1978: El verano de los tres papas. La muerte de Pablo VI, el breve pontificado de Juan Pablo I y la llegada de Juan Pablo II. Proponemos el texto de la entrevista
de Renato Farina, publicada en El Sabato, en agosto de 1988, diez años después de los históricos acontecimientos
He conocido de cerca a los tres papas. Ahora monseñor Luigi Giussani comenta algunos recuerdos y da algunos juicios históricos.
Respondió a las preguntas mientras esperaba en Zurich un vuelo para Milán a su vuelta de un viaje a Asunción, Paraguay, donde ha tenido un encuentro con la comunidad de CL de América Latina. Es, por tanto, una entrevista de "aeropuerto". A pesar de la improvisación de las respuestas se percibe la fragancia de un hombre que, no solamente ha vivido la historia de la que habla, sino que la amó y la ama.
El mes de agosto de 1978 se recuerda como el mes de los papas. Murió Pablo VI y llegó Luciani. Treinta y tres días después se cerró el paréntesis radiante de Juan Pablo I y apareció el "Papa que llegaba de lejos" ¿Se acuerda del momento en que se dio la noticia del empeoramiento de Pablo VI y después el anuncio de su muerte aquel domingo por la tarde?
Si, me acuerdo. Fue una pena nueva e inesperada, aunque los últimos meses ya habían hecho presagiar la muerte del Papa. El dolor que sentí fue especialmente grave y dramático. Grave porque en los últimos años Pablo VI había manifestado una imprevista y lúcida apertura hacia nuestra experiencia. Dramático porque lo que había llevado a la Iglesia a una inesperada apertura hacia nosotros quedaba suspendido en una tremenda incógnita.
Ha dicho "muerte inesperada" y "apertura inesperada". ¿Por qué ha usado estas palabras que expresan sorpresa?
Fue tan grave aquella muerte y esa apertura estaba tan llena de alegres presagios, que causaba casi estupor. La Iglesia atravesaba momentos tan difíciles que la pérdida de aquella guía me pareció gravísima. Pablo VI había sido el que, con toda su buena voluntad, había apoyado una determinada evolución de la Iglesia. Pero su amor por la Iglesia era tan verdadero que, en un momento determinado, se dio cuenta del desastre al que llevaba una cierta dinámica de las cosas, aunque estuviera aprobada. Entonces se abrió totalmente a la experiencia de Comunión y Liberación. Que, precisamente en ese momento, desapareciera el papa Montini, fue como sufrir la ausencia de un posible guía. Después de conocer la experiencia, la había avalado; conocía las conexiones íntimas de ese proceso de destrucción. Ahora pretendía ir contracorriente: y él era el más indicado y el mejor para hacerlo...
¿Desde cuándo esta nueva voluntad de Pablo VI? En el pasado usted ha hablado de los ''últimos diez años". ¿Cuáles fueron los momentos más destacados de esta conciencia?
Si hay que dar una fecha del cambio podemos apuntar su famoso Credo del 30 de junio de 1968. La Humanae vitae y los inauditos ataques que sufrió le confirmaron en su juicio. La culminación de su desilusión fue el referendum sobre el divorcio en Italia, en 1974, cuando, precisamente los dirigentes de Acción Católica y de la FUCI (Federación de los Universitarios Católicos Italianos, organismo sectorial de Acción Católica, ndt), a los que él quería y había apoyado, le dieron la espalda. Probablemente, en medio de este clima, Pablo VI se dio cuenta de la fidelidad a la Tradición y, a la vez, de la capacidad de renovación del acontecimiento cristiano y de respuesta al hombre que implicaba Comunión y Liberación. Desde 1975 se multiplicaron las manifestaciones de esta nueva y fuerte simpatía. El Domingo de Ramos de aquel año convocó en Roma a los jóvenes de todos los grupos católicos para hacer una fiesta de la juventud y para que esta presencia le confortase a él, y así él, a su vez, pudiera confortarles a ellos. Llamó a todos. Se encontró sólo con los 17.000 de CL. Entonces se nos concedió, por primera vez y de forma completamente inesperada, usar el aula Nervi.
¿Cómo fue la cosa?
Habíamos vuelto a pedir el aula Nervi los días anteriores. Insistimos, pero parecía inútil. Sabemos que nos dieron el permiso gracias a la presión del cardenal Guerri. Otros de la Curia se negaban con el pretexto del lamentable estado en el que iban a dejar el aula los millares de jóvenes "chielinos"(pertenecientes a CL, ndt). Los 17.000 no dejaron ni un sólo papel en el suelo, ni una mota de polvo. Creo, de todas formas, que el "si" expresaba el corazón de Pablo VI. Cuando acabó la Misa, hacía el mediodía, me llamó un prelado. "Don Giussani, le llama el Papa". Estaba en el atrio de la basílica de San Pedro, tenía el copón con las ostias consagradas en las manos y le oí llamarme. Intenté darle, por la emoción, el copón a un soldado de la guardia suiza, que rehusó. Por fin pude ir hasta donde estaba el Papa, precisamente delante de la puerta de la iglesia. Me arrodillé, estaba muy confuso... Sólo recuerdo con precisión estas palabras: "Ánimo, este es el camino, siga adelante".
¿Fue, de nuevo, algo inesperado?
Totalmente inesperado. Pero no fueron unas simples palabras de ánimo. Me confirmó esto de viva voz el cardenal Benelli. Éste me dijo - faltaban pocos meses para la prematura muerte del que fuera el más estrecho colaborador jerárquico de Pablo VI - que, en los últimos años, el papa Montini le preguntaba por Comunión y Liberación cada vez que le visitaba. Y le decía: "Eminencia, ese es el camino". Benelli me comentó: "Si hubiese vivido un año más, le aseguro que todos sus problemas eclesiásticos se habrían resuelto". Pablo VI habría tenido el valor de decirlo y de hacerlo. Pablo VI que, como italiano había elegido entre sus asistentes de la FUCI a gran parte del episcopado y, por tanto, los conocía, habría tenido ciertamente la posibilidad de dejar claro en quién reconocía la verdadera conformidad con el Concilio y con su gobierno pastoral. Una confirmación muy clara del cambio de Pablo VI fue la destitución del gobierno de Acción Católica de su íntimo amigo monseñor Franco Costa que había determinado el curso del asociacionismo católico de los últimos decenios.
"Todos sus problemas eclesiásticos se resolverían", le dijo Benelli. De esta manera, más que indicar las cuestiones ordinarias (y las graves) del reconocimiento de un movimiento, CL, el antiguo sustituto de Pablo VI estaba expresando un juicio concreto sobre la Iglesia.
Significaba afirmar la bondad de la inspiración de CL, como válida para la Iglesia. Y esto frente a todo el asociacionismo católico ya que, en aquellos años, sus dirigentes votaron y propusieron votar no según los deseos del Papa. La línea de la "elección religiosa" llevó al asociacionismo católico a refugiarse en cualquier clase de izquierda política: y así, entre otras cosas, se hizo propaganda tranquilamente del divorcio.
En los últimos años usted desea que se conozcan y repitan las palabras que Pablo VI le dijo a su amigo Jean Guitton, el 8 de septiembre de 1977, donde habla de un "pensamiento no católico" y de la resistencia de un "pequeño rebaño". ¿Por qué?
Porque es lo que está pasando. Léame, por favor, esas palabras.
"Existe una gran agitación, en este momento, dentro de la Iglesia y lo que se cuestiona es la fe. Me repito ahora la frase oscura de Jesús en el Evangelio de San Lucas: 'Cuando vuelva el Hijo del Hombre ¿encontrará, todavía, fe en la tierra?'. Se publican libros en los que la fe está en retirada sobre puntos importantes, los episcopados callan, no resultan extraños estos libros. Creo que esto es raro. De vez en cuando leo en el Evangelio sobre el final de los tiempos y constato que en este momento emergen algunos signos de este final. ¿Estamos cerca del final de los tiempos? Esto no lo sabremos nunca. Hay que estar siempre preparados, pero puede que aún quede mucho. Lo que me impresiona cuando considero el mundo católico es que dentro del catolicismo parece predominar a veces un pensamiento de tipo no católico y puede que este pensamiento no católico dentro del catolicismo sea en el futuro el más fuerte.
Pero nunca llegará a representar el pensamiento de la Iglesia. Es necesario que subsista un pequeño rebaño, por muy pequeño que sea".
Es una reflexión sintética del Papa sobre la situación y el destino de la Iglesia. Aquí enlaza su apertura a CL.
En el pasado ¿habían existido relaciones difíciles con el cardenal Montini?
No.
Le digo esto porque hace poco se ha escrito que el cardenal Colombo, sucesor de Montini en Milán, había recibido la indicación de Pablo VI de cortarle las alas a CL. Es justo lo contrario.
Monseñor Franco Costa había pedido la supresión de Gioventú Studentesca (así se llamaba entonces la experiencia de CL, ndr). El cardenal Montini, después de escuchar atentamente, respondió diciendo que, precisamente ellos, la FUCI, que querían ser los paladines de la libertad pedían la supresión de una realidad simplemente porque era "diferente". No es verdad que Montini, ni siendo cardenal, ni siendo Papa tuviera esa intención. Si le hubiese dicho al cardenal Colombo que nos suprimiera, éste lo habría hecho enseguida. La grandeza de ánimo del cardenal Montini quedó demostrada cuando todos estaban en contra nuestra, especialmente el clero de Milán. Me mandó llamar y acabo diciéndome: "No entiendo sus métodos y sus ideas pero veo los resultados. Siga adelante". Es lo que me dijo también en 1975 : adelante.
Le dijo esas palabras en el 56-57. Y se las dijo aun teniendo una sensibilidad eclesial diferente de la suya...
No sé dónde está esta diferente sensibilidad, si leemos el discurso que dio a 300 universitarios florentinos de CL. Permítame leerle este texto de Pablo VI: ¡Mis mejores deseos para vosotros! Seguimos con atención las afirmaciones del programa que estáis difundiendo, vuestro estilo de vida, vuestra adhesión joven y nueva, renovada y renovadora, a los ideales cristianos y sociales que os proporciona el ambiente católico de Italia. Os bendecimos y también bendecimos y saludamos a vuestro fundador don Giussani. Os damos las gracias también por los testimonios valientes, fieles y firmes que habéis dado en este periodo un poco turbado por ciertas incomprensiones de las que os habéis visto rodeados. Estad contentos, sed fieles, sed fuertes y estad alegres, y llevad con vosotros el testimonio de que la vida cristiana es hermosa, es fuerte, es serena, es capaz realmente de transformar la sociedad en la que se inserta ».
Coménteme estas palabras: "El testimonio firme, valiente y fiel".
Era la época en la que habíamos sufrido 120 atentados con bombas contra nosotros y muchos de nuestros jóvenes acabaron en el hospital, agredidos también por "hermanos" católicos ... Pero, volvamos a nuestro tema. No podemos olvidar que en la época de Pablo VI estaban todos, literalmente todos, en contra nuestra. El asociacionismo católico "religiosamente" se replegaba sobre la famosa decisión, mientras muchos de sus hijos, "activamente" estaban con los de izquierdas ... incluso dando palos.
¿Hay algún punto de fuerza doctrinal de Pablo VI que cree que es central en su magisterio?
La afirmación que estaba absolutamente en contra de la opinión general de que la Iglesia es una "entidad étnica sui generis". Fue el 23 de julio de 1975, era el corazón de su predicación, durante una audiencia general del miércoles en la que hablaba sobre la identidad de la Iglesia. No por casualidad fuimos los únicos que la retomamos. Ya entonces, Pablo VI se daba cuenta de la destrucción de la presencia católica en la sociedad. La presencia se escondía. Es más, en vez de una presencia católica, se daba un encerramiento cada vez más aburrido y abstracto en las sedes de las asociaciones, mientras que la vida concreta de los jóvenes seguía las ideas de la mentalidad dominante. O bien, en vez de la presencia católica, se daba la interpretación intelectual (a cualquier precio) a la manera de la Liga Democrática, de la FUCI y de los Licenciados Católicos. Éstos teorizaban una concepción de la fe completamente elitista y suicida desde el punto de vista misionero. En tercer lugar, la posición de la Iglesia se identificaba con su habilidad política y diplomática. Creo que fueron determinantes las noticias que tuvo Pablo VI sobre la situación de las universidades, los institutos católicos, y las escuelas de Teología para que se diera cuenta, claramente, del abismo hacia el que la Iglesia estaba conduciendo a su pueblo.
Partiendo de consideraciones análogas a las suyas sobre el "abismo" hacia el que se precipitaba la Iglesia y observando las famosas "inquietudes" de Pablo VI, algunos observadores lo juzgan como un fracaso de su pontificado, o bien, de forma más respetuosa, extienden un velo de silencio.
El pontificado de Pablo VI es uno de los más grandes. Montini demostró en la primera parte de su vida tener una sensibilidad exquisita - que nadie podrá negar - frente a toda la problemática de la angustiosa situación del hombre y de la sociedad de hoy. Y el papa Montini encontró una respuesta. La dio en los últimos diez años. El pontificado de Pablo VI es un fracaso sólo para quienes no lo siguieron hasta el fondo.
Es el Papa que clausuró el Concilio.
Cierto. Habría que enumerar todas sus intervenciones que de forma valerosa e impopular condenaron la falsa democracia, la dogmática equivocada que muchos padres conciliares intentaron hacer pasar bajo pretexto de democracia. Pero yo nunca me detuve en estas cosas...
Es interesante saber porqué nunca se detuvo en estas cosas.
Sobre todo porque la historia de la Iglesia está en manos de Dios. Además cuando uno está seguro de ser fiel a la Tradición que le han transmitido y ve que el magisterio de la Iglesia, a medida que se desarrolla, subraya las mismas cosas, y se es consciente de no haberlo contradicho nunca, para este hombre lo que importa es actuar, y basta. Actuar con valentía e incluso juzgando y denunciando lo que no está de acuerdo con la tradición viviente de la Iglesia.
A propósito de Tradición, explotó ya con Pablo VI la cuestión Lefevre que partió, en nombre de la Tradición, de la observación de la destrucción.
Una cosa es afirmar la Tradición como "formas" y otra cosa es llevarla adelante como contenidos de valor. En cualquier caso, la gran regla es que la Tradición sólo puede subsistir en una novedad expresiva que es entregada por el Padre Eterno a través de las circunstancias en medio de las cuales se encuentra la Iglesia. La Tradición no es verdadera Tradición si no se renueva: Nihil innovetur nisi quod traditum est (sólo se puede innovar lo que ha sido transmitido).
Lefevre fue una de las preocupaciones del Papa. Después vino la angustia por la secularización ...
Ocurrió el asesinato de Aldo Moro. Recuerdo con emoción su oración por el amigo asesinado. Fue la única palabra verdaderamente sincera que oímos entonces. La única, y todavía hoy la muerte de Moro sigue siendo un enigma muy equívoco. Pablo VI pronunció la palabra cristiana. Diciendo eso uno no se equivoca nunca.
Decir "palabras cristianas". ¿Cuál fue, ante la disolución del pueblo católico y la desorientación de las multitudes, el método de Pablo VI?
El del Credo. El método de la proclamación auténtica del dogma, sine glossa, con claridad, y de la presencia de la Iglesia en el mundo (lea el discurso sobre el pueblo cristiano del 23 de julio de 197 5, aquel miércoles... ).
Y la Evangeli Nuntiandi, con el impulso de la misión...
... Pero esto es una consecuencia de la presencia; si no, nos hacemos cómplices del "tercermundismo". Evangelización y misión no son un esfuerzo posterior: son la manifestación de la identidad.
Pablo VI empezó a usar la expresión "identidad" - si no me equivoco - precisamente en la homilía del Domingo de Ramos de 1975.
No fue la única vez. ¿Qué fue, si no, el elogio de la identidad, afirmada con alegría y fuerza en el discurso a los 300 estudiantes florentinos, un pequeño grupo de las veinte mil personas congregadas en San Pedro? Esas palabras, la exaltación del valor cristiano, son el síntoma de la juventud que la fe auténtica produce incluso en un anciano moribundo. Se percibe la luz que se hizo en su mente. ¿Qué es esto sino la demostración de que Dios no abandona nunca a su Iglesia? El papel principal de la Iglesia no es nunca abandonado por Dios. Él puede permitir cualquier error excepto el error contra la Verdad, el de enseñar al mundo lo que va contra la Verdad.
Pablo VI fue acosado de forma innoble por su redescubrimiento de un actor ignorado en las vicisitudes humanas: el diablo. Le dejaron solo incluso los obispos ...
El papa Montini empezó a darse cuenta del desastre hacia el que se precipitaba la Iglesia cuando percibió el formalismo con el que lo sobrenatural se repetía. Por eso su discurso sobre la presencia del diablo en el mundo fue un desafío tan valiente, que el mundo y toda la teología, incluida la católica que pactaba con él, debido al temperamento de Pablo VI, no pudo prever.
Aquel mes de agosto, una vez muerto el Papa y mientras se elegía otro ¿qué esperaba usted para la Iglesia?
Un hombre que tuviera también la intuición de la trágica situación en la que se encontraba la Iglesia. Y que propusiera el único remedio, que era el de volver a la fe en lo sobrenatural como factor determinante de la vida de la Iglesia: la autenticidad de la Tradición. En definitiva, esperaba un Papa que siguiera el camino que Pablo VI había indicado clamorosamente en los últimos años.
Fue elegido Juan Pablo l. ¿Lo conocía?
Le había visto una vez, cuando era Patriarca de Venecia y estaba completamente de acuerdo con el análisis y la terapia que yo proponía ante la situación.
¿Qué recuerdo tiene de esos treinta y tres días?
Me impresionó mucho cuando, recién elegido, le vi por televisión. Dijo algo así como: "No entraba en mis cálculos ser elegido y les he pedido consejo a mis amigos. Me han dicho que acepte y lo he hecho". Dios quiso - creo - el sacrificio de este hombre (¡porque fue un sacrificio real! Y tal vez sólo sabremos al final de los tiempos en qué medida fue un martirio); Dios permitió esto para preparar la entrada de Juan Pablo II en la Iglesia. Un Papa extranjero que es la encarnación de lo que Pablo VI intuyó y expresó en los diez últimos años de su pontificado.
Y que es, en síntesis...
La certeza clara de lo que significa el contenido del mensaje cristiano también para la historia de este mundo. Es decir, la fe en Dios hecho hombre y el consiguiente entusiasmo por este Hombre en el que es posible poner toda la esperanza, tanto cada uno de los hombres como el mundo entero. Por tanto, la historia como el lugar en el que se juega la gloria de Cristo, como fórmula suprema de la historia misma. ¡Que por otra parte es el concepto de presencia! La Iglesia como presencia en el mundo, en todas partes y, en cualquier caso, presencia como Iglesia: este es el instrumento de la gloria de Cristo en la historia.
Hay un enigma que acompaña al Papa en sus viajes. No se refiere tanto a su persona como a aquellos que se reúnen a su alrededor. Las multitudes acuden y se ve que reconocen a Pedro, sin embargo, este tesoro se disipa, es como si este movimiento de las multitudes no hiciera nacer, excepto en unos pocos, una historia cristiana. ¿Cómo se explica esto?
Como el mundo no ha conseguido impedir, o por lo menos disminuir, la influencia que ejerce el Papa sobre el pueblo, entonces lo que ha hecho, de una manera más o menos sutil, es exaltar al Papa para intentar aislarle del pueblo. O mejor, de las realidades que representan verdaderamente la voz, las necesidades más apremiantes del pueblo.
Son palabras duras. ¿También hay católicos cómplices de esta operación?
Seguramente el diablo puede hacerlo tan bien como para conseguir que cierta parte del mundo eclesiástico participe en esta maniobra. Pero no querría dejar de decir que, más allá de estas maniobras, bajo el impulso de Juan Pablo II, y gracias a su ejemplo personal, existe una lenta pero inexorable vuelta a la verdad amante del cristianismo. Verdad y amor que encuentran en Teresa de Calcuta su más alta encarnación. También en esto se ve la continuidad de los papas. La Madre Teresa empezó a crecer bajo el pontificado de Pablo VI y con su bendición.
Intente expresar sintéticamente la vida concreta de CL con Juan Pablo II felizmente reinante.
Ante todo, la explosión de entusiasmo, la liberación del corazón, la alegría por la clara visión de la fe de Juan Pablo II. En segundo lugar, el ímpetu de comunicar, a cualquiera y en cualquier situación, esta libertad y esta alegría. La tercera constatación es la explosión de la caridad como capacidad de compartir, en todos los ámbitos y en todos los sentidos. Desde dar una limosna por la calle, hasta el gesto del hermano más pobre de Calabria que envía su pequeña aportación para realizar una gran obra educativa, hasta Margarita que ha acogido en su casa durante ocho meses a una chica enferma de SIDA. A Margarita, una joven casada, se le murió el marido. Cuando tuvo noticias de esta veinteañera a la que habían abandonado todos, se la llevó con ella. Esa chica estaba desesperada, no era creyente. Murió en paz.
¿No produce en usted angustia ver que el rebaño se reduce, que los católicos son una minoría?
Ciertamente me produce un gran dolor. Pero la certeza de que la respuesta a la totalidad de la vida humana es Cristo da tranquilidad. Cristo, que vive en el presente, hace posible instaurar una relación con la gente en la que, sin juzgar a nadie, te implicas en ella, les implicas a ellos en la propuesta que a ti te da la vida. Los hombres se vinculan entre sí. Se crea un clima diferente en un ámbito social. Las preocupaciones pastorales de recuperación y cosas por el estilo acaban por considerar a la Iglesia como una organización, o como un partido. Pero la Iglesia es misterio. Entonces ¿para qué agotarse con programas y estrategias pastorales (políticas, en definitiva)? Tenemos que preocuparnos sólo de anunciar a Cristo con el fin de reunir a los hombres en el nombre de Cristo y con ellos afrontar la historia. La gran trama de relaciones que surge, el "éxito" o el fracaso humanos, son cosa del Padre. Se las arregla Él. No nos compete a nosotros juzgar si alguien responde o no responde a la llamada de Cristo. Nosotros tenemos que exaltar la Santa Iglesia.
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