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Huellas N.10, Febrero 1988

BREVES

Cartas

Javier Prades

Aquello era algo distinto
Queridos amigos,
Cada vez que me encuentro con una experiencia interesante me hago la misma pregunta: ¿a quién escribo en España para contárse­lo? Al final, en la duda, me vence la pereza y no escribo a nadie. Sin embargo no me parece justo dejar pasar tantas ocasiones y aprove­cho NUEVA TIERRA para escri­biros a todos a la vez.
Cuando emerjo de las profun­didades «balthasarianas» sigo aprendiendo en las frecuentes oportunidades que el Movimiento nos pone a tiro. A modo de ejem­plo os cuento la más reciente: se trata del viaje que Fidel y yo he­mos hecho a Florencia y Varese.
La primera etapa era Florencia. Allí encontramos al P. Franzelli y a algunos universitarios florenti­nos (por cierto, recuerdos de su parte para todos los que estuvieseis allí en el '85) y asistimos a una intervención de Cesana sobre el tema
«Movimiento Popular, una obra dentro de la sociedad» (muy potente). Al día siguiente salimos para Varese, donde participamos en el retiro de la Fraternidad y en la conferencia que la «Asociación para Uganda» había organizado sobre el tema «Historia de la mi­sión católica en Uganda». El po­nente era el P. Fidel González.
Todos los momentos han sido intensos y provechosos pero, como no me puedo extender de­masiado, me limito a comentaros mis impresiones sobre la confe­rencia de Fidel y sobre la «Asocia­ción para Uganda».
Externamente fue el acto me­nos espectacular (asistieron unas ochenta personas, frente a los más de mil universitarios de Florencia) pero allí se podía descubrir muy profundamente, quizá más que en los otros actos, la capacidad del Movimiento para generar una so­ciedad nueva.
A primera vista se trataba sólo de una lección de historia para unos cuantos interesados en las misiones, nada especialmente ori­ginal. Muy pronto se hizo eviden­te que aquello era algo distinto. Allí no se aburría nadie -como corresponde a este tipo de cosas­ porque, efectivamente no se escu­chaba sólo una lección de historia. Se estaba hablando de una vida: no sólo de la vida generada por los cristianos en Uganda (testimonia­da en primera persona por Fidel) sino también de la vida de los pre­sentes, que sentían el curso de la explicación como algo propio.
Los diez primeros Padres Blan­cos martirizados en África podían tener su continuador en cualquie­ra de los hijos o los amigos de tan­tos asistentes (de hecho acababa de llegar la noticia de un combate entre Ejército y guerrilla con un saldo de cien muertos); la confe­sión de fe en Jesucristo que los cristianos ofrecían a sus conciuda­danos de Uganda era la misma que los miembros de la Asociación ofrecen a sus vecinos de Varese. En una palabra, la fecundidad de la vida del Movimiento en Kitgum (Uganda) era comprendida sin ninguna dificultad: bastaba volver la mirada a aquellos que, después de vivir su vocación en Uganda, estaban sentados en la primera fila (Guffanti, Nicora y tantos otros) ratificando con su vida ac­tual la verdad de aquella experien­cia. Para muchos de los asistentes, ajenos al mundo eclesial, era posi­ble seguir las vicisitudes de la Igle­sia en África, las intervenciones episcopales, las tareas misiona­les... , porque previamente existía un hecho que había generado unas relaciones nuevas, gracias a las cuales se les desvelaba la verdad de unas palabras que para otros care­cen de sentido.
En la conferencia (en la que sólo un tercio de las personas era del Movimiento, y muchos ni si­quiera eran creyentes) se verifica­ba una vez más que una experien­cia cristiana verdadera ejerce una fascinación sobre cualquiera que tenga su capacidad humana me­dianamente despierta. Y que, por lo tanto, para acercarse a los ale­jados no hay que recortar la expe­riencia (ni su lenguaje) sino vivir­la a fondo en todas sus dimen­siones.
Nos contaba después el doctor Guffanti que muchas veces no ha­bían logrado reunir en estos actos a más de diez personas, pero que poco a poco la verdad de lo que ha­cían -verdad en primer lugar para ellos mismos- se estaba ex­tendiendo en todas direcciones.
Sin duda, las anécdotas misioneras pueden conmover en un pri­mer momento, pero difícilmente se convierten en criterio para la vida. En Varese no se trata de anécdotas; siguen viviendo con la misma grandeza de mirar, con la disponibilidad y la creatividad con que se fueron un día a Uganda: es­tán presentes en todos los niveles de la vida pública de su ciudad (so­cial, cultural y política), son punto de referencia para otras comuni­dades de CL en Italia, viven la fa­milia con enorme atención y cari­ño, colaboran con la catequesis parroquial, y un largo etcétera.
La clave de esta vitalidad siem­pre renovada nos la daba Peppe Nicora cuando nos decía que para ellos lo más importante no era tal o cual proyecto, ni siquiera Ugan­da (a la que han entregado y en­tregan lo mejor de su capacidad y talento) sino la conciencia de per­tenecer al Movimiento. Es en la pertenencia donde todo se con­vierte en transparencia, donde aparece Aquél más grande que está en medio de nosotros. Lo de­más viene a continuación.
La fe genera una sociedad nue­va. Y el espacio donde se empieza a hacer visible es la Iglesia, que nosotros estamos construyendo desde este lugar concreto en que el Señor nos ha colocado.
Espero tener noticias vuestras.
Un abrazo

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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