La historia de la experiencia del movimiento en Cataluña
Muchos saben que el movimiento también existe en Cataluña, concretamente en Barcelona, pero muy pocos saben cómo nació. La historia es sencilla. En 1985, una pareja italiana recién casada -Diego Giordani y Silvia Zerlotín- viene a vivir a Barcelona por razones de trabajo. En modo alguno pretenden «fundar» Comunión y Liberación. Quieren, sencillamente, vivir a fondo su fidelidad a una historia. Y empiezan a comunicar su experiencia a los amigos que encuentran a su paso. Una cena en Massanas (Girona) en casa de los Pons, a la que asiste un grupo de amigos de la familia, los pone en contacto con la primera estudiante que formará parte del movimiento, Maru, y con las hermanas de nuestro primer chico, Joan. Nace una profunda amistad entre ellos y un deseo de realizar juntos un camino.
Por otra parte, este mismo año llego yo de Roma donde había estado estudiando los últimos tres años. Allí no había tenido apenas contacto alguno con el movimiento. Al contrario: en el Colegio Español, donde yo residía, aquél era mirado más bien con suspicacia y recelo. Sin embargo, un encuentro al que yo asistí del «Movimento Popolare» para plantear soluciones concretas al problema de la desocupación juvenil en la ciudad, me impactó profundamente. Allí oí hablar por primera vez a Roberto Formigoni. Enseguida percibí que entre aquellos centenares de personas, en su inmensa mayoría jóvenes, exisda «algo» que les unía entre sí con una fuerza muy superior a la que yo había podido ver en otros grupos. Mientras tanto, desde Barcelona, un sacerdote, amigo íntimo, de unos 65 años, me «urgía» para que le mandase información sobre el movimiento. Este sacerdote era mosén [m.] Francesc Vergés i Vives, capellán del monasterio benedictino de las monjas de Sant Pere de les Puel.les, en cuya casa empezarían muy pronto a hacerse las primeras «Escoles de Comunitat».
A principios de noviembre del 85 somos invitados m. Vergés y yo por Silvia y Diego a asistir a la presentación oficial del movimiento en Madrid y a los «ejercicios» que don Luigi Giussani iba a dar en Alcobendas a unos trescientos universitarios del movimiento. Allí conocimos y hablamos personalmente con don Giussani y le invitamos a venir a Barcelona. La fuerza y la firmeza de su palabra provocaban la más profunda atención de todos los que le escuchábamos. Sentíamos estar delante de todo un capo, un líder capaz de despertar al más adormecido y de suscitar entusiasmo por Cristo y su Iglesia. Y de nuevo, el impacto de la unidad se percibía allí presente. La verdad es que volvimos a Barcelona muy contentos. Por lo que a mí respecta, había encontrado a alguien que respondía, sin tapujos ni medias verdades, a mis inquietudes.
A partir de aquellos ejercicios, a los que también asistieron Maru, Silvia y Diego, se consolidó el primer grupo del movimiento. A nuestra vuelta a Barcelona empezamos a reunirnos cada semana en casa de m. Vergés. Yo participaba, pero un poco a longe (de lejos), pues al mismo tiempo, yo era uno de los consiliarios de otro movimiento, aunque lentamente se abriría una brecha de desconfianza hacia mi persona por parte de los dirigentes y consiliarios de este movimiento, hasta provocar recientemente mi separación definitiva del mismo. Ello ha sido la consecuencia de mi progresiva identificación con CL. La «crítica» de la Iglesia que aquel otro movimiento realizaba para así ganarse a los estudiantes «críticos» y ponerse a su nivel, no era -según mi criterio- el modo más apropiado para ayudarles a amar la Iglesia e identificarse con ella. La identificación con Cristo sin la identificación sincera con la Iglesia siempre me pareció una trampa.
El 14 de diciembre, Giussani hacía una «escala técnica» en Barcelona y le preparamos un encuentro con diversas personalidades eclesiales y civiles, con dirigentes del Grupo de Estudios Nacionalistas (GEN), y con las personas que ya se habían interesado por el movimiento: en total, unos cuarenta asistentes. Incluso un Conseller de la Generalitat que se mostró muy interesado en conocer a Giussani. La finalidad del encuentro no era «presentar» el movimiento, sino oír hablar a Giussani sobre el «problema humano» y sensibilizar a los presentes sobre la respuesta que da el movimiento al mismo. Durante el verano, Pep Maria, un amigo nuestro del GEN, asiste al Meeting de Rímini y participa en las Vacaciones Internacionales en Corvara, cuyas impresiones -muy positivas- publica luego en un artículo de una página entera en el semanario «Catalunya Cristiana» (n. 369) en el que terminaba diciendo: «"Comunione e Liberazione" es, según mi opinión, un movimiento de Iglesia que todos debemos conocer, porque da un ejemplo firme de ilusión, esfuerzo, solidaridad y trabajo bien hecho.»
A inicios del curso 1986/87 contamos con el refuerzo de Kiko Romo, un joven profesor que hasta entonces vivía en Madrid. Se le dio hospitalidad en Llavaneras (a unos 30 km. de Barcelona) y se le proporcionó trabajo en la Escuela de aquella población como profesor de religión. La presencia de Kiko entre nosotros fue determinante en el sentido de que una parte considerable de nuestra actual comunidad procede de Llavaneras. Una excursión al Montseny afianzó la amistad entre el grupo que se iba formando en Barcelona y el grupo de Llavaneras. El «aterrizaje» poco después de tres italianos -Andrea, Paola y Valeria- vendría a «reforzar» aún más la comunidad naciente y a darle un nuevo impulso. En poco tiempo la profundidad de la relación fue increíble. La razón era sencilla: se ponía en común lo que más nos interesaba en la vida. Habiendo crecido, no cabíamos ya en casa de m. Vergés, por lo que pedimos a las monjas Benedictinas que nos permitieran hacer la «Escola de Comunitat» en su hospedería. No llegábamos a veinte; sin embargo, se nos seguían ya todos los pasos. Recuerdo cómo en una reunión de los Consiliarios Diocesanos de Juventud alguien preguntó, alarmado, si «era verdad que los de CL habían desembarcado con todos los pertrechos necesarios para implantarse aquí». ¡Y en una reunión de una zona de la diócesis, los sacerdotes y seglares presentes «decidieron» que en su territorio no se haría Comunión y Liberación! Éramos cuatro gatos y ya se nos consideraba peligrosos ...
Durante el curso 1986/87, organizadas por los amigos que habíamos hecho en la «Consellería d'Agricultura» de la Generalitat tuvieron lugar en el Forum Vergés de los jesuitas dos conferencias, una de nuestro amigo m. Bailarín y de José Miguel Oriol sobre la conciencia religiosa del hombre moderno y la otra de Roberto Formigoni sobre cristianismo y política. A ambas asistieron unas setenta personas. A Formigoni, el periodista, Jordi Piquer le dedicaría una interesante entrevista en La Vanguardia del 14 de diciembre.
En el verano participamos en las vacaciones universitarias de Pianolas. Se iban creando así unos lazos de comunión y de amistad con los grupos del resto del Estado, y al comienzo del curso 86/87, empezamos a trabajar «El sentido religioso» de Giussani. Un hecho importante fue la preparación de la exposición sobre Gaudí que tendría lugar en el Meeting de Rímini. La venida de los arquitectos Magistretti y Grippa nos permitió compartir con ellos una jornada entera y escuchar sus testimonios personales. Más tarde, el 25 de junio, y bajo la presidencia del Conseller de Cultura de la Generalitat, Joaquín Ferrer, fue presentado a los medios informativos «la que puede ser sin duda la más importante embajada cultural catalana de este verano: Gaudí estará presente en el octavo Meeting de la Amistad entre los Pueblos que se celebrará en Rímini». Así se expresaba Jordi Piquer en La Vanguardia del domingo 28 de junio.
Al acto, que supuso una evidente proyección ciudadana de lo que nosotros proponíamos como movimiento eclesial, asistieron un centenar de personas, entre los que había muchos amigos del GEN y personalidades como el Conseller d'Agricultura, Miró Ardévol, quien se desplazaría luego expresamente a Rímini para visitar el Meeting.
Participamos unos veinte en las vacaciones de universitarios este último verano en Gijón, de las que nos ha quedado el excelente testimonio de Nuria Mora: «Ahora me acuerdo de que antes de ir estaba totalmente perdida en mi mundo, confusa y sin ganas de participar realmente. ¡Tampoco sabía exactamente por qué iba! No me había implicado demasiado durante este año y me dejaba llevar por el sentimentalismo de hacer cosas ... ; pero viviendo en medio de esta compañía que reconocía a Dios en cada momento del día y en los hechos más cotidianos y sencillos de cada día, se veía una unidad, reflejo de una amistad sincera, vivida con una razón más profunda que un puro sentimentalismo.»
Yo tuve que renunciar a ir a Gijón porque mi madre, ya delicada de salud, dio un bajón fuerte por aquellos días. Cuando creí que estaba de nuevo estabilizada su situación, pensé que podía viajar a Rímini junto con Diego y Silvia, Kiko y Maru, Mar e Ignasi -estos últimos, una pareja casada civilmente de quienes nos habíamos hecho amigos y que el 24 de septiembre recibirían el sacramento del matrimonio, en cuya celebración participaría activamente todo el grupo-. El caso de Ignasi y de Mar es increíble [ver «Nueva Tierra», nI2 9: "He descubierto el matrimonio cristiano"]. La búsqueda apasionada de Mar por «ser feliz» y la tremenda humanidad de Ignasi que, a pesar de su agnosticismo inicial, se ha acercado a nuestra posición humana, sintiéndose perteneciente a nuestro grupo, constituyen una especie de paradigma de lo que proponemos y vivimos en el movimiento. Allí en Rímini, las conferencias de m. Ballarín, Bonet y Bassegoda sobre Gaudí gozaron de una extraordinaria audiencia y fueron seguidas con mucho interés; así como la exposición sobre la Sagrada Familia de Gaudí.
Al dejar Rímini, nos dirigimos a Corvara para participar en las Vacaciones Internacionales. Fueron unos días de gran intensidad en la comunión y la amistad. Cuando me acercaba, pocos días después, a Collevalenza de Todi para el encuentro con los sacerdotes, me llegaba la noticia del fallecimiento de mi madre. No puedo olvidar la compañía, el consuelo y la solidaridad en el dolor que me expresaron tanto Mons. Javier Martínez -quien iba a dirigir los ejercicios- como el mismo don Giussani. Don Giorgio Zanone, con otro sacerdote, se ocuparon de todo y me acompañaron al aeropuerto de Roma para regresar lo más pronto posible a Barcelona. Mi homilía en el entierro de mi madre fue como un eco de lo que había escuchado en Corvara. Empecé con estas palabras de Juan Pablo II, tan queridas para nosotros: «Nosotros creemos en Cristo muerto y resucitado, presente aquí y ahora, el único que puede cambiar, y de hecho cambia, al hombre y al mundo» (pensad que tenía ante mí la plana mayor del socialismo de la Ciudad Condal...). El hecho luctuoso de la pérdida de mi madre está ya asociado para siempre a nuestro movimiento.
Al inicio del curso 87/88, el día del Pilar, contamos con la presencia de Carras y Mauro. Vivimos una jornada espléndida en la casa de ejercicios «Sagrada Familia» de Rubí. ¡Éramos unos cincuenta, entre nuestro grupo y los amigos interesados! Comimos juntos en el bosque, celebramos la Misa, escuchamos la charla de Carras sobre las dimensiones fundamentales del movimiento. Creo que este encuentro fue estimulante para todos y nos lanzó a la aventura del presente curso, en el que hemos empezado a realizar gestos concretos, tales como colocar las «Atlántidas» -carteles con un juicio sobre un problema concreto- en algunas facultades. Concretamente, se hizo una presentación en Económicas sobre lo que estamos viviendo en el movimiento, que supuso jugarse personal y públicamente el tipo ante los compañeros. Algunos de los carteles no son firmados solamente con nuestras siglas, sino con nuestros nombres y apellidos.
También en Llavaneras estas vacaciones de Navidad, en un local público, hicimos una exposición de lo que representa para nosotros la experiencia del movimiento. Poco a poco va surgiendo el deseo de comunicar lo que vivimos en el propio ambiente. Estos gestos nos han exigido, además, preguntarnos por qué seguimos en este camino y por qué vale la pena vivir esta pertenencia.
Los miércoles, en los comedores de la universidad, se reúne un buen grupo para hablar de los problemas de la Universidad. Los lunes, otro grupo se reúne para leer el periódico juntos. De vez en cuando, para subrayar el tiempo litúrgico, celebramos la Misa. Algunos han empezado a formar un pequeño coro, dirigido por Marta Romaní, para animar nuestros encuentros y celebraciones. Los de Barcelona ciudad han iniciado también periódicamente la «caritativa» en el comedor que las monjas de Madre Teresa han abierto en los barrios bajos de la ciudad. Los de Llavaneras la hacen con un grupo de adolescentes de su parroquia. Lo importante es compartir con los demás para vivir con gratuidad todas las circunstancias de la vida. Esto incide luego también en el resto de nuestra vida, cambiando poco a poco las relaciones familiares, con los amigos, etc. Así vamos creciendo.
Por último, quisiera subrayar cómo nuestra experiencia va suscitando interés, a veces curiosidad, y por parte de algunos, incluso recelos y temores. Desde el campo teológico, por ejemplo, cabe destacar la lección inaugural dada por Josep María Rovira y Belloso en la Facultad de Teología, y luego publicada con el título «Fe i Cultura en el nostre temps» (Sauri, Publicaciones Abadía Montserrat, 1987), en la que analiza -y lo hace con respeto, aunque no comparta nuestra perspectiva- nuestra experiencia en un capitulito dedicado a los «católicos de la presencia»: «Éste me parece el "momentum veritatis" de la presencia -escribe Rovira-: la necesidad de una palabra fuerte, viva, testimoniada personalmente y en comunión como "force de fráppe" respecto de la ola cultural que, no sólo prescinde de la hipótesis-Dios -como decía Laplace a Napoleón-, sino que vive y actúa asi precisamente en tanto que va sacando todas las consecuencias prácticas de la "muerte de Dios"» (p. 117). Hasta aquí Rovira es positivo. Luego advierte a continuación del peligro de apelar a la comunión «desde un cierto elitismo, las ilusiones de un inconformismo impaciente, la ambigüedad de una lucidez que, sin una concreta fidelidad a la causa de los pobres y de la paz, puede llegar a ser reaccionaria». Y termina diciendo: «Lo mínimo que podemos aprender de CL es el espíritu de iniciativa cristiana. Desde nuestra pequeña patria catalana -escribe todavía- nuestra aportación a estos hermanos seria el conocido "adagio": "más vale sumar que restar"; más vale profundizar y hacer realmente la comunión eclesial -entre todos- que no sentirse "redentores impacientes"» (id.).
Desde Cataluña, y reconociendo el peso específico que estas palabras de nuestro teólogo tendrán en la opinión eclesial catalana, sólo nos queda ir demostrando con hechos concretos y con sencillez la validez de nuestra experiencia y nuestro deseo de compartirla con todos los que sin prejuicio alguno reconocen, como nosotros, la magnitud de los retos que tenemos delante (secularización, cultura de la increencia, etc.) y la convicción de que el Espíritu no deja de suscitar nuevos carismas con los que responder a las nuevas circunstancias. Por lo demás, el Supremo Pastor ha reconocido con creces la validez del carisma de nuestro movimiento. En todo caso, y hablo por lo que he sufrido en mi propia carne, hoy por hoy, no somos nosotros quienes «restamos». Mi experiencia con aquel movimiento estudiantil del que yo formaba parte avala esta afirmación.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón