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Huellas N.20, Noviembre 1990

CL EN ESPAÑA

La unidad en la normalidad: Poyo, Unquera, Seo, Vinuesa, Valdeón, Salamanca

POYO: COMUNIÓN Y LIBERACIÓN EN LA UNIVERSIDAD (CLU), DE VACACIONES por Leticia Prieto

La ría de Pontevedra fue de nuevo este año escenario de la presencia, a finales de julio, de un nutri­do grupo de universitarios del movimiento, más de 200, que vivieron «un momento privilegiado en la continuidad del camino».
¿Cómo es posible que alguien que ha participado cuatro o cinco años en las vacaciones del CLU (y quizás en otras tantas cuando era bachiller) haya vivido las de este año fascinada todavía por la novedad y la belleza que en ellas se expresaban y se proponían?
¿Qué es lo que hace que personas que se encontraban entre nosotros por primera vez, a través del modo de divertirnos, relacio­narnos, jugar, cantar... , tuvieran la impresión de que, sin haberlo previsto, habían encontrado la compañía de amigos que siempre habían esperado?
Esta ha sido la experiencia de Poyo. Descubrir durante una semana cómo es en la normalidad donde se manifiesta Su presencia. Viviendo la normalidad, es decir, haciendo las cosas que todo el mundo hace en verano: ir a la playa, tapear con el pulpo y vinito gallegos, visitar los lugares turísticos de la zona (Tuy, Santa Tecla, Bayona, la isla de Ons... ), los partidos de fútbol y los jue­gos, las copas por la noche, algu­na película de cine... Todo esto, que se puede convertir en la obligada rutina veraniega de quien vive según el individualis­mo dominante, en Poyo era oca­sión para que la presencia de Cristo se encarnara en la unidad de los 200 universitarios que participábamos. Y el hecho de que entre ellos hubiera mucha gente que ni siquiera se conocía (los que habían sido invitados por primera vez, los de Pamplona, Barcelona, los de las distintas universidades de Madrid) no era un obstáculo para que se convir­tiera en realidad la frase que presidía el salón donde nos reu­níamos: «El milagro más grande que puede acontecer en el mundo es la unidad entre los hombres para un camino hacia su destino».
Casí todos los días íbamos a la playa, donde solíamos hacer algún juego que despertaba la
expectación del resto de los pací­ficos bañistas que habían ido simplemente a tomar el sol.
Ya que en los desplazamientos invertíamos bastante tiempo, las horas pasadas en los cuatro auto­buses que llenábamos fueron bien aprovechadas: se rezaban los laudes, se cantaba, se preparaba la actuación del equipo propio, se charlaba y se dormía (cuando te dejaban).
Como algunos dijeron en las dos asambleas que tuvimos, una de las cosas más sorprendentes era que este momento, aunque privilegiado dentro del curso, no era vivido como algo «excepcio­nal», sino dentro de la continui­dad del camino que el CLU ha hecho este año: de aquí que se viera el vídeo del Happening (que tanto ha significado para los universitarios este curso), se ma­quinara sobre Atlántida o se reali­zara el gesto misionero de vender la revista Nueva Tierra a la salida de misa en la parroquia de San­jenjo.
También tuvimos algunos testimonios sobre la misión: de Isabel, que ha pasado el año en Egipto, y de las que se irán en el presente curso a Valencia y Gra­nada; de Elena, que había estado en la vacaciones de nuestros amigos de la Universidad Católica de Milán, y de Ettore, que nos habló de lo que había representa­do en su vida el encuentro con el movimiento y su vocación.
Pero hubo otro testimonio más, aunque no había sido prepa­rado como tal: la fiesta de despe­dida de Mauro. A través de una parodia de programa televisivo fue respondiendo a las preguntas que los entrevistadores le hacían. Contó cómo conoció CL y cómo habían sido sus últimos diez años, que son la historia del movimien­to en España y, en particular, la historia de los universitarios. Para ello vinieron de Madrid José Miguel Oriol y algunos de los primeros universitarios (Lola, Enrique, Kiko) y nos divertimos, recordando algunos, conociendo por primera vez otros, los pasos iniciales de movimiento en nues­tro país. Fue el testimonio de la pertenencia a una Historia que es mucho más grande que nosotros y de una disponibilidad total hacia ella.
Como en todas las vacaciones, el último día hicimos una fiesta final. La «marcha» de la Chitty sólo fue interrumpida por el «sketch» en el que, con inteligen­te ironía, se caricaturizaba todo lo que había sido la vida de los siete días. Desde la voracidad e impaciencia en el desayuno, hasta las asambleas y sus intervencio­nes (el «inspirado», el confuso e interminable, el «telegráfico», etc.), los cantos ...
Al acabar las vacaciones, Ramón nos reclamaba a mirar con ojos sencillos, con afecto y petición, a lo que en estos días ha pasado entre nosotros e ir al fondo de nuestra amistad, pues es a través de los amigos como Cristo nos toca. Como muchos habían dicho en la asamblea, nos animó a vivir lo pequeño: descan­sando con la familia o estudiando para septiembre, reconocer una Presencia que ya está con noso­tros, que no depende de la excep­cionalidad de las circunstancias.


UNQUERA. COMUNIDAD DE PARLA. por Azucena Fuertes
Me costaba mucho imaginar unas vacaciones con gente sólo de Parla. Veía muchos límites, dificultades, me asustaban las responsabilidades y todo esto me preocupaba. Entonces se me re­cordaron unas palabras: «Nuestra única misión es hacer presente a Jesucristo en cualquier lugar, ambiente o circunstancia».
Unir esto con las vacaciones me daba una enorme tranquilidad. Es importante organizar las cosas para que salgan bien, pero lo único verdaderamente importante es hacer presente a Jesucristo en todo cuanto realizamos. El corto tiempo dedicado a prepararlas me ayudó a hacer memoria del mila­gro que se había realizado en mi vida: ¡qué tipo de persona tan distinto era lo que fue a Unquera hacía tres veranos y la que volvía ahora! Esto me llenaba de grati­tud y me hacía poner más ilusión en lo que preparaba. Una vez allí, sucedió algo que nos llenó de sorpresa a algunos que habíamos estado en Salaman­ca: existía una continuidad. Pasa­mos en solo unas horas del am­biente de los cursillos de Sala­manca al de las vacaciones, y no experimentábamos ningún tipo de cambio; había una armonía en las cosas, y ello era fruto de la gra­cia de la pertenencia, pertenencia a Jesucristo, que se hace presente donde dos o más se reúnen en su nombre.
He comprobado que todo es importante: jugar con los niños, cantar, preparar una excursión, rezar, hasta el más mínimo deta­lle, hasta el menor gesto. Y todos los límites personales, los temo­res, las dificultades pueden ser salvadas sí todo es vivido con el deseo de que Jesucristo se haga presente, si es vivido con el deseo de estar más cerca de ÉL.

SEO DE URGELL. LOS TRABAJADORES JÓVENES por Francisco Romo
Estas vacaciones han sido un momento privilegiado para vivir la compañía cristiana en lo coti­diano de una semana de descan­so; un gesto que ha significado para muchos de nosotros la posi­bilidad de seguir comprobando que sólo el encuentro con Cristo, en una compañía de hombres que tú no has elegido, hace la vida verdaderamente vida sin tener que censurar nada. Y han constituido un gesto en la medida en que se ha hecho explícito el motivo que nos unía: desde los «paseos» por el Pirineo catalán a las mañanas de juegos en la Seo y las visitas al románico de la zona, pasando por las veladas y fiestas noctur­nas; todo ello dentro de la belleza que supone el orden del día, donde cada momento fue una provocación para avivar la memo­ria de la presencia de Cristo, sin la que la vida no es tal vida, sino un soportar las circunstancias que a uno le tocan.
Creo que lo más importante que se ha hecho evidente en estos días es, por un lado, el ser cons­cientes de que uno no elige la compañía concreta en la que Cristo se le hace presente de una manera explícita: es una gracia que uno, si se quiere a sí mismo
de verdad, debe pedir todos los días. Por otro lado, que una com­pañía vivida así, donde hay per­sonas que han estado juntas en la universidad y otras que se han conocido en el mundo del trabajo, no sólo tiene la pretensión de tocar algunos aspectos de la vida de cada cual, sino que uno siente la necesidad de implicarse total­mente, es decir, de seguir y estar en el lugar que más le ayuda a reconocer la verdad de lo que nos decimos.

VINUESA. ENGLISH HOUSE '90 por Marta Gómez Ortueta
Este es ya el tercer año conse­cutivo en que un grupo de maes­tros y universitarios del movi­miento organizamos, junto con otros amigos, el curso de inglés al que llamamos «English Hou­se», cerca del pueblo de Vinuesa, en la provincia de Soria.
En un espacio natural privile­giado por su belleza, pasamos un mes junto a un nutrido grupo de chavales, de edades comprendidas entre los once y los quince años, alternando la enseñanza del inglés con distintas actividades: deportes, canción, juegos, talleres de ma­nualidades y excursiones a la montaña.
¿Por qué hemos continuado esta experiencia educativa en estos tres años? Todos los adultos que hemos trabajado allí hemos constatado cómo, a través de estos encuentros, crece en noso­tros la certeza de que el movi­miento nos abre un horizonte para vivir todos los aspectos de la realidad, entre ellos también la relación educativa, con una pasión y una novedad impensables tanto para nuestra razón como para la de los chavales. Y esta novedad, que en un primer momento se nos ofreció como propuesta que debíamos verificar entre nosotros, es sencillamente el reconocimien­to de una presencia viva en me­dio de nosotros: la presencia de Cristo hecha carne en, un lugar físico, en unas personas que en un principio uno piensa que están ahí para enseñarte «cosas», como su ejemplo, su actitud al educar, su ingenio para afrontar las difi­cultades de cada día...
La English House nos sorpren­de cada año por su sencillez porque es como estar en casa andando en zapatillas y con los rulos puestos. Y la sorpresa nace al percibir cómo cada instante (al levantar a unos chavales adormi­lados, al curar una herida, al coser un botón, al enseñar a frotar un calcetín que es imposi­ble que recupere su color origi­nal... ) se te ofrece la posibilidad de un cambio y de un gusto distinto por todas las cosas. Todo puede ser una ocasión para descu­brir el don de la presencia de Cristo, tan misteriosa pero tan real y operante; que te alcanza a través de estos amigos sorpren­diéndote en lo cotidiano, y ofre­ciéndote una esperanza para vivir con más plenitud el trabajo de este nuevo curso.

VALDEON. LAS VACACIONES DE LOS BACHILLERES por un grupo de ellos
El campamento de Picos de Europa viene siendo la cita habi­tual de los bachilleres todos los veranos. La razón de realizarla en este lugar, y no en cualquier otro sitio, es que la montaña, vivida en compañía de unos amigos verdaderos, deja al descubierto la pequeñez de cada uno y es en este entorno donde resulta más fácil lanzar la provocación a la libertad personal que en el cam­pamento se propone.
Esta provocación se concreta­ba en cada gesto del campamen­to. Así, todos los momentos se convertían en un gesto cuando se vivían con una tensión: desde fregar un plato o montar una tienda hasta organizar un juego para 170 personas o hacer una asamblea. De este modo, lo fun­damental fue apreciar en nosotros la propia libertad, libertad como capacidad de formar parte de lo que allí estaba ocurriendo: aquél que hacía la experiencia de esta propuesta descubría el valor y el sentido de todo, de lo cotidiano, de la compañía (sobre todo du­rante las marchas, que son un reflejo de la vida como camino que sólo es posible realizar en la proximidad de una amistad que te sostiene) ...
Todo esto generó una profun­da alegría porque, como en la asamblea final afirmaban muchas personas, algunas de las cuales acudían por primera vez, en defi­nitiva, uno estaba encontrándose a sí mismo y reconociendo su pro­pia historia.

SALAMANCA 90. XII ENCUENTRO DE VERANO
CRISTO AL CENTRO DE TODO
por Javier Restan
Más de 300 personas, en su mayoría trabajadores y adultos, aunque también jóvenes y estudiantes universitarios, participaron a primeros de agosto en la ya tradicional semana de estudios del movi­miento, organizado por la Asociación Cultural Nueva Tierra.

El Encuentro de Salamanca, que últimamente celebramos con el título «La verdad construye historia», es un espacio para vivir, crecer y conocer la expe­riencia de Comunión y Libera­ción. Por eso, va cambiando en la medida en que crece la madurez de juicio del movimiento en España. Y por eso cambiará aún más.
Cuando Hans Urs Von Baltha­sar pronunció una conferencia en el Meeting de Rímini, le confesó a la salida a un amigo mío que lo que más le había impresionado era ver cómo tantísimos jóvenes buscaban en la teología una res­puesta a los grandes problemas del hombre y de la historia. Tal vez este gran amigo, ya desapare­cido, habría podido decir algo parecido si hubiese venido a Salamanca.
Nosotros no fuimos 15.000, como los que escuchaban a Bal­thasar en Rímini, pero este mes de agosto nos encontramos 300, lo cual es un hito en la historia de este Encuentro. El estudio de la persona de Jesucristo fue el eje que dio unidad a todos los cursos, en continuidad con el trabajo realizado durante el año en la Escuela de Comunidad. Los cursos de Monseñor Javier Martínez -a quien tenemos que agradecer de todo corazón el esfuerzo que supuso para él asistir toda la semana-, de Massimo Borghesi y Guzmán Carriquiry, de Fidel González, Antonio Cañizares y Adriano dell'Asta pretendieron apoyar este trabajo de la Escuela de Comunidad, así como desplegar algunas implicaciones culturales de la centralidad de la persona de Cristo en nuestra experiencia, en la experiencia de la Iglesia y en la experiencia y la historia moderna de la humanidad.
Además de estos cursos, el Encuentro contó con dos espléndidas exposiciones: una de iconos -«Una ventana abierta al Misterio»- y otra de textos y fotografías que preparó Atlántida con motivo del Happening y que llevaba el mismo título de éste: «La persona frente al poder». Hubo conferencias y testimonios: desde la Uganda de Fidel Gonzá­lez hasta el mes que pasó Esther Cuesta en Calcuta con las Herma­nas de la Madre Teresa, pasando por el gran testimonio sobre la vida de Pier Giorgio Frassati -canonizado hace poco por Juan Pablo II- a cargo de un amigo turinés del movimiento, o la lectura en profundidad de Adriano dell'Asta sobre los acontecimientos del Este europeo.
Por la tarde tuvimos concierto de Psalterium, alguna fiesta y visitas inteligentes a la ciudad para leer parte de nuestra propia historia, la de la Iglesia, en las piedras de esa increíble Salaman­ca. Y, al final, terraza nocturna en la Plaza Mayor y algún baile espontáneo.
Lo dicho: el Encuentro de Salamanca tendrá que cambiar todavía para que exprese cada vez mejor la vida que queremos vivir. Pero mientras tanto, vamos dando pasos firmes, juntos y con una alegría y creatividad evidentes. Todo tan normal y tan impresionante.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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