La secularización del puritanismo y la crisis de la American way of life. El pluralismo amenazado. Un agudo observador de la sociedad americana describe los términos del problema.
Indica un camino para recomenzar
El panorama cultural actual de los Estados Unidos nos ofrece una ocasión providencial para proponer el pensamiento de monseñor Giussani sobre el sentido religioso.
Sin olvidar la enorme diversidad cultural que caracteriza a la sociedad americana, hoy día es posible hablar de que está en marcha una profunda transformación en la conciencia nacional americana. Reflexionando sobre esta situación, algunos han llegado a la conclusión - o, por lo menos, a la sospecha - de que ya no es posible conseguir un consenso nacional sobre las preguntas fundamentales de la vida humana que constituyen la base de la unidad nacional. Estos observadores están convencidos de que ahora no es posible encontrar el consenso sobre estas preguntas originales.
Si esto es verdad, el futuro del país ha sido descrito por un observador de la siguiente manera: «Imaginad una tierra donde la cultura dominante se ha internacionalizado a todos los niveles, donde las fronteras políticas que de verdad cuentan son confederaciones de ciudades-estado, donde la lealtad es un concepto económico - si no obsoleto -, donde los Estados Unidos existen como mucho para garantizar la protección militar. Esta es la tierra vislumbrada - dice este observador - y no está tan lejana». Como afirma otro sociólogo: «Ya no hay acuerdos sobre la cultura, sólo sobre la economía».
Vida a la americana
Por el contrario, otros entrevén la posibilidad de crear una nueva síntesis cultural, un nuevo consenso que sustituya al poderoso mito que está en la base de la cultura tradicional americana. Esta narrativa cultural original que está dentro del corazón de la autoconciencia americana toma sus orígenes del protestantismo y, de modo más preciso, del puritanismo.
En 1955, muy poco antes del resquebrajamiento de la cultura, la vida "a la americana" (the american way of life) era descrita como un "puritanismo secularizado" en el que el contenido de la fe puritana se dejaba a un lado para dar espacio al pluralismo religioso, si bien manteniendo su impostación. Hoy podemos decir que, en cierto sentido, se ha verificado una crisis dentro del protestantismo, debido a su incapacidad de afrontar las raíces religiosas de la persona humana. Sin lograr comprender cómo lo divino (el Misterio) lleva a cumplimiento a la persona humana en cuanto humana, una cultura protestante sólo puede aceptar el pluralismo religioso relegando a la vida privada las convicciones religiosas o morales que se refieren al bien que brota de la experiencia del Misterio. Esta mentalidad absoluta parece ser el precio que hay que pagar por la libertad de conciencia: el valor fundamental de la sociedad americana, condición esencial para la unidad. De aquí deriva un legalismo paralizante, que abandona la cuestión nacional a manos de los intereses políticos. Los que buscan una nueva síntesis nacional parecen dispuestos a reconocer que la libertad de conciencia no necesita tal neutralidad. Buscan, en cambio, llegar a un nuevo consenso respecto al bien común que derive de las aportaciones de los diversos puntos de vista presentes en la sociedad pluralista. Pero también en este caso y entre estas personas se deben excluir todas las afirmaciones que nacen de la experiencia religiosa, porque consideran que está más allá de análisis o de discusiones racionales.
Preguntas originales
Me parece que encontramos aquí la confirmación de lo que dijo Julián Carrón esta mañana. Estas personas se niegan a ir hasta el fondo de la cuestión, es decir, no consiguen llegar a las preguntas originales. He aquí la reducción de la pregunta. Comienza así el camino hacia la exaltación de la ley, como se ha subrayado. Obviamente, es justo en este campo donde la contribución de monseñor Giussani al debate cultural contemporáneo en los Estados Unidos puede ser decisivo, al proponer la relación entre sentido religioso, razón, experiencia y exigencias del corazón humano.
Las diversas discusiones provocadas por El sentido religioso (libro aparecido en inglés en los Estados Unidos) ponen de manifiesto una apertura que promete para nuestra propuesta. Se espera que las varias recensiones del libro en algunos de los órganos de opinión pública más importantes serán cautamente favorables.
Libertad de conciencia
Un factor importante que a mi juicio hay que tener en cuenta es el absoluto respeto por la libertad de conciencia. En efecto, si nuestra propuesta quiere incidir en los ámbitos de la discusión cultural contemporánea de los Estados Unidos, debe dirigirse sobre todo a este factor y hacer ver que es nuestra propuesta, más que ninguna otra, la que asegura una verdadera libertad de conciencia.
Al final no será una cuestión de argumentos. La solución no es un argumento, sino una Presencia: la presencia de Cristo en nosotros, dentro de las circunstancias concretas de nuestra vida, convirtiéndonos en sus amigos. Por medio de esta Presencia ellos descubrirán la realidad: si nosotros vivimos la realidad con ellos como sus amigos. Gracias.
Ordenado sacerdote en 1973 después de haber obtenido en 1962 el título de ingeniero aeronáutico y en 1965 el doctorado en Ciencias espaciales y Física aplicada, monseñor Lorenzo M. Albacete trabaja actualmente, por encargo del cardenal J. O'Connor, en el seminario St. Joseph de la Archidiócesis de Nueva York. Allí pone a disposición de los estudiantes su experiencia sobre la investigación teológica contemporánea. Ha sido presidente de la Pontificia Universidad Católica de Ponce, Puerto Rico. Entre 1987 y 1996 fue secretario ejecutivo del Decano del Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la familia en Washington DC. Fue nombrado Prelado de Honor de Su Santidad Juan Pablo II en 1990.
Un camino abierto
A monseñor Giussani
Querido amigo: Esta es una nueva oportunidad para volver a encontranos en el saludo y lo hago con singular estremecimiento. Desde este mi querido Perú, que sufre pero que no abandona su fe ni su esperanza, oramos por usted y por la presencia iluminadora de Comunión y Liberación. Quiero afirmar, aprovechando este espacio, que nunca como hoy fue tan bueno reconocer que el verdadero protagonista de la historia es el mendigo, usted lo ha dicho frente al Papa, «Cristo mendigo del corazón del hombre, y el corazón del hombre mendigo de Cristo». Sí, realmente el mendigo, en todas las dimensiones humanas. Gracias Monseñor, gracias por mostrarnos la sencillez de corazón de Cristo, ojalá estemos siempre dispuestos a reconocemos mendigos, a ser sencillos y a darlo todo. Estoy totalmente convencido que nuestro Movimiento fue creado en un preciso momento histórico del proceso universal, que tiene una profunda raíz de inspiración cristiana que lo dinamiza y que es la razón de su existencia. Usted, Monseñor Giussani, digno Maestro, nos ha entregado con el Movimiento una poderosa herramienta liberadora, ha abierto el camino y ha dado los primeros pasos en la difícil pero esperanzada senda, el ejemplo es su propia vida. Por eso quiero hacer votos por la unidad de nuestro Movimiento, sustentada en el principio de la autoridad, de la lealtad y la coherencia de los principios, marco digno para superar nuestras deficiencias, para mejorarnos y proyectarnos como propuesta verdadera para la humanidad sobre el escepticismo y la anarquía de esta mal entendida postmodernidad. Pido a Dios que nos dé la energía suficiente para sentirnos más grandes que nuestras dificultades y para cumplir con nuestras irrenunciables obligaciones cristianas. Para que nos dé el coraje necesario para mantenernos siempre juntos. Reciba usted, Maestro, mi estremecido abrazo y el de mi querido hijo Óscar, que me dio las primeras luces de Comunión y Liberación. En fin, reciba usted el sincero saludo de mi modesto hogar. Hasta siempre.
Juvenal Ñique Rios Trujillo, Perú Agosto de 1998
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