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Huellas N.1, Enero 2001

EEUU

A la conquista del Oeste

Lorenzo Albacete

Tres universidades de los estados de Indiana, Wisconsin e Illinois, en el oeste de Estados Unidos, han albergado sendos encuentros sobre el pensamiento de don Giussani


Ahora ya sé lo que experimentó san Pedro cuando en sueños el Señor le mandó a visitar a la familia de Cornelio, el pagano, porque ya habían recibido el Espíritu Santo y a Pedro se le pedía que les acogiera en la Iglesia bautizándoles. En este recorrido por tres universidades del Medio Oeste, el interés por el pensamiento de don Giussani ha precedido a cualquier contacto oficial con el movimiento. De repente y como resultado de la venta de sus libros, nos encontramos con una explosión de interés por don Giussani por parte de personas de toda condición. En este viaje se nos invitó a presentar su experiencia ante estudiantes y profesores de la Universidad de Notre Dame, de la Marquette University y de la Universidad de Illinois, en Chicago. A continuación, resumimos los contenidos de dichas presentaciones y de los debates que tuvieron lugar en dichas sedes.

Notre Dame
Fue el vicerrector, el padre Tim Scully, quien nos invitó a Notre Dame, la más famosa universidad católica de la nación. Scully oyó hablar de don Giussani por primera vez al arzobispo de Nueva York, el llorado cardenal John O’Connor. Notre Dame había iniciado un programa para la consecución de un Master en Pedagogía dirigido a los profesores, que consistía en un periplo de dos años por escuelas situadas en las zonas más pobres del país. El programa tuvo un gran éxito y muchos profesores decidieron continuar enseñando en estas escuelas una vez terminado el periodo necesario para la obtención del master, reconociendo en ello una vocación y lanzándose a la busca de una “espiritualidad” que pudiera fundamentar, sostener y promover su experiencia. Cuando el padre Scully le refirió todo esto al cardenal O’Connor, Su Eminencia le sugirió que se pusiera en contacto conmigo y con nuestro movimiento, porque «son las personas que más te podrán ayudar». Conocimos al padre Scully en el despacho del cardenal en Nueva York y de ahí nació una bellísima amistad. La presentación en Notre Dame ha sido el fruto de esta amistad.
Dada la importancia del programa para los profesores, el padre Scully me pidió que hablara de la “espiritualidad” según don Giussani y yo elegí como título Una pasión por lo humano. Rememorando una conferencia sobre las características de la espiritualidad de nuestro tiempo, pronunciada por el gran Louis Bouyer en Notre Dame hacía unos años, presenté el pensamiento de don Giussani como un ejemplo de la que el padre Bouyer había definido como «verdadera espiritualidad moderna».
Expliqué cómo la espiritualidad según don Giussani es la expresión de nuestra relación con un Misterio que el sentido religioso percibe como totalmente trascendente, si bien se encuentra al principio y al final de los “deseos originarios del corazón”, los cuales definen nuestra identidad humana y personal. A don Giussani le interesa de modo especial la indagación y clarificación de los impedimentos culturales para una auténtica fe y espiritualidad cristianas, incluidos los lugares donde aún se guardan las apariencias externas. Muchas veces, la cultura es incapaz de concebir lo es espiritual como un puente hacia lo Trascendente; reduce lo espiritual a psicología, y la espiritualidad a simple moralismo. El mismo sentido religioso, entendido como capacidad de relacionarse con el Misterio Último, se ve eclipsado por los prejuicios culturales dominantes. De ahí que la trilogía de don Giussani comience con El sentido religioso y su insistencia en la racionabilidad de nuestra búsqueda religiosa. En este libro, don Giussani expone lo que sirve de verdad para ser fieles a los deseos auténticos del corazón y para no aceptar sino aquello para lo que estamos hechos. Al final del libro y al comienzo del Los orígenes de la pretensión cristiana, don Giussani hace hicapié en que el sentido religioso por sí mismo no nos hace capaces de comprender el Misterio que estamos buscando, incluso después de salvar todos los obstáculos y de superar las trampas de la desesperación, la idolatría y la ideología. Por tanto, nuestra fe en Cristo no es el resultado de nuestro sentido religioso. Más bien es la consecuencia de un encuentro histórico con la persona del Señor Resucitado, que nos lleva a reconocerlo como el rostro humano del Misterio, como la encarnación del Misterio. El punto de partida fundamental del pensamiento de don Giussani y de la espiritualidad que proclama es este encuentro con una persona concreta, un individuo histórico, que viene a nosotros por medio de nuestra amistad con los compañeros que Él ha atraído hacia sí como Su Cuerpo Resucitado. El camino hacia Cristo es siempre un encuentro humano que nos induce a descubrirlo y a seguirlo como el Misterio-hecho-hombre. Este milagro, naturalmente, es obra del Espíritu Santo, enviado como fruto del Misterio pascual del Señor, de modo que nuestra espiritualidad es el efecto del Espíritu Santo que nos permite encontrar y seguir a Cristo dentro de nuestra existencia humana. Así nuestra espiritualidad afirma siempre una pasión por lo humano. Las características eclesiales, eucarísticas y bíblicas de esta espiritualidad derivan de su fundamentación en el encuentro con Cristo a través de las relaciones humanas.
A esta presentación siguieron las intervenciones del propio padre Scully, quien contó la historia de nuestra amistad; del padre Virgilio Elizondo, un ilustre teólogo hispánico profesor de Notre Dame, quien observó al respecto el vínculo imprescindible entre la espiritualidad y la opción preferencial por los pobres, característica de la teología de América Latina; y de la doctora Catherine Tillman, profesora de Clásicos Cristianos (y una autoridad en el pensamiento de John Henry Newman) que subrayó la afinidad entre el pensamiento de don Giussani y el del cardenal Newman.

Marquette University
La Marquette University de Milwaukee, Wisconsin, es una de las principales universidades jesuitas del país. El profesor Rodney Howsare, que enseñaba en el Departamento de Teología, había leído El sentido religioso y Los orígenes de la pretensión cristiana y había decidido utilizar estos libros durante su curso. Pero justo antes de comenzar el semestre, Howsare dejó la universidad para cubrir otra cátedra; sin embargo, su sustituto, el doctor Robert Gotcher, decidió mantener la lista de libros señalada por Howsare y utilizar los libros de don Giussani. Además, un colega de Gotcher, el doctor Ralph Del Colle, tras conocer más a fondo estos libros, decidió utilizarlos también para su curso el semestre siguiente. Cada uno de ellos hizo su presentación y mi tarea consistió en responderles. Los tres habían sintetizado el pensamiento de Giussani como una respuesta a la necesidad de una apologética moderna (Del Colle), reflejo de la insistencia de la teología contemporánea en la vocación del hombre a la vida divina en Cristo (Howsare, por ejemplo, aludió a De Lubac), y yo limité mi respuesta a un punto señalado por el profesor Gotcher, quien encontraba los libros de Giussani de un nivel demasiado elevado, teniendo en cuenta el afán meramente informativo de los estudiantes. Yo respondí que eso podía suceder, pero me pregunté cómo estudiantes completamente privados de formación universitaria podían obtener un beneficio contrastado de la lectura de estos libros, en contextos culturales tan heterogéneos, en todo el mundo. La razón estriba, como les señalé, en que don Giussani es un maestro y no sólo un teólogo académico. Así, Comunión y Liberación nació como resultado de la paternidad de don Giussani como maestro, por lo que la actividad fundamental de la semana, que consiste en el estudio del pensamiento de Giussani, se llama escuela de comunidad. Sin embargo, el pensamiento de don Giussani no puede separarse de un método educativo. En otras palabras, la enseñanza de la teología cristiana (que no debe confundirse con el estudio intelectual de las ideas teológicas) no se puede separar de ese contexto de amistad y solidaridad que sólo un verdadero maestro puede crear. Y, dado el crecimiento humano auténtico (y éste era el título de la conferencia) que ello requiere, no podría ser de otra manera. El que esto sea muy difícil en la universidad de hoy, incluidas las universidades católicas, manifiesta la necesidad de renovación de la misma educación católica.
Cuando anuncié la próxima publicación en inglés de Educar es un riesgo, se despertó un gran interés en continuar la discusión acerca del pensamiento de don Giussani en ese contexto.

Universidad de Illinois, Chicago
Nuestros anfitriones eran el doctor Paul Griffith – un especialista en religiones no-cristianas que ocupa la “Cátedra de Estudios Católicos Arthur J.Schmitt” en la U.I.C., una universidad estatal – y el Newman Center. El doctor Griffith intervino hace dos años en la presentación de El sentido religioso en la Georgetown University de Washington, y al parecer surgió entonces en él un interés por algunos aspectos del pensamiento de don Giussani. En ellos deseaba profundizar ahora, con el título “¿Una nueva teología natural?”. Griffith se preguntaba si el énfasis sobre El sentido religioso indicaba que Giussani sugería que la fe en Cristo puede brotar del sentido religioso humano; a ello contraponía la idea de Pascal de que el camino para hacerse cristiano no estaba en tomar conciencia de ello sino en comenzar a actuar y a rezar como lo hacen los cristianos. En mi réplica, repetí lo que había dicho en Notre Dame referente a la prioridad del encuentro respecto al sentido religioso, y cité el comienzo del nuevo libro de don Giussani (La autoconciencia del cosmos) – que aún no está disponible en inglés – el párrafo en el que el autor insiste en que el punto de partida es el encuentro con Cristo, un don de gracia que nos hace capaces de alcanzar la verdad respecto al sentido religioso. También expuse cuanto don Giussani dice con frecuencia a los no-creyentes que se ven cautivados por la propuesta cristiana, pero que todavía no han alcanzado la fe; esto es, que estén sencillamente con nosotros como amigos. Un consejo no muy dispar del de Pascal, pero ¡un poco más atrayente!
Volvimos a casa conscientes de que somos testigos de un gran milagro en Estados Unidos, ciertamente no debido a nuestras capacidades o esfuerzos, sino fruto de nuestra pobreza frente al amor de Dios que se nos ha comunicado en Cristo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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