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Huellas N.07, Julio/Agosto 2022

BREVE

Cartas

Me estaba preparando
La Escuela de comunidad me está ayudando mucho a no dar por descontado nada, a tener más presente al Señor en mi vida, y me ha hecho caer en la cuenta de cómo me ha ido enseñando el camino y preparándome para ser capaz de afrontar las cosas que me va poniendo delante.
Le han detectado un cáncer de esófago a mi marido, en un principio fue una noticia que cayó como una bomba sobre todo en su familia, donde han tenido varios casos y su padre murió de la misma enfermedad. Yo fui la primera en enterarme porque me iban informando mientras le hacían las pruebas. Mi marido tiene una lucha interna con Dios desde que murió su padre y yo tenía esto en la cabeza según me iban diciendo resultados. Mi primera petición fue: «Señor, haz que mi marido vea en mí lo que yo he visto, haz que yo sea tu instrumento y dame fuerzas para acompañarle». Luego leí la Escuela de comunidad: si yo he sido bautizada, lo he sido porque la fuerza del Misterio que me ha transformado en el bautismo quería pasar a otros a través de mí. Yo he experimentado cómo el Señor se ha hecho presente a través de otros y siempre he pensado que yo era poca cosa; yo lo vi y lo veo en personas maravillosas que saben expresarse, que no tienen miedo… pero yo me explico mal y no soy nada. Pero esa línea del texto me llegó a lo más profundo, porque me di cuenta de que me ha ido preparando para poder estar ahora con mi marido.
Fui consciente de la presencia del Señor cuando en una de las esperas en el hospital mi marido me dijo: «El Señor nos está dando tiempo para nosotros. Ahora estamos hablando de nosotros, no de la rutina ni de lo que tenemos que hacer, sino de lo que realmente nos está pasando y de cómo nos tenemos que acompañar». Esta reflexión es fruto de un camino que estamos haciendo con la compañía que el Señor nos pone delante, a través de testimonios que nos van enseñando y que empezamos a vivir.
Dice la Escuela de comunidad: «Cristo ha entrado en mi vida, y mi vida le ha recibido precisamente para que yo aprendiera a comprender que él es el punto neurálgico de todo, de toda mi vida. Cristo es la vida de mi vida. En él se resume todo lo que quisiera, todo lo que busco, todo lo que sacrifico, todo lo que se mueve dentro de mí por amor a las personas con las que me ha puesto». Me he dado cuenta de que esto ha estado presente en mi vida desde que gracias a un amigo me apunté en el grupo de confirmación, pero nunca había sido capaz de expresarlo de este modo, y se ha hecho más presente en mi vida en el momento en que me di cuenta de todo lo que nos está aportando esta enfermedad, un camino no exento de sufrimiento pero con la paz de saber que el Señor nos acompaña.
Carta firmada

La casa de las sonrisas
La Compañía de las Obras organizó una mesa en el Punt Barcelona, que este año tenía por lema la preciosa frase de Cesare Pavese «Vivir es comenzar siempre, a cada instante». La mesa trataba de mostrar esta experiencia en el trabajo y para ello invitamos a tres amigos. Cada uno de ellos había tenido que volver a empezar en algún momento de su carrera profesional o de su empresa y ese nuevo inicio se había dado a partir de situaciones de dificultad.
Llegué al Punt acompañado de Javier. En 2006 le ayudé a cerrar su empresa. Luego encontró trabajo como gerente de otra. Cuando llevaba allí unos años le dio un ictus que le paralizó medio cuerpo y que superó a base de lucha con la ayuda de una estupenda fisioterapeuta. Entramos en el Punt e inmediatamente empezamos a encontrar amigos. Nos saludamos, reímos, hablamos, nos abrazamos..., lo normal. Todo eso incluía a Javier, claro está. Es de fácil trato. Era uno más. Pero para él, a diferencia de mí, no era lo de siempre. Eso que para nosotros es lo normal para él fue extraordinario.
Por la tarde tuvimos la posibilidad de presenciar el encuentro con el escritor Daniele Mencarelli, autor de La casa de las miradas, lo que a Javier le dio pie en su intervención del día siguiente a poner palabras a su experiencia: «esta es la casa de las sonrisas».
En el viaje de vuelta me sorprendió que surgiera de manera espontánea en él el deseo de cambiar, de arreglar ciertas cosas. Me habló de relaciones enquistadas, de ofensas no perdonadas... ¿Por qué? Porque hay una relación directa entre el encuentro y el deseo de ser mejor, de que la vida se cumpla. Ciertas sonrisas, ciertas miradas, ciertos abrazos hacen emerger de lo profundo de uno mismo el deseo de ser verdaderos. Lo que antes podía parecer una solución suficiente para ciertos problemas entonces ya no es suficiente.
«Era una sencillez de corazón lo que me hacía sentir y reconocer como algo excepcional a Cristo, con esa certeza inmediata que produce la evidencia indiscutible e indestructible de ciertos factores y momentos de la realidad que, cuando entran en el horizonte de nuestra persona, nos golpean hasta el fondo de nuestro corazón». Lo dijo don Giussani delante de Juan Pablo II en Roma el 30 de mayo de 1998.
Esto es lo que más necesito, ser sencillo, es decir, estar disponible.
Juan, Madrid

No me falta ningún don de gracia
Quería agradecer la compañía en estos años en que se me ha pedido la responsabilidad del movimiento en nuestra región, a la que he desistido de volver a presentarme por amor y obediencia al carisma y a la petición de nuestro Papa de una renovación. Ha sido una gran provocación el camino y una conversión personal la forma con la que Él, a través del carisma, se ha hecho carne familiar conmigo para amarme, cuidarme y desafiarme a través de todos y cada uno.
¡Qué delicadeza del Misterio, buscarme una y otra vez a través de la comunidad, es decir, a través de la carne que Él eligió!
Hoy, como siempre, Cristo me llama y me busca pero de otra forma, a través de algo que parece renuncia pero no lo es; es una posesión más profunda del carisma y estoy llamado, sin duda, a una fecundidad y libertad aún mayor y nada ni nadie me quita la alegría de seguir mi carrera hacia Él.
Cada uno está llamado a ser el protagonista del encuentro que ha tenido, a ser tierra fértil o bien tierra estéril, a ser corresponsable con aquel al que le toque cuidar este tesoro que tenemos y, mirando al acontecimiento allí donde sucede, ayudarle a retomar desde ahí el método que Giussani nos dejó.
En Escuela de comunidad leíamos el diálogo de Felipe con el Señor: «Muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conocéis? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre».
¡No me falta ningún don de gracia ya que por la gracia más grande he sido alcanzado, y esto me llena de gratitud y alegría! Un nuevo inicio nos espera y espero sea aún más fecundo que hasta ahora, ¡qué grande y bello es vivir para gritarle al mundo entero que Él es todo en todos!
Gianni, La Serena (Chile)


A través de esta carta quería daros las gracias de corazón a cada uno de los que habéis podido contribuir económicamente para que yo pueda participar en las vacaciones de Masella este verano. Este año las vacaciones se planteaban un poco mal y he de reconocer que la situación me agobiaba. El silencio de esta semana –¡bendito silencio!– me decía que había otra cosa y no solo lo que a priori aparecía como escenario fatal. Recuperando algo que nos decía Lepori en los Ejercicios, que «los límites son escalones para subir en este camino», me abandoné con el deseo de dejarle hacer a Él. Pedí ayuda a mis hermanos fraternos y esos días libres a mi jefe, y muy sorprendido fui viendo cómo se organizó todo. Dejarme ayudar económicamente por mis amigos ha sido muy educativo, porque uno es mezquino y vive midiéndose con el resultado. Pero Señor, ¡si el que me da eres tú a través de ellos! Qué alegría poder vivirlo así, libre de etiquetas que no dejan ver lo grande de cada una de nuestras vidas. Me alegro de haber pasado por esto para veros a cada uno de vosotros en petición. Me alegra infinito poder tener este deseo tan grande y sobre todo poder ponerlo delante de vosotros, mi Fraternidad. Para vivir delante de todo lo que me sucede en un camino que hacemos juntos.
Jano



 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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