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Huellas N.07, Julio/Agosto 2022

RUTAS

«Las adicciones son una huida de las inquietudes más profundamente humanas»

Ignacio Santa María

Tras su paso por la última edición de Punt Barcelona, el escritor Daniele Mencarelli habla de las inquietudes que constituyen la naturaleza humana y
de las adicciones, que son un intento desesperado de acallar estos interrogantes


La vida de Daniele Mencarelli (Roma, 1974) parece una puesta en escena de la famosa frase de San Agustín «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (Confesiones, libro 1, cap. 1.1). Desde los 17 hasta los 26 años su vida estuvo marcada por la dependencia de la droga y el alcohol. En 1999 emprendió un camino de redención que dura hasta hoy y del que ha dado buena cuenta en una saga de tres novelas de fuerte carácter autobiográfico.
Inició su consumo de drogas y alcohol, como casi todos los adictos, por divertirse junto a otros muchachos. «Esto se juntó con una particular fragilidad, que todavía ahora no sé gestionar y que sigue representando actualmente un problema para mí. Entonces, lo que era un divertimento se transformó en una forma de autodestrucción», explica. Pero lo que más le interesa recalcar es que lo que hay en el fondo de toda adicción es un drama personal último, que es común a todos los hombres, adictos o no, conscientes o no. «O bien somos creados por amor, o bien existimos por cualquier otra causa, lo que nos convertiría en lo más desesperado que se podría encontrar en el universo».
Este es el fondo de la cuestión, el interrogante que constituye la naturaleza humana. Y para Mencarelli no hay medias tintas. «O todo o nada. O somos generados o somos un escupitajo en el universo», llegó a decir en su intervención en el Punt Barcelona. «En esta polaridad, en esta lucha, estamos todos, incluso aquellos que no pueden percibir esto. Esta lucha debe convertirse en la luz que ilumina cada uno de nuestros días y gestos, porque en todos estos momentos podemos decidir cuándo nos adherimos a este deseo (amoroso de crearnos) o a la nada», insiste el poeta y novelista.
Este drama se acentúa, a juicio de Mencarelli, con la modernidad occidental, que introduce en la mentalidad común una posición filosófica según la cual el hombre se concibe como producto de la nada. «Y esta posición intelectual, unida a una suma de factores, hicieron que el hombre contemporáneo afrontara esa inquietud, no con las respuestas, sino con experiencias que le hicieran sentirse menos solo. En este aspecto, las adicciones empeoran mortalmente la situación, porque tienden a aislar todavía más al individuo».
Lo que, a continuación, ha hecho la sociedad –sostiene el escritor– es tratar el problema de las adicciones como un hecho individual, patológico y, en última instancia, desconectado de esa pregunta sobre la propia existencia que subyace en el corazón de toda persona. «La respuesta que hoy nos dan es: “si tú, como individuo, tienes un conflicto, entonces eres un problema. ¡Cómo si la naturaleza de todos nosotros no fuera conflictiva!».
El escritor apunta que, en Occidente, al individuo que saca más a la luz sus interrogantes e inquietudes, especialmente si es joven, automáticamente lo encasillan como una persona con algún trastorno psicológico o psiquiátrico. En cambio, Mencarelli cree que es un error tratar de eliminar estos interrogantes. Lo que propone es dialogar y profundizar en ellos. «No podemos decirle a un adicto: "yo te curo negando tu naturaleza". Al contrario debemos transmitirle: “te curo compartiendo contigo mi testimonio de esta naturaleza que tenemos en común".

Romper el mecanismo autodestructivo. El comienzo de una adicción puede tener motivos muy distintos, pero casi todas las formas de dependencia, al igual que los trastornos psiquiátricos, tienen en común que el individuo vive como un animal encerrado, opina el autor. «Su madriguera es su casa. La casa también se transforma y, en vez de ser un lugar de convivencia, se vuelve un refugio contra los ataques».
En 1999, cuando la adicción al alcohol lo había esclavizado y aislado totalmente, un amigo poeta le buscó un trabajo en una cooperativa de limpieza que daba servicio en el hospital pediátrico Bambino Gesù. Tener que hacer cada día un trabajo tan básico y, al mismo tiempo, encontrarse de bruces con el sufrimiento y la muerte de niños gravemente enfermos fue, para Mencarelli, el aldabonazo que le situó en el inicio de su camino de recuperación. «Para mí, fue fundamental tener un trabajo que me obligaba a salir de casa. Además, para salir de estos mecanismos autodestructivos, hace falta que la realidad te conceda una oportunidad bajo la forma de sociedad, de comunidad. Yo rompí estos mecanismos pidiendo ayuda, pero también encontré una realidad dispuesta a ayudarme». Mencarelli define este nuevo inicio como «un nuevo bautismo» así: «Es algo que te saca de donde estás metido. Sales de casa y ya no eres el juez supremo de lo que haces. Entras en una relación de diálogo, de respeto a los demás y a todos los códigos que normalmente el adicto no observa». El adicto, a su juicio, es alguien que ha cedido una parte sustancial de sí mismo a la droga. Piensa erróneamente que no va a experimentar libertad sino a través de la droga. Son los demás quienes pueden romper esa relación de dependencia absoluta del adicto con la sustancia.

No responder sino acompañar. «Soy un hombre que no tiene respuestas», se apresura a advertir Mencarelli a todos aquellos que lo escuchan esperando unas palabras que les permita afrontar sus propias dificultades, las de sus hijos, las de sus alumnos… Le piden una fórmula mágica para no tener que vivir más dentro de esta prueba que consiste en desarrollar su propia vocación en medio de la realidad. «Porque el hombre concibe esta constante prueba como una carga que no quiere soportar, porque es algo que le obliga a hacer un trabajo, no solo una vez para siempre, sino continuamente».
Y él no cae en la trampa de dar una contestación fácil, sino que les desafía. «No soy un hombre que tenga respuestas, soy una persona que lleva consigo una maravillosa experiencia de amistad dentro de la realidad respecto a estos interrogantes (la existencia, la vocación, el dolor, el sufrimiento, la muerte...)».
Entonces, todas las dolorosas experiencias que ha vivido y los errores que ha cometido se convierten en algo beneficioso para otra personas. «Me permiten acompañar a otros en una experiencia que no quiere eliminar la inquietud, el dolor, la fragilidad, sino que desea afrontar estos temas». De hecho Mencarelli identifica su salvación con el hecho de poder encontrarse a cualquier persona que esté expuesta como él a estas cuestiones. «La gran revolución para mí es hacer de estos temas una promesa para el presente. No me contento con una promesa para el pasado o para el futuro. Quiero una esperanza aquí y ahora. Y esta es para mí la gran fuente de salvación».
Porque el poeta cree que la solución al problema de las adicciones pasa inevitablemente por la educación del sujeto. «La cuestión es poner en el centro al individuo; no a la droga, sino al individuo educado en la droga. Porque pensar en un mundo sin drogas es una ilusión».
Los adultos suelen hacer una lectura equivocada del problema de las drogas porque, en su opinión, en su época de juventud, el consumo de sustancias estupefacientes estaba asociado a un espíritu de transgresión de las normas. «Los jóvenes hoy día no tienen esta conciencia de la transgresión y consumen ciertas sustancias para acallar cualquier inquietud interior». El escritor describe una escena vivida a su paso por Barcelona cuando cenó con una familia y algunos de los hijos le planteaban el dilema del uso o el abuso de determinadas sustancias. Esta fue su respuesta: «Yo no juzgo a nadie pero te digo que, si consumes droga, intenta conocerte bien, saber bien quién eres, porque si no lo ha-ces, además de engancharte, lo doloroso es que la droga no sanará tus inquietudes ni tus fragilidades. Los interrogantes volverán a salir a la luz y la droga no les dará respuesta».


«El tiempo no lo cura todo»
Cuando se le pregunta a Mencarelli por qué dio el paso de escribir abiertamente sobre su adicción en un formato narrativo, responde que no fue una sola causa la que le motivó, sino que se formó un cúmulo de factores. No fue una decisión fácil: de hecho, tardó 17 años en hacerlo. «El tiempo ha sido un factor fundamental –señala–, no solo para el hombre que vuelve a mirar su pasado, sino también para el escritor que debe trabajar en la distancia».
De hecho, para sus familiares, especialmente para su madre, ha sido duro volver a recordar estos episodios y ciertos detalles. «El tiempo lo cura casi todo, pero no todo, porque hay cosas que hice en ese periodo que incluso yo no me he perdonado del todo», concluye Mencarelli. Para entender mejor todo este proceso vital y creativo, es útil una breve cronología de su vida y su obra narrativa autobiográfica.
1991. Con 17 años, veranea con unos amigos en la playa. Es el primer viaje que hace solo con otros muchachos y sin sus padres. Después de varios días de excesos, y a causa de un desencuentro con estos amigos, Daniele decide volver a Roma solo y a pie.
1994. Daniele ya es adicto a la cocaína y al alcohol. Un repentino ataque de ira tendrá como consecuencia un ingreso no voluntario en un hospital psiquiátrico.
1999. A los 25 años, Mencarelli es un alcohólico crónico que no puede controlar la bebida, para desolación de sus padres y hermanos. Lleva dos años escribiendo y publicando poesía en la revista ClanDestino. El director de esta publicación, conocedor de su situación, le consigue trabajo en una cooperativa de limpieza industrial. Mencarelli se estrena como limpiador en el hospital pediátrico Bambino Gesù. Es el inicio de su recuperación.
2017. Escribe y publica su primera novela autobiográfica La casa de las miradas, que narra su periplo por el Bambino Gesù y el inicio de su recuperación. Mondadori la publica en Italia donde obtiene un enorme éxito de público (más de 50.000 ejemplares vendidos) y de crítica, de modo que la obra obtiene los premios Severino Cesari opera prima, Volponi, John Fante y Cral Mondadori.En España, Ediciones Encuentro publica este libro en 2020.
2020. Se publica en Italia Tutto chiede salvezza, segunda novela autobiográfica que narra su experiencia del internamiento psiquiátrico de 1994 y tiene como protagonistas a los cinco hombres que coinciden con él durante ese ingreso de una semana de duración. La novela obtiene el premio Strega en la categoría joven y resulta finalista del mismo premio en la categoría general. La plataforma Netflix ha adquirido los derechos para rodar una serie basada en este libro. El estreno está previsto para este verano.
2021. Mencarelli publica su tercera novela Sempre tornare, donde narra su viaje a la playa en el verano de 1991 y su camino de vuelta a Roma. Este retorno a su ciudad no es un mero viaje geográfico sino que se convierte en una ocasión de contemplación de la realidad y, a la vez, en un ejercicio de introspección.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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