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Huellas N.10, Noviembre 2022

PRIMER PLANO

Una brújula en el camino

Cardenal Kevin Farrell

Saludo del cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, en el encuentro con los miembros de la Diaconía central de la Fraternidad de CL
(Roma, Palacio de la Rovere – 15 de octubre de 2022)



Queridos amigos:

Os saludo cordialmente a todos y os agradezco vuestra presencia. Doy las gracias especialmente al presidente, el profesor Davide Prosperi, por sus amables palabras y por haber promovido este encuentro. Para mí, así como para los demás miembros del Dicasterio que me acompañan, es una verdadera alegría poder encontrarme con la Diaconía de la Fraternidad de Comunión y Liberación. Algunos de vosotros ocupan importantes cargos administrativos y de gobierno dentro de la Fraternidad, otros representan a las diversas regiones del mundo donde el movimiento está presente, otros están aquí en nombre de los diversos ámbitos de servicio en los que la Fraternidad está comprometida, otros muestran varias ramas que reconducen al carisma que tuvo su origen en don Giussani: los Memores Domini, la Fraternidad de San Carlos Borromeo, las religiosas y presbíteros implicados en la vida del movimiento. La Diaconía representa ciertamente al numeroso y articulado “pueblo” de Comunión y Liberación.
Os puedo asegurar que el Dicasterio desea vivamente estrechar cada vez más lazos de amistad y de comunión verdadera con todos vosotros, porque ha sido testigo del gran don que se le ha dado a la Iglesia a través de don Giussani y quiere estar humildemente al servicio del carisma que vosotros representáis y vivís, cada uno en la situación en la que vive y en diversos ámbitos. Por ello, es importante que podamos encontrarnos en persona, estar juntos, hablar, conocer los rostros y experiencias de cada uno de vosotros. Solo así se puede crear la comunión. Vosotros lo sabéis bien: la comunión entre personas nace del encuentro, de frecuentarse, de compartir, con amistad y sinceridad, lo que se lleva dentro y lo que se vive cotidianamente.
Nos encontramos después de una mañana intensa con el Santo Padre. Creo que aún resuenan en nosotros sus palabras, palabras de afecto, de estima, de ánimo, palabras de un padre preocupado por el camino de sus hijos, y hoy diría que especialmente por vuestro camino, el de Comunión y Liberación.
Sé que retomaréis el discurso del Santo Padre. Merece que se profundice y medite en cada una de sus partes. Hacedlo con corazón abierto y confiado, tanto a nivel personal como comunitario. Que sea vuestra brújula en el camino que se abre ante vosotros con ocasión de la celebración del centenario de vuestro fundador, nuestro querido don Luigi Giussani.
En el Dicasterio también nos vendrá bien meditar sobre este texto y comprender el auténtico pensamiento del Santo Padre, su sentir, su mirada sobre realidades como las vuestras.
Durante este encuentro queremos volver a dar gracias al Señor por la vida de don Giussani y por lo que el Santo Padre ha querido compartir con vosotros esta mañana.
Permitidme señalar dos aspectos de su discurso que me han llamado especialmente la atención.
El Santo Padre ha dicho: «La Iglesia, y yo mismo, [de un movimiento eclesial tan importante como Comunión y Liberación] espera más, mucho más». Son palabras que os otorgan una gran responsabilidad, os invitan a no quedaros en las fatigas y dificultades del momento presente. Os piden en cambio elevar la mirada, ensanchar vuestro horizonte, mirar al futuro con esperanza y coraje creativo porque «el potencial de vuestro carisma está todavía en gran parte por descubrir», decía el Papa. Y añade: «Los tiempos de crisis […] son tiempos de discernimiento crítico de lo que ha limitado el potencial fecundo del carisma de don Giussani; son tiempos de renovación y relanzamiento misionero a la luz del momento eclesial actual, así como también de las necesidades, sufrimientos y esperanzas de la humanidad contemporánea». Son palabras que nos invitan a la conversión, que tal vez nos piden cambiar la ruta que estamos siguiendo… El carisma que nació con don Giussani en el seno de la Iglesia es un gran tesoro para todos, custodiadlo y dejad que se exprese con toda su potencia, permitid que genere vida, y vida en abundancia. El Santo Padre os pide que seáis colaboradores de su ministerio apostólico, tal como hizo Benedicto XVI en la vigilia de Pentecostés en junio de 2006, en un encuentro con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades. En aquella ocasión dijo: «Queridos amigos, os pido que seáis, aún más, mucho más, colaboradores en el ministerio apostólico universal del Papa, abriendo las puertas a Cristo».
Quisiera llamar vuestra atención sobre otra petición que os ha hecho el Santo Padre al término de su discurso. Decía: «Y para concluir, quisiera pediros una ayuda concreta para hoy, para este tiempo. Os invito a acompañarme en la profecía por la paz —¡Cristo, Señor de la paz! El mundo cada vez más violento y guerrero me asusta realmente, lo digo de verdad: me asusta—; en la profecía que indica la presencia de Dios en los pobres, en cuanto abandonados y vulnerables, condenados o dejados de lado en la construcción social; en la profecía que anuncia la presencia de Dios en toda nación y cultura, yendo al encuentro de las aspiraciones de amor y verdad, de justicia y felicidad que pertenecen al corazón humano y que laten en la vida de los pueblos. Que arda en vuestros corazones esta santa inquietud profética y misionera».
En estos tiempos, marcados por crisis dramáticas y espantosas, por guerras que siembran muerte y destrucción, el Papa pide vuestra ayuda concreta, os pide que seáis testigos de esperanza en un mundo donde la esperanza corre el riesgo de desvanecerse. Sabemos que la esperanza nace del encuentro con una Persona que nos ha amado hasta dar la vida por nosotros. Y esa Persona se llama Jesucristo. Por tanto, siguiendo el ejemplo de don Giussani, no temáis comunicar a los que se crucen en vuestro camino el encuentro con la persona de Jesucristo que vosotros mismos habéis experimentado.
«Que arda en vuestros corazones esta santa inquietud profética y misionera».
Que el Espíritu Santo, que hemos invocado al empezar este encuentro, nos conceda no perder nunca esta “santa inquietud”, y que nos anime a mirar siempre más allá, a ir a todas partes, allí donde haya hombres y mujeres que esperan el anuncio de una “alegre noticia”.


¡Gracias por vuestra atención!




 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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