«Todavía no dejo de preguntarme por qué hago este gesto. Siempre es una novedad…». Desde hace más de veinte años, la fidelidad a la caritativa en las comunidades de Macapá y Santana
La experiencia de la caritativa es una de las dimensiones de nuestro carisma que nos ayuda a vivir y profundizar nuestra relación con Cristo. Nos reta a estar delante del otro sin dejar de ser nosotros mismos. Para ello, hace 23 años empezamos a hacer la caritativa en la parroquia de Jesus Bom Samaritano, en el barrio de Zerão de Macapá, cuando estaba allí el padre Ignazio Lastrico, misionero. Desde 2008 vamos al Centro Juan Pablo II, en el mismo barrio, y también estamos presentes en la comunidad Nossa Senhora dos Navegantes, en Santana.
Desde el año 2000 siempre hemos sido fieles a la propuesta de encontrarnos con niños y adolescentes una vez al mes, con un gesto sencillo, proponiendo un momento de ocio con juegos, música, fútbol y alguna película de vez en cuando. Hasta jugando se ve implicada la libertad de cada uno. Es un momento que todos esperan, el día de la caritativa los niños invitan a participar a sus amigos, vecinos, hermanos y hermanas. Con la pandemia tuvimos que interrumpir las visitas y este año hemos retomado el gesto cuando se han reanudado las actividades presenciales. Participan una media de diez personas del movimiento y casi cincuenta niños y adolescentes que viven en el barrio. La merienda la preparamos nosotros y cada uno aporta algo: galletas, bollos, zumos, batidos…
Si para los niños y adolescentes la caritativa es una posibilidad de ocio, de encuentro y de alegría, para nosotros es la posibilidad de verificar continuamente el camino que estamos haciendo, de estar delante de Cristo encontrándonos con ellos, dedicando nuestro tiempo a otros, abriendo de par en par nuestra mirada, más allá de cualquier medida. El papa Francisco nos decía: «¡Hay muchos hombres y muchas mujeres que todavía no han hecho ese encuentro con el Señor que ha cambiado y hecho vuestra vida hermosa!». La caritativa nos anima a eso, a desear que otros puedan experimentar esta Belleza.
Algo que siempre nos conmueve es que al final, antes de la merienda, les preguntamos si están contentos y todos responden con un fuerte «¡sí!». Luego terminamos con una oración donde cada uno puede expresar una intención. A veces lleva mucho tiempo, según el número de niños y adolescentes que participen, pero nadie deja de presentar su intención y hay invocaciones realmente conmovedoras que nacen de la realidad en la que viven, que generalmente es muy dolorosa, no solo por las condiciones económicas. Volvemos a casa convencidos de que allí Cristo se ha hecho presente, deseando que toda nuestra vida y la suya sea así, llena de Su presencia. «Todavía no dejo de preguntarme por qué hago este gesto. ¿Qué aporta a mi vida?», cuenta Andreia, que lleva muchos años participando en él. «Para mí no hay una sola respuesta porque aunque el gesto sea el mismo siempre hay algo distinto. Es un gesto educativo, siempre es una novedad. Yo misma vengo cada vez de una forma diferente. Pero una de las respuestas más claras es que yo soy la que más necesidad tiene. Como nos enseñó don Giussani, “la seriedad con la Escuela de comunidad es fundamental para comprender la caritativa”. Para mí es un gesto de testimonio, de belleza y de verdad». Socorro, que vive en Santana, dice que la experiencia de la caritativa «me da una alegría inmensa, porque estar con niños es tan gratificante que ni siquiera me doy cuenta del tiempo que pasa. Me gusta vivir este momento porque es un gesto que hace arder mi corazón».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón