno ha montado una empresa de guías para escalar el Monte Kenia).

Como el mismo Stefano reconoce, no sabe estar parado, y ya piensa en el después, en cómo ayudar a expandir estas microempresas. «Es una fase en albores, pero ya se ha dado un primer paso: invitamos a los jóvenes empresarios para tener un intercambio de ideas, opiniones, consejos y nosotros hicimos de soporte».

Las autoridades gubernamentales y las instituciones internacionales empiezan a conocer esta realidad: se establecen relaciones, contactos que de vez en cuando llevan a algún responsable de estas entidades a las afueras del norte de Nairobi para escuchar a Stefano y a sus colaboradores. De este modo se van estableciendo relaciones que facilitan la labor de encontrar prácticas, empleos y nuevas oportunidades. Y todo esto ocurre en un país donde el desempleo juvenil alcanza el 61%.

En octubre de 2002, su banco de datos contaba ya con 1.200 nombres de jóvenes - simples estudiantes o pequeños empresarios - y más de 110 las empresas contactadas.

«Nosotros estamos siempre para estos muchachos, para cualquier cosa que les ocurra en su vida», concluye Montaccini.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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