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Huellas N.10, Febrero 1988

LIBERTAD RELIGIOSA

Olivier Clément: Los ídolos y el verdadero Dios

Litterae Communionis:-¿Cuáles le parece que son los obstáculos más graves para la li­bertad religiosa en la sociedad occidental?
Olivier Clément: -Desde el punto de vista de los principios, la libertad religiosa en Occidente existe: los cristianos, por ejemplo, pueden reunirse para rezar, de­sarrollar acciones en el campo ca­ritativo, cultural e intelectual. Sin embargo, tengo la impresión de que esto es simplemente una apa­riencia: de hecho, existe una erró­nea concepción de laicidad muy arraigada. Me explico con dos ejemplos que atañen a dos secto­res fundamentales de la conviven­cia civil: la enseñanza y los medios de comunicación.
En nuestra enseñanza hay una gran preocupación por transmitir el patrimonio humanista de la tra­dición greco-latina y los logros del pensamiento moderno, pero se desconoce prácticamente el pensa­miento bíblico y medieval; en filo­sofía ya no se explica a aquellos autores que hacen una clara refe­rencia al mensaje bíblico o a la re­velación, desde los Padres de la Iglesia hasta Lévinas. La razón es que se definió la laicidad de la en­señanza, en el siglo pasado, a par­tir de la lucha en contra de las Iglesias y, aún hoy, la escuela no deja que la tradición cristiana ten­ga su justo lugar. Esto lleva a unas consecuencias muy graves: si yo llevo a un joven francés delante de la catedral de Nótre-Dame en Pa­rís, él no estará en absoluto capa­citado para comprender qué significado tiene aquella, ni en su con­junto ni en los detalles particu­lares.
En segundo lugar, los medios de comunicación. En la programa­ción de la televisión -el instru­mento que determina el conjunto de las imágenes colectivas de nuestras sociedades- el cristia­nismo está prácticamente ausente; se dan informaciones rápidas y a menudo tendenciosas. Lo que se percibe es una especie de toleran­cia sin ningún interés real. Un ejemplo: cuando el Papa estuvo en Lyon, y se encontró con los jóve­nes, la televisión le dedicó una transmisión; el noventa por cien­to del tiempo pasó en la descrip­ción, más o menos folklórica, de la masa de gente que estaba esperan­do; cuando luego llegó el Santo Padre y empezó su discurso, el te­lecronista anunció que el tiempo se había acabado y así terminó la transmisión.
Después de estos dos ejemplos hace falta hacer una consideración posterior: no se puede enseñar algo, ni tampoco ofrecer noticias sin afirmar, de hecho, una cultura subyacente. Ahora bien, si en la enseñanza y en los medios de co­municación occidentales el cristia­nismo ya no está presente, ¿cuáles son los valores que se comunican? Fundamentalmente, uno sólo: el dinero. Éste ha llegado a ser el ídolo dominador de nuestra civili­zación y para lograrlo se recurre al estímulo de los instintos más me­diocres del hombre: la violencia, el sexo, el «carrerismo», de los cua­les, y no por casualidad, están lle­nos los mensajes de los medios de comunicación.
Hace muchos años Giorgio La Pira me invitó a ir a Florencia y me impactó mucho su intento de restaurar los símbolos cristianos en las calles y en las plazas de aquella ciudad. Ahora, sin embar­go, nuestras grandes ciudades no tienen ya signos cristianos y en re­compensa están llenos de recla­mos a los nuevos ídolos moder­nos; Cristo está ausente y Afrodi­ta, la diosa griega del amor, está omnipresente.
Litterae: -¿En qué sentido la libertad religiosa es fundamento de la paz?
Clément:
-Es fundamento de la paz porque pone en juego lo más valioso y fundamental que hay en el hombre: el mismo hom­bre en cuanto persona en su deci­sión fundamental. No se puede construir la paz en la limitación o en el atropello de la parte más no­ble del hombre: su alma. Y es ésta precisamente la enseñanza más grande que las terribles tragedias de nuestro siglo, los «gulags», los campos de exterminio y los regí­menes totalitarios han olvidado: que el hombre puede trascender todos los condicionamientos y no rendirse renunciando a su huma­nidad. Esto sólo es posible en las personas para las cuales Dios, alma, ideal tienen todavía un sig­nificado. Impedir que el hombre exprese este nivel de la propia conciencia es atentar contra la paz, en su forma más grave. Por tanto, la libertad religiosa es fundamen­tal y determina a todas las demás libertades.
Litterae: -En el documento conciliar sobre la libertad religio­sa Dignitatis humanae se recono­ce, como algo esencial a la mis­ma fe religiosa, su dimensión asociativa y pública, y las formas de expresión derivadas de esta dimensión. ¿La cultura estatalis­ta dominante representa una amenaza a esa dimensión?
Clément:
-Es evidente que no se puede vivir la fe de forma pri­vada o individualista. Para noso­tros los cristianos, por ejemplo, es fundamental concebirnos como parte del cuerpo místico, inseparabies los unos de los otros y res­ponsables de toda la humanidad entera. Es evidente, por tanto, que debemos poder tener la libertad de expresar plenamente nuestro ser comunidad.
Sin embargo, el punto de vista estatalista, en la actualidad el más difundido, tiende a definir la fe como algo privado (además ésta es la fórmula típica del socialismo real) y que, por tanto, no tiene ciu­dadanía en la cultura de nuestra época. Hace falta reaccionar deci­didamente en contra de una men­talidad que querría impedir a los creyentes su expresión, incluso, en el campo político, económico y so­cial. Los cristianos no son los «ex­pertos en el campo religioso», personas mustias con cara de idio­ta y los ojos vueltos hacia el cielo. Nosotros afirmamos, por el con­trario, que todas las realidades, vi­vidas en un determinado nivel de profundidad, tienen una dimen­sión religiosa.
Hay que resaltar, además, que la cultura más abierta de hoy ha superado ya un cierto sectarismo por el cual se considera al hombre en cuanto politicus, economicus, steticus, o cualquier otra particularidad. El problema de la cultura actual es: ¿qué es el hombre?, ¿cuál es su sentido? En estas pre­guntas fundamentales los cristia­nos pueden colaborar con aquellos que yo llamo «humanistas abier­tos», para la construcción de una sociedad que permita a todos ex­presarse.
Litterae: -¿Le parece cierto que el peligro más grave de nues­tra sociedad es el intento de so­focar el sentido religioso?
Clément:
-La eliminación del sentido religioso, de la pregunta nihilista, enmascarada de hedonis­mo; se quiere hacer vivir al hom­bre en un permanente estado de juventud, de belleza, de diversión, de exaltación vitalista. Se exalta la esfera intelectual e instintiva, pero el corazón del hombre, el lugar de su sentido religioso es ignorado.
A pesar de todo estoy conven­cido, sin embargo, de que la volun­tad de borrar la pregunta religio­sa, la voluntad de hacer aceptar to­talmente el nihilismo, no sólo no se podrá conseguir, sino que en cierto modo irá incrementando el sentido religioso. En nuestra so­ciedad, se intenta bloquear la pre­gunta; pero ésta renace continua­mente, incluso en formas de de­sesperación: pensemos en los sui­cidios, en la droga, en las formas de misticismo oriental, en el ero­tismo (que es una búsqueda deses­perada del éxtasis y de la otra per­sona). Pensemos también, en po­sitivo, en el redescubrimiento de la amistad, de la generosidad sen­cilla, etc.
La pregunta del hombre no se puede borrar; no se puede conver­tir al hombre en un animal vivi­dor. Él sigue siendo un animal «enfermo» de trascendencia, «ca­paz» de Dios. Y si se le niega a Dios, buscará a los ídolos.
Las preguntas que constituyen el corazón del hombre implican, a su vez, las respuestas. Aquí está la tarea de los cristianos: al hombre que busca a Dios hay que decirle que Dios le busca a él.
Litterae: -¿Cuáles han sido las responsabilidades más graves de la Iglesia en el proceso de descristianización?
Clément:
-Las Iglesias, sobre todo en el siglo XIX, quisieron mantener una sociedad cristiana apoyándose en el poder de los es­tados. Esta situación ha confirma­do un laicismo que ha ido conci­biendo los derechos del hombre en contraposición con los de Dios. Otra limitación del cristianis­mo ha sido la reducción de su mensaje a la única dimensión mo­ral y pietista.
Entonces la tarea principal que, como cristianos, nos espera es la de evangelizar todos los ámbitos de la existencia. Cosa imposible sin la petición y la contemplación.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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