«El pueblo -decía ya el Papa Pío XII- se mueve y vive con vida propia; la masa es de por sí inerte y no puede ser movida nada más que desde fuera. Un pueblo vive de la plenitud de la vida de los hombres que la componen, cada uno de los cuales es una persona consciente de sus responsabilidades y de sus convicciones. La masa, sin embargo, espera el impulso desde fuera...».
Estas palabras pronunciadas en momentos dramáticamente similares a los que estamos viviendo hoy, muestran bien la impotencia de una «masa» a merced de un poder anónimo. Una masa que incluso viviendo nominalmente en democracia, pero no siendo pueblo, vive de hecho en un «totalitarismo de naturaleza nueva», distinta de la de modelos pasados.
La voz inerme del Papa, desde sus primeras intervenciones, es el testimonio más enérgico del modo de mirar el curso de la historia que caracteriza a quien vive en compañía de la Paz. De esta Paz que entró en la Historia hace dos mil años.
26 de Agosto de 1990
«Que brille luminosa la estrella de la paz sobre las atribuladas poblaciones del Golfo Pérsico y sobre los pueblos martirizados del Líbano y de Palestina». (Angelus)
9 de Septiembre de 1990
«Es necesario crear ahora, para la humanidad, una era de paz, fundada en la justicia y en el respeto de los derechos de las personas y de las naciones». (Ruanda)
4 de Diciembre de 1990
«La consternación por las tensiones en el Golfo y en todo el Medio Oriente se hace oración para que se busque, en el diálogo, la solución de las contiendas». (Italia)
25 de Diciembre de 1990
«¡La guerra es aventura sin retomo! Con la razón, con la esperanza y con el diálogo y, respetando los derechos inalienables de los pueblos y de las personas, es posible identificar y recorrer los caminos del acuerdo y de la paz». (Mensaje de Navidad)
4 de Enero de 1991
«Que el diálogo y la negociación prevalezcan sobre el recurso a devastadores y terroríficos instrumentos de muerte». (Comunidad Europea)
12 de Enero de 1991
«El recurso a la fuerza por una causa justa sería admisible sólo en el caso de que tal recurso fuera proporcionado al resultado que se quiera obtener y en caso de que se evaluaran las consecuencias que acciones militares, cada vez más devastadoras por el avance de la tecnología, provocarían sobre los pueblos y sobre el planeta mismo». (Cuerpo Diplomático)
15 de Enero de 1991
«Aunque una situación injusta podría ser momentáneamente resuelta, las consecuencias derivadas de la guerra serían devastadoras y trágicas. El uso del armamento altamente sofisticado de que se dispone hoy produciría, junto a sufrimientos y destrucciones, nuevas y quizás superiores injusticias». (Carta del Papa a George Bush)
«Ningún problema internacional puede ser adecuada y dignamente resuelto con el recurso de las armas y la experiencia enseña a toda la Humanidad que la guerra, además de causar muchas víctimas, crea situaciones de grave injusticia que, a su vez, constituyen una poderosa tentación para un ulterior recurso a la violencia». (Carta del Papa a Sadam Husein)
16 de Enero de 1991
«¡Nunca más la guerra, aventura sin retorno! ¡Nunca más la guerra, espiral de luto y de violencia! ¡Nunca más esta guerra en el Golfo, amenaza para las criaturas en el cielo, la tierra y el mar!». (Audiencia General de los miércoles)
17 de Enero de 1991
«Las noticias llegadas durante la noche sobre el drama en curso en el Golfo han generado en mí sentimientos de profunda tristeza y gran desazón. He hecho cuanto humanamente era posible para evitar la tragedia. La amargura deriva del pensamiento de las víctimas, destrucciones y sufrimientos que la guerra puede provocar. Rezo para que la experiencia de este primer día de conflicto sea suficiente para hacer comprender el horror de cuanto está sucediendo.
Se trata de problemas cuya solución puede ser buscada solamente en un consenso internacional, donde todas las partes interesadas estén presentes y cooperen con lealtad y serenidad». (Primer día de la guerra)
20 de Enero de 1991
«El enorme empleo de medios y de armas hace pensar en consecuencias muy graves, pero lo que es motivo de una preocupación mayor es la posible extensión del conflicto a todo el Medio Oriente.
Esta espiral perversa tiene su origen en la terrible lógica de la guerra, que tiende a implicar en el conflicto a otros estados, y a amenazar en modo indiscriminado también a las poblaciones civiles.
Me dirijo con confianza a todas las partes en causa para que detengan cuanto antes el conflicto». (Ángelus)
27 de Enero de 1991
«Es necesario orar para que Dios ilumine a los responsables de la guerra, de modo que abandonen cuanto antes tal camino, que no es digno del hombre.
Rezad para que la tragedia en curso no se vuelva aún más inhumana, con acciones inaceptables, tanto para la ética natural como para el derecho internacional: motivo de gran amargura son, en particular, las noticias que llegan en torno a la suerte de los prisioneros de guerra y sobre el peligro del recurso del arma del terrorismo.
Se trata de rezar por y con todos los creyentes pertenecientes a las tres religiones que encuentran en Oriente sus orígenes históricos: hebreos, cristianos y musulmanes. La fe en el mismo Dios no debe ser motivo de conflicto y rivalidad, sino de esfuerzo por superar con el diálogo y la negociación las discrepancias existentes. Que el amor infinito del Creador ayude a todos a comprender lo absurdo de una guerra en su nombre». (Ángelus)
Confinar estas palabras en el campo de las grandes utopías o de los meros principios sería vaciarlas de contenido. En cambio, ensimismarse con la pasión por el hombre, de donde nacen, es hacer propias sus razones y seguirlas.
ORACIÓN POR LA PAZ
«Dios de nuestros padres,
grande y misericordioso
Señor de la paz y de la vida, Padre de todos.
Tú tienes proyectos de paz y no de aflicción,
condenas las guerras
y abates el orgullo de los violentos.
Tú has enviado a tu Hijo Jesús
a anunciar la paz a los próximos y a los lejanos,
a reunir los hombres de todas las razas y de todas las estirpes
en una única familia.
Escucha el grito unánime de tus hijos,
la súplica ferviente de toda la humanidad:
nunca jamás la guerra, aventura sin retorno,
nunca jamás la guerra, espiral de luto y de violencia,
nunca jamás esta guerra en el Golfo Pérsico,
amenaza para tus criaturas en el cielo, la tierra y el mar.
En comunión con María, la Madre de Jesús,
te suplicamos:
habla al corazón de los responsables de la suerte de los pueblos
detén la lógica de la retorsión y de la venganza,
sugiere con tu espíritu soluciones nuevas,
gestos honorables y generosos,
espacios de diálogo y de espera paciente,
más fecundos que los apresurados lazos de la guerra.
Concede a nuestro tiempo días de paz.
Nunca jamás la guerra.
Amén».
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