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Huellas N.18, Enero 1990

BREVES

Carta de Don Luigi Giussani a la Fraternidad de Comunión y Liberación

Milán, 2 de Octubre de 1989
Muy queridos amigos:
El milagro más grande que pueda suceder en el mundo es la unidad entre hombres para un camino hacia su destino: este milagro ha sido hecho posible por Cristo y se llama Iglesia.
Nuestra amistad es un movimiento para ayudarnos en ese camino de unidad: se trata de una ayuda en todos los sentidos y en todos los ámbitos (y a esto apunta nuestro mismo nombre: «Comu­nión y Liberación»).
Es preciso que vivamos una conciencia de pertenencia a nuestra unidad: de modo especial en este momento, esa conciencia debe convertirse en fuente de juicio y de afecto, más profundamente operativa que nuestro propio criterio de pensamiento y que nuestra preferencia afectiva.
En nuestra amistad no hay nada obligatorio: sin embargo, el sacrificio en el pensar y en el actuar, para seguir una dirección de guía, es pedagógico para la obediencia a Cristo y a la Iglesia. Si la propia idea o la propia preferencia tienen un valor más real que aquello que se indica en modo autorizado entre nosotros, será en el tiempo como ese valor irá emergiendo de modo persuasivo, haciendo crecer la unidad de los corazones y de las obras en la paciencia.
Estoy describiendo aquello que la base del movimiento ya vive con sencillez de corazón y con gran fruto.
El comunicado de prensa sobre Il Sabato (cf. recuadro aparte: ndr) -enfatizado para fines extraños a nuestras intenciones- ha querido reafirmar el hecho de que los responsables de las distintas obras son exclusivamente los adultos que las hacen; aun inspirándose en la experiencia de fe de la Fraternidad, sus realizaciones pueden ser evaluadas de modos diversos. Nosotros miraremos siempre estos intentos de obras, justamente emprendidas, con los criterios de la fe y con el afecto de la caridad.
En efecto, muchos no entienden lo que sigue siendo fundamental en nuestra experiencia: esto es, que la fe no puede dejar de abarcar la totalidad de los intereses del hombre, aun sugiriendo, corri­giendo y determinando de modos distintos (el gran teólogo H. Schlier, en su libro El tiempo de la Iglesia, habla de «la conciencia permanente de que la Gracia es algo que tiende a penetrar un pueblo y el universo entero»).
La fe salva la experiencia humana entera (cf. el párrafo nº 10 de la Redemptor Hominis y también el pasaje extraído del discurso programático de Juan Pablo II a la Iglesia italiana, en Lorcto).
De todos modos, me permito volver a recordar, queridos amigos, que en este momento histórico tremendo, donde todo parece terminar en la confusión y ser instrumentalizado por el poder, si el Movimiento tiene esperanza de ser una ayuda para la Santa Iglesia, esto es sólo a través de su unidad.
Pidamos al Espíritu, a través de María, el coraje, la inteligencia y la operatividad para esa unidad.
Un abrazo
don Luigi Giussani

P.S.: 1) Por la gran responsabilidad que tenemos en el campo misionero, caritativo y cultural, se hace necesario un particular esfuerzo de caridad y de pobreza, incrementando el Fondo Común.
2) En particular, el arzobispo de Belo Horizonte -el punto misionero más querido de nuestra historia­- nos pide ayuda para comprar una moderna prensa a rotativa que le permita imprimir y difundir un semanario católico único para todas las Diócesis brasileñas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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