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Huellas N.11, Diciembre 2022

PRIMER PLANO

Lo impensable

Aleksandr Archangel’skij*

¿Qué se puede hacer cuando parece que no puede cambiar nada? El papa Francisco responde a esta pregunta: hay que actuar, sin plantearse el problema de cómo te mirarán y te juzgarán. Su profecía por la paz suele "leerse" de manera equivocada, como la propuesta de un compromiso inaceptable o como un llamamiento a negociaciones prematuras, o en todo caso como una anticipación a los tiempos, como un intento fallido de abrir brecha hacia una etapa de la historia universal donde todas las contradicciones hallarán solución y la madre abrazará al asesino de su hijo. Es decir, como un intento de dar un juicio sobre el momento presente desde una perspectiva eterna. En realidad, el Papa no habla de compromiso, porque el compromiso (importante de por sí) entra en la esfera de la política, no en la de la fe. No ha-bla de negociaciones (también críticamente importantes de por sí) porque la negociación pertenece al ámbito diplomático. Tampoco se adelanta a los tiempos, sino que sigue la regla «a cada día le basta su afán».
El Papa habla de otra cosa. Del hecho de que aquí y ahora –más allá de la política y de la diplomacia, en la vida cotidiana– ya se puede y se debe pensar en las categorías de la paz y no de la guerra. Sí, es cierto, no hay que dudar al afirmar quién tiene razón y quién se equivoca, quién es el agresor y quién la víctima. Pero más allá de esto, antes de esto, debemos dejar espacio para la paz en nuestra conciencia y en nuestra alma. No para una mísera reconciliación dictada por la debilidad, sino para la magnanimidad que brota de la fuerza. Haber llevado juntos la cruz en Pascua, por parte de una mujer ucraniana y otra rusa, no ha sido un gesto que reconoce la “paridad” de dos pueblos ni un testimonio de fachada neutral. No, ese gesto indicaba sencillamente que la dimensión de la persona, de lo humano y más aún de lo divino, no se deja atrapar por la lógica de la división. Agresor y víctima no se deben equiparar ni aunar, pero no se puede dividir a las personas que llevan la paz en el corazón.
Así entiendo yo las palabras del pontífice, y esta es la condición, el punto de partida para poder sobrevivir en este momento tan catastrófico de la historia.
Todo lo demás viene después –a los políticos lo que es de la política, a los milita-res lo que es de la acción militar, a los diplomáticos lo que es de la diplomacia–, pero en el principio hay una promesa irrenunciable: «Mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo». Es ilógico, impensable, pero solo gracias a esto tan impensable podemos recibir la oportunidad de realizar lo imposible.

*Escritor y periodista ruso

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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