El recuerdo del director del centro de estudios que coordina sus Obras Completas. «Testimonió la fe como encuentro con una persona»
Con el regreso a la casa del Padre de Benedicto XVI, el mundo entero pierde a una personalidad extraordinaria. Tras una vida larga y rica, no solo se va un gran teólogo y pensador de los siglos XX y XXI, sino también un maestro de la fe y un pastor del pueblo que se le confió.
Su vida está marcada por el deseo de mostrar a todos a Jesucristo, y de transmitir su mensaje. Como profesor, obispo, cardenal y Papa, quiso enseñar y testimoniar la fe como encuentro con una persona. Cristo no es una nueva regla, un constructo estático del pensamiento, sino una persona a la que podemos dirigirnos por su nombre. Ratzinger vivió e interpretó este diálogo con el Redentor y perfeccionador del hombre como un acontecimiento dinámico de la salvación.
A raíz de las fuentes de la Sagrada Escritura, de los Padres de la Iglesia y de la confirmación histórica de la razonabilidad de la fe –en la teología y en la filosofía–, elaboró una auténtica teología del testimonio, que englobaba todos los aspectos de la existencia humana. Antropología, doctrina de la creación, eclesiología, ecumenismo, muerte y redención describen el arco en tensión que es la vida humana delante de Dios.
Nunca perdió de vista el mundo y sus problemas. Porque la Iglesia está en el mundo para ayudar a la gente en sus necesidades. Al predicador y pastor Joseph Ratzinger le preocupaba poner en primer plano la voz del Evangelio y ofrecer consuelo y esperanza a la gente.
Con extraordinarias dotes lingüísticas, logró inspirar a personalidades de todos los ámbitos. Siempre sabía tocar la nota justa. Era capaz de explicar contenidos a veces complejos a su interlocutor y acercarle a ellos para enriquecer su vida de fe.
Esto es muy evidente en los textos que edito con mis colaboradores desde hace más de 15 años para elaborar sus Obras completas. Estoy muy agradecido por la gran confianza que puso en mí. Los encuentros personales con él se caracterizaban por su humanidad extraordinaria y su profundidad espiritual. Para el lector de sus textos, para el oyente de sus predicaciones, esta sobreabundancia resulta aún más clara. Fe y vida van unidas.
El Instituto Papst Benedikt XVI de Ratisbona conservará este patrimonio científico y lo pondrá a disposición de los expertos. El imponente trabajo de este estudioso y pastor convertido en Papa supondrá un elemento importante en el debate actual y futuro. Ofrecerá sugerencias y hondas reflexiones para el camino de la Iglesia y sus frutos. El mundo y la Iglesia pueden postrarse agradecidos ante una personalidad cuyo regreso al Padre deja un gran vacío. ¡Que Dios te bendiga, querido papa Benedicto!
*Director del Instituto Papst Benedikt XVI de Ratisbona y ganador del Premio Ratzinger en 2013
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