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Huellas N.16, Abril 1989

NUESTROS DÍAS

Recomposición, ¿y algo más?

José Luis Restán

Un pequeño terremoto políti­co ha tenido lugar en España como consecuencia de la decisión del Consejo Político de la Demo­cracia Cristiana de recomendar a sus parlamentarios la integración en el Partido Popular y la poste­rior disolución del partido.
La historia de la DC española ha sido borrascosa desde los ini­cios de la transición democrática. Antes de este proceso, numerosas personalidades de talante demo­cristiano jugaron un importante papel en la apertura del régimen autoritario, e igualmente en la for­mación del partido que gobernó en los primeros años de democra­cia, la UCD, donde pronto consti­tuyeron una corriente crítica.
Sin embargo, siempre fue difí­cil articular una fuerza netamente democristiana, y cuando ésta se formó (tras la disolución de la UCD), numerosas individualida­des renunciaron a participar en la misma, e incluso militaron en otros partidos, especialmente en Alianza Popular, el principal par­tido del centro-derecha español. Los rasgos definitorios de la ac­ción política de los sucesivos gru­pos democristianos han sido sufi­cientemente ambiguos como para no significar demasiado. Funda­mentalmente se trataba de pre­sentar una fuerza de centro, abier­ta a todas las aportaciones, man­teniendo cierto nexo con la idea de «humanismo cristiano». En la práctica era un partido de cuadros, en el que militaban algunas figu­ras prestigiosas del mundo inte­lectual, pero con escasísima pene­tración social, habiendo prevaleci­do una opción «tecnocrática» en su dirección.
Aunque su presencia parla­mentaria era notable (veinte dipu­tados) se debía al hecho de haber­se presentado en una lista conjun­ta con AP y el minúsculo Partido Liberal. Al escindirse esta coali­ción, las aspiraciones más opti­mistas para la próxima convocato­ria electoral europea se cifraban en conseguir un diputado, objeti­vo no alcanzado en la anterior elección de 1987.
De hecho, buena parte del mensaje de la DC estaba asumido (al menos formalmente) por AP. Esto, unido a los vaivenes estraté­gicos de su dirección, a la falta de conexión con los grupos católicos más vivos que surgían en la socie­dad, y a la ausencia de un lideraz­go atractivo, prometía un incierto futuro para la DC.
La situación ha explotado con la operación de refundación de AP. Con el concurso activo de Marcelino Oreja (actual Secretario del Consejo de Europa), uno de aquellos democristianos sin parti­do, AP ha absorbido materialmen­te a la DC, incluyendo al «huma­nismo cristiano» como factor constitutivo de su oferta progra­mática, junto con el liberalismo y la tradición conservadora. El nue­vo Partido Popular aspira a ubi­carse en el Grupo Popular del Par­lamento Europeo, retirándose de la compañía de conservadores bri­tánicos y daneses, por otra parte mucho más lejanos de la idiosin­crasia y simpatías de la mayor par­te del electorado español.
Electoralmente, esta operación puede consolidar una alternativa al poder hegemónico del PSOE, mucho más seria que las anterior­mente presentadas. Culturalmente se trata del resultado lógico de los pasos seguidos por la DC: disolu­ción progresiva de la identidad ca­tólica y falta de contacto con la base social. La jerarquía eclesiástica espa­ñola ha observado un escrupuloso silencio a lo largo del proceso, del mismo modo que lo ha venido ha­ciendo en la trayectoria agitada de la DC. Para un sector de la Iglesia española, este proceso abre la es­peranza de contener la capacidad arrasadora que en el aspecto cultural ha demostrado el PSOE. Para otros, es la constatación final de la futilidad de los intentos de sostener en España un «partido católico», y para la gran mayoría en fin, es una cuestión que no tie­ne demasiada relación con sus preocupaciones sustanciales.
La nueva situación promete al menos una mayor incidencia elec­toral, en principio cara a las próxi­mas elecciones europeas, de opcio­nes que asegurarían un espacio mayor de libertad para la partici­pación social y el debate cultural. Poco o nada aportará por el con­trario a la reconstrucción de un verdadero tejido social católico y de un discurso que retome las grandes categorías de la Doctrina Social de la Iglesia en el panora­ma español. Aunque la insistencia en el protagonismo de la idea de «humanismo cristiano» ha sido clave en los últimos meses dentro del PP, casi nadie sabe qué conte­nido real se esconde tras estas pa­labras hoy día.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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