Al dirigir la palabra a los participantes en el XIV Encuentro de Verano, celebrado en Ávila en 1988, el Cardenal Suquía afirmaba que en las actuales circunstancias, catorce años son ya un tiempo muy considerable de vida para una obra en la Iglesia. Esta larga trayectoria se ha cumplido con el concurso de esfuerzos y sensibilidades personales muy variados, hasta cuajar una fisonomía como la actual. La perseverancia de estos años, que no ha impedido una constante renovación, es para nosotros motivo de satisfacción y responsabilidad.
Nuestros Encuentros pretenden testimoniar hoy, a través del estudio, la vida comunitaria y la realización cultural, la experiencia cristiana que se desarrolla en el movimiento Comunión y Liberación, ayudando a que dicha experiencia se dilate y profundice en el diálogo abierto con todas las posiciones humanas, y se confronte con los desafíos de nuestro tiempo.
El Encuentro de 1989, responderá a una mayor toma de conciencia de este núcleo esencial, y la estructura interna del mismo se verá simplificada con el deseo de servir a una mejor identificación de los objetivos fundamentales propuestos.
Con este fin, se impartirá en la primera mitad de cada mañana, un Curso Fundamental común para todos los asistentes, que servirá de eje al conjunto del trabajo desarrollado en el Encuentro. Dicho Curso versará en esta ocasión sobre la imagen del hombre presente en la encíclica Redemptor Hominis, contemplada en el arco que va desde el sentido religioso (como «forma» radical de la experiencia humana) a la urgente invitación de Juan Pablo II a una «nueva evangelización».
Cumplidos diez años del pontificado actual, resulta claro que la Redemptor Hominis es una clave indispensable para entender la dirección que el Papa ha querido imprimir a la Iglesia en estos años. Esta Encíclica se caracteriza por abordar las cuestiones centrales de la experiencia humana en su misma raíz, pero al mismo tiempo las contempla históricamente, evitando cualquier tendencia a la abstracción.
La situación paradójica del hombre hoy, por un lado satisfecho de sus conquistas y progresos técnicos, y por otro amenazado de desintegración, reclama a la Iglesia una urgente clarificación de su cometido fundamental. A esta grave cuestión, la Encíclica responde con precisión: «Dirigir la mirada, esto es, la inteligencia, el afecto, y la voluntad hacia Cristo, el Redentor del hombre». Será esta afirmación central la que ocupe principalmente los trabajos y las manifestaciones de este Encuentro 1989, procurando desentrañar todos los aspectos de la misma, y sus conexiones e implicaciones con las distintas perspectivas de la experiencia y el saber humano: historia, filosofía, literatura y comunidad sociopolítica.
El título que hemos elegido para el Encuentro de 1989, «La verdad construye historia», constituye un desafío para el escepticismo contemporáneo que sólo acepta lo religioso como valor privado del individuo, inadecuado para incidir en la marcha de la historia y para construir la identidad de un pueblo. Por el contrario, la pretensión con la que se presenta Cristo, el Redentor del hombre, es bien distinta. Él ha venido para recorrer con cada hombre el camino de su vida, despertando su corazón adormecido, y respondiendo a sus exigencias más radicales. Es este hombre cambiado, junto con otros hombres (pues este cambio sólo tiene lugar en el seno de una compañía humana, la Iglesia) el sujeto de una historia auténticamente nueva, frente al cinismo imperante hoy, o el voluntarismo inhumano de las viejas ideologías.
Por vez primera el escenario del Encuentro será la ciudad de Salamanca, con la que esperamos estrechar lazos tan profundos y afectuosos como los establecidos en el pasado con la querida ciudad de Ávila.
Vaya desde aquí nuestra cordial invitación a todos a compartir con nosotros este tiempo, escaso pero intenso que supondrá el Encuentro de Salamanca 1989. Tiempo para aprender, tiempo para reencontrar, tiempo para construir.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón