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Huellas N.11, Diciembre 2022

RUTAS

Una bocanada de aire fresco

Gloria Rodríquez y Paula Seghers

«Norbaitek zerbait hitzeman al digu? Eta orduan, zergatik gaude zai?» es el título euskera de la exposición sobre el capítulo quinto de El sentido religioso que los universitarios han llevado a Bilbao. Para entendernos, «¿Acaso alguien nos ha prometido algo? Y entonces, ¿por qué esperamos?»

Todo comienza con Gloria, la única del CLU de Bilbao, y Sofía, una amiga de su clase. Así lo cuenta ella: «En abril fuimos a la exposición en Madrid. Me sorprendía verme reflejada en tantos paneles, acordándome en uno de mi compañera de piso que me preguntaba por su tristeza de la semana anterior, en otro de Andrea y su pregunta sobre la insatisfacción después de quedar con un chico, y de tantos amigos. Sofía me decía en bajito: "esto tienen que escucharlo nuestros amigos". Volvíamos las dos en el autobús a Bilbao con unas ganas tremendas de salir al encuentro de nuestros amigos. "¿A ello también les pasará lo que cuenta la expo?", me preguntaba Sofia en el bus. Y con ese deseo de entrar en diálogo a este nivel con nuestros amigos, compañeros y profesores, y darles a conocer lo que nos habíamos encontrado, escribimos en julio al departamento de cultura de la Universidad del País Vasco proponiéndoles llevar a cabo esta iniciativa.
Nos respondieron diciéndonos que temían que nuestra propuesta no se acercaba al enfoque con el que estaban trabajando y que además no contaban con un espacio para poder acoger la exposición. Ante este mensaje, respondimos poniendo delante una intervención de Íñigo Errejón en el parlamento que sacaba a la luz el momento de crisis social y humana ante el que nos encontrábamos. Por ello nos atrevíamos a decir que esta exposición era absolutamente pertinente para cualquier programa formativo dirigido a los alumnos, que sencillamente hablar de ello arrojaba un punto de luz ante una cuestión que tantas veces es un tabú. Les decíamos: "la universidad es una institución que nace del deseo de profundizar en la realidad juntos, la realidad de hoy tiene que ver con esta crisis, y no quisiéramos mirar a otro lado". No obtuvimos más respuesta, así que a la vuelta de verano volvimos a contactar con ellos y la respuesta fue la misma, insistiendo en la limitación del espacio. Ante esto fuimos a ver al encargado de infraestructuras de la facultad que nos dijo que ya estaba pensando en varios sitios que podrían servirnos, lo único que necesitábamos era la aprobación de los decanos de Medicina e Ingeniería. Redactamos juntos un dossier contándoles la iniciativa y, para nuestra sorpresa, la respuesta de ambos, en especial del decano de Medicina, ¡fue mayúscula! Apoyaban llenos de ilusión de iniciativa. Con esto, junto con el apoyo del consejo de estudiantes de Medina e Ingeniería y con la ilusión del resto de nuestros amigos del CLU, nos pusimos manos a la obra».
La semana del 25 al 28 de octubre fue una verdadera explosión de vida. Se organizaron turnos de guías que viajaban desde Madrid a Bilbao, en un constante ir y venir de coches. El marte llegaban unos para montar que el miércoles volvían, otros se quedaban allí, a los que nos sumamos los que íbamos el jueves temprano para volver el viernes y el sábado. O los del concierto que llegaban el jueves a las dos de la madrugada para volverse en menos de 24 horas. Allí nos acogía la pequeña comunidad de Bilbao. Elena, Carmen y Gloria nos abrieron las puertas de su casa para cubrir su salón con colchones hinchables. El Excel que había preparado Elena para organizar las camas/colchones hinchables/sofás donde íbamos a dormir no daba abasto, constantemente había que introducir cambios por los amigos que se iban sumando al atractivo de lo que estaba sucediendo en Bilbao. En una de estas le decíamos: «pero Elena, esto es demasiado, nos han dicho que vienen más y no tenemos dónde meterlos»; y ella respondía: «no seré yo quien ponga límite a tanta sobreabundancia». Once chicos del CLU durmieron en su casa esa noche. Entre ellas tres y dos amigos de la clase de Gloria, llegaron a acoger a 30 personas a lo largo de los cinco días de la exposición. Todo un despliegue de inexplicable disponibilidad. Al ir y venir de coches desde distintos puntos de la península se unieron también dos coches con universitarios de Barcelona, otro desde Pamplona y varios desde Santander.
Esther, de la comunidad de Santander, llegó a hacer tres viajes. El primero para montar la exposición, otro para hacer la compra y cenar con nosotros unos bocadillos de
atún con pimientos en un parque, y el último para ver el concierto que prepararon algunos amigos como cierre de la exposición.

Llegar a Bilbao coincidió con ponernos en juego a lo grande. Estábamos plantando en la Universidad del País Vasco, en un espacio público, una exposición cuyo contenido es nuestro propio corazón, nuestra necesidad. Por eso el diálogo con los paneles era constante y cada pase –aunque fuese el octavo del día– siempre nuevo. Ya el primer día, Cris nos contaba cómo percibía su propio límite y cómo la exposición salía a su encuentro. «Hubo un momento que me bloqueé durante el montaje. Después de la exposición que habíamos hecho en la Complutense pensé que lo había superado. Pero en Bilbao me veía tratando mal de nuevo, obsesionada con la perfección, que las letras quedasen bien alineadas... Delante de Fer, que me preguntaba qué me pasaba, rompía a llorar. Esos días me veía igual de mal que hace un año.
Pero ya había visto que contar lo que me ha pasado a través de la expo era más interesante que mi perfeccionismo. Me fui al baño a lavarme la cara. Al volver dije: "ya estoy". Y Fer: "No, ya estabas antes". ¡Aquí yo soy una, puedo estar entera!».
El jueves nos lanzamos a los pasillos de la universidad, interceptábamos a los que salían de clase o iban a la cafetería y les invitábamos con un ??????????
a ver la exposición. Este momento no estuvo exento de reacciones de todo tipo. Los propios conserjes del edificio nos decían que irían a ver la exposición «cuando esté en llamas».
Otros rechazaban los flyers o los tiraban. Blanca nos contaba cómo vivió ella este momento: «Gloria se acercó a algunos y le dijeron "no" casi sin mirar. Qué dolor proponer lo más sagrado al otro y que lo rechace o lo pisotee. Paula decía: "No me escandaliza, yo lo hago constantemente". ¡Es verdad! Cuántas veces nosotros hacemos igual. En mi historia, he pisoteado he rechazado, he clavado el puñal. Y se me ha amado con esto. Qué deseo más grande de amar con libertad al otro. Yo te lo pongo delante y tú decides libremente. Y yo tantas veces he elegido alejarme y se me ha amado».
Invitábamos libres del resultado. Fue precioso encontrarnos con otros que recibían el flyer con sorpresa. Una mujer de unos 45 años, seguramente profesora, se paró a escucharnos. Miraba el flyer y decía en un susurro: «pero esto es lo que me pasa a mí... ¡claro! ¿Yo por qué espero?». Y acto seguido levantaba la vista y preguntaba quiénes somos, de dónde veníamos, por qué lo hacíamos... Nuestra sorpresa fue ver que apareció a primera hora de la tarde y acompañado. Nos lo cuenta Belén: «Le fui a saludar al verle entrar, me cuenta que ha dejado su clase para escaparse a ver la expo y de paso se ha traído a un colega suyo.
Durante el recorrido veo cómo se le llenan los ojos de lágrimas ante algunos paneles, cómo asiente con la cabeza y sonríe cuando hablamos de las preguntas que tenemos todos y se queda pensativo y silencioso en los últimos puntos del recorrido. Cuando termino se queda callado, baja la cabeza. Yo les sonrío y nos quedamos en silencio, cuando levanta la cabeza me mira con lágrimas en los ojos y me dice: : "Esto tenéis que ir a contarlo a San Sebastían, a la escuela de Arquitectura. Os están esperando desde hace años”. Me pide un contacto, me mira, me sonríe, se queda en silencio y me dice: "No sé qué decir, me voy removido, no me salen las palabras, hacía tanto tiempo que no escuchaba algo así en esta facultad… Gracias, me voy a mi clase de Mecánica Aplicada a hablarles de esto".
Al día siguiente nos llega un mensaje, un tal Unai que había visto la exposición el día anterior: "Como trabajador en el edificio II de Ingeniería de la UPV, después de haber visitado vuestra exposición, solo puedo agradeceros vuestra aparición en estos días para darme una bocanada de aire fresco (…) Espero que os hayáis sentido a gusto entre nosotros. A mí, y para bien, me habéis removido las entrañas. Gracias por todo y volved pronto”».
Como tantos otros hechos. «Que Tere, la señora de la limpieza de la facultad, se bajara a ayudarnos con el montaje; que varios amigos pidieran días de vacaciones para subir a ayudar; que tantos amigos de Bilbao viniesen a ayudarnos el día del montaje y participasen en el concierto; que Sofía y yo saliésemos delante de los 70 compañeros de clase invitándoles a la exposición… Un día, subiendo las escaleras de la facultad, me sorprendía de que las paredes de mi facultad no habían cambiado, la gente tampoco, todavía no estaban los amigos de Madrid, la exposición ni siquiera había empezado y sin embargo, me veía en acto subiendo como una enamorada que está esperando a que llegue lo más grande. Estaba ya atravesada por esta espera
de que lo más grande que ha entrado en mi vida venía en forma de paneles y amigos a mi universidad. "Qué deseo de vivir siempre con esta espera delante de cada cosa", me decía Fer». Estos días se insinúa que toda la vida puede ser esto que cuenta Gloria, una mirada hacia la realidad llena de la espera de un Tú que viene al encuentro, este esperar a que el amor se pase por aquí que canta Avicii.


 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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