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Huellas N.10, Febrero 1988

LIBERTAD RELIGIOSA

América: El régimen contra el hombre

Cuba, Chile, Nicaragua, Para­guay, Méjico: son algunos de los­ hombres que reclaman nuestra atención cuando se trata de hablar de limitaciones y a veces de clara represión de la libertad religiosa en América Latina. Naciendo de ideologías opuestas (marxismo, seguridad nacional), generan, sin embargo, regímenes similares, donde el hombre no puede ser tal, porque se niega su libertad. La lu­cha contra la religión es conse­cuencia o por lo menos acompaña a la lucha contra el hombre: prue­ba significativa de que la promo­ción religiosa auténtica implica la promoción del hombre.
En Cuba, el ateísmo es oficial, a pesar de que la Constitución de 1976 asegura la libertad religiosa. En los últimos años, el régimen ha dado signos de apertura, culmina­dos en el encuentro eclesial cuba­no de febrero de 1986, una especie de sínodo de todas las fuerzas católicas de la isla. Esto ocurre na­turalmente, después de que el sis­tema ha destruido todo el tejido eclesial y expulsado, encarcelado o fusilado a los dirigentes eclesiales durante el primer período de la re­volución. En cualquier caso, ahora parece que de nuevo las esperan­zas se están enfriando, pues los ca­tólicos siguen siendo objeto de discriminación y la Iglesia ve reduci­da su acción al interior de las sacristías.
En Nicaragua, la intención de los sandinistas ha sido la de divi­dir a la Iglesia, para demostrar a la opinión pública internacional que la religión goza no sólo de toda libertad, sino que incluso hay una «Iglesia» de parte de la revo­lución. ¿En qué otro país hay sacerdotes en el gobierno como aquí? Las formas de persecución de la Iglesia, son de todos conoci­das a pesar de todo: expulsión de sacerdotes, clausura de medios de comunicación, prisión para nume­rosos laicos católicos... En el clima de distensión que generaron los acuerdos de Esquipulas, muchas medidas han sido suspendidas. El futuro está por ver.
Por su parte, Pinochet en Chi­le, y el general Stroessner en Pa­raguay, combaten a la Iglesia que se ha puesto de parte del hombre y reclama la libertad para el pue­blo, la excarcelación de los prisio­neros políticos, la justicia para los acusados, la solidaridad con los po­bres. Calumnias, daños a edificios de la comunidad cristiana, prisión, expulsión de sacerdotes, son los medios de represión del régimen.
En realidad, la Iglesia sufre en América Latina un poco por todas partes, siempre que trata de ex­presar las implicaciones sociales de su propuesta: dieciséis sacerdo­tes muertos en Guatemala del 79 al 84, siete en Colombia sólo en el curso del pasado año, dos en Bra­sil, etc. Por no hablar de los cen­tenares de laicos que han dado su vida por su fe, y en el ejercicio de la justicia.
Por último hay que nombrar a Méjico, que cuenta con una cons­titución claramente lesiva para los derechos de los creyentes. En un país donde la Iglesia es la única institución con autoridad moral frente al pueblo, los cristianos no tienen derechos a la evangeliza­ción pública, y las penas contra los sacerdotes que «hablan de políti­ca» son desproporcionadas.
Mientras la Iglesia católica y las Iglesias protestantes históricas son perseguidas y obstaculizadas en su acción, gozan de gran apoyo por el contrario, las sectas funda­mentalistas, que en numerosas ocasiones están implicadas en el poder político y económico. Está claro que su religiosidad espiritua­lista y lejana de la vida real se con­vierte en un cómodo soporte de los juegos de interés de los po­derosos.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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