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Huellas N.1, Enero 1999

EEUU

Llevar la esperanza

a cargo de Maurizio Maniscalco

¿Qué traerá para Estados Unidos el año 1999? Hemos hablado de esto con David Horowitz en su estudio de Manhattan, después de la tradicional fiesta de Navidad. Preocupaciones y deseos, a partir de un año vivido intensamente. Una esperanza más fuerte que cualquier contradicción


Se acaban de apagar las luces de la fiesta de Navidad que David Horowitz, uno de los músicos y compositores más apreciado en Estados Unidos, ha organizado como cada año con todos sus amigos en la Dhma Inc., la sociedad especializada en composiciones musicales en el sector publicitario, televisivo y cinematográfico que él dirige en el corazón de Manhattan. Los lectores de Huellas recordarán que Horowitz participó con su grupo en la velada inaugural del Meeting del 98. David ha aceptado lanzar una mirada más allá del presente, a lo que será el último año del milenio. Pero para mirar hacia delante empieza hablando del presente.

¿Qué está sucediendo en América? El ataque a Iraq, el impeachment (proceso de destitución presidencial) al presidente... ¿Son los últimos coletazos del pasado o una avanzada del futuro?
No he visto mucho de los bombardeos recientes, pero seguí atentamente la Guerra del Golfo. Recuerdo que me impresionó que los programas estaban hechos como si se tratara de un gran show. Los medios de comunicación tienen la capacidad de crear extrañeza hacia nuestros semejantes, hacia el sufrimiento concreto y real que sucede. Aquella guerra fue un gran "espectáculo" tristemente patrocinado. Hoy veo que sucede lo mismo, y no sabría decir si se debe a la apatía o a un errado sentido de la prioridad. Lo único que sé es que como pueblo, como nación, nos hemos plegado a lo que nos dice la cúpula de los políticos. Los americanos no tienen pasión por la política, por los verdaderos dramas de la vida. No sabría decir si esto es el desarrollo del tipo humano que ha creado este país o si se trata de una imposición operada por los medios de comunicación en un mundo en el que gobiernan la vida cotidiana. Para mí es un fenómeno que da miedo.

¿Qué sucederá con el impeachment?
El debate se ha inclinado demasiado hacia un plano vagamente moral, y nosotros no estamos en condiciones de juzgar si el presidente tiene suficiente sentido moral o no.
La posición realista es que, a fin de cuentas, se trata de un político y no se puede suponer que posea un nivel ético superior al nuestro. Esto no tiene sentido. No creo que los principales eventos que están sucediendo, impeachment e Iraq, puedan aportar una novedad radical. No veo cómo podrían hacerlo. Alguien dijo, hace algún tiempo, que "el negocio de América es... el negocio". Y no importa quién esté en la Casa Blanca ni qué partido esté en el poder. El país gira en torno a los "buenos negocios" y la guerra es un "buen negocio". Al final será como si estas cosas no hubieran sucedido nunca. Permanecerán en los libros, pero no cambiarán nada. La bolsa subirá o bajará según lo que suceda en Washington y en el resto del mundo. Y eso es todo.

¿No es una consideración un poco escéptica, por no decir cínica?
Es difícil no ser escéptico, por no decir cínico, en estas cosas. Hay demasiada confusión, demasiada electricidad en el aire, con unos medios de comunicación que exageran las noticias por todas partes, de modo que parece imposible comprender cuál es el verdadero mensaje. Los analistas nos dirán: "Según la opinión más autorizada, puesto que hoy ha sucedido esto, entonces esto es lo que sucederá mañana". Para mí son cosas tan creíbles como la previsión del tiempo. Y, al igual que el tiempo, será lo que sea.

Estados Unidos sigue siendo el país más potente del mundo, el Nuevo Imperio. ¿Qué es lo que hace que permanezca unido a pesar de toda esta confusión?
Pienso que lo que hace permanecer unido al país es, en la mente de la gente, esta vaga idea de lo que es Estados Unidos. El otro día el presidente hablaba - y es una expresión muy común - de la "gran nación americana" o del "gran pueblo americano". Si le pidiéramos que definiera con más precisión a qué se refiere, dudo que fuera capaz de hacerlo. Yo soy estadounidense de nacimiento, pero, ¿con quién me identifico? Lo que mantiene unido al país - ahora y en el futuro - es esta idea de que efectivamente existen unos Estados Unidos. Piensa en el impulso que dio vida al nacimiento de este país, en los descubrimientos. Querían crear un lugar que ofreciese vida, libertad y búsqueda de la felicidad para todos. Pero cuando miras a la historia te das cuenta de que estas cosas no han sido posibles para todos, sólo principalmente para los blancos protestantes. ¿Es esta la tierra de las oportunidades? Pregúntaselo a los nuevos inmigrantes y a sus hijos. Las oportunidades son para los que tienen la energía y la inteligencia necesarias para levantarse con respecto a los demás. Los caminos no están recubiertos de oro y, aunque lo estuvieran, harías bien en equiparte para cavar a fondo. Cada vez resulta más difícil encontrar áreas en las que existan todavía márgenes de posibilidad, de oportunidad. Mientras, nos reducimos cada vez más a ciencia y tecnología. Si no puedes acceder a ellas, eres un perdedor.

El gran pueblo americano...
Pienso que este es el punto clave. No creo que exista un pueblo, que exista algo que pueda definirse como "pueblo americano". No hay ninguna homogeneidad. Este país se fundó como un melting pot ("cajón de sastre"). En términos materiales Estados Unidos es ciertamente el país más fuerte de la tierra, pero todavía es más una idea abstracta que un lugar real. Es un flujo continuo, que se reinventa continuamente. Esta inquietud es quizá la continuación del viejo espíritu de frontera. Es este continuo empuje hacia lo que nosotros mismos consideramos como desarrollo, progreso, evolución, siempre hacia algo nuevo, mejor, hacia algo más. Pero a lo largo del camino hemos perdido algunas cosas.

¿Qué cosas?
Un verdadero sentido de comunidad, de solidaridad, todo aquello sobre lo que hablan tanto los políticos como los dirigentes religiosos. Se habla de caridad, de ayuda al prójimo, pero no existe ningún desarrollo serio de este discurso, desde luego no como el que se da en lo que respecta al desarrollo material. Creo que somos una nación casi completamente vacía de espíritu. Como individuo que ha tenido una vida muy protegida y privilegiada no he sido consciente de muchas cosas que estaban sucediendo en mi país hasta que llegué a los veinte años, cuando comencé a viajar un poco y a ver con mis propios ojos.

¿Qué podría esperar del año nuevo un americano cualquiera, uno al que paráramos por la calle?
Muchos dirían: "¡Que me toque la lotería!". Eso si que sería una buena nueva. Egoísmo. Un interés reducido por lo que verdaderamente eres. O se habla de cosas a un nivel extremadamente retórico, o se desciende enseguida al nivel material. Las cosas suceden a un nivel demasiado alto para que el individuo pueda tener que ver con ellas. Si el presidente ordena bombardear Iraq, mucha gente morirá. Estas personas y sus familias sufrirán, y este sufrimiento no tendrá fin. Y no cambiará - somos como somos - hasta que la gente no empiece a darse cuenta de que todos tenemos una única meta.
Creo que los grandes problemas que parecen imposibles de resolver con nuestras mejores tentativas pueden encontrar respuesta solamente en el corazón del hombre, y hasta que no suceda en el corazón de cada persona no podrá suceder a un nivel más alto. Debe suceder en el microcosmos del individuo antes de suceder en el mundo. Hay una poesía estupenda de W.H. Arden en donde se describe el famoso cuadro de Bruegel La caída de Ícaro. Se ve a Ícaro precipitarse en el mar, y mientras impacta en el agua se ve un velero hermosísimo en el horizonte y un perro en la orilla, que olfatea un árbol. Y Arden nos hace ver que es curioso que algo increíble pueda suceder, y mientras el perro continúa con su vida de perro y el velero prosigue su ruta. Arden dice que deberían haber visto algo extraordinario - un muchacho que cae del cielo -, pero estaban demasiado ocupados en hacer otras cosas...

¿Qué desea a los americanos para 1999?
Tenemos una tradición en mi familia. Cada fin de año, después de la cena, se hace una ronda en la mesa en la que se dicen primero las cosas por las que están agradecidos del año que ha pasado y después se habla de las esperanzas para el año que llega. Salen cosas interesantes, normalmente cosas que tienen verdaderamente un espesor afectivo. Y te das cuenta de que estas son las cosas en las que hemos pensado con frecuencia, aunque estos pensamientos no se hagan ni siquiera conscientes. Están allí, pero son más sentimiento que pensamiento. El corazón del hombre, el espíritu es el reino del desarrollo humano, el verdadero terreno en donde se juega la partida. Sólo tienes que escuchar a tu corazón. Está siempre allí. Una voz que no te engañará nunca. Y es precioso cuando alguien a quien quieres sabe poner voz a aquella voz, y dice: "Quiero compartir contigo algo que he comprendido".

Has vivido mucho de esto en 1998, ¿no es verdad? El año que empieza, ¿te traerá todavía más?
He experimentado este "más" el año pasado más que en el resto de mi vida. En palabras y en música. ¿Acciones? No lo sé. Las palabras se pueden considerar acciones, tienen consecuencias. Las palabras pueden herir y pueden curar. Y, como sabes, en el principio era el Verbo, el Logos...

¿Cuál es el mejor regalo que podrías ofrecer a tus paisanos?
Aprender a escucharse a sí mismos porque así aprenderían también a escuchar a los demás, tratando de comprender más allá de lo que parece que dicen, con empatía.
Así descubrirían que todos somos lo mismo, todos estamos hechos de lo mismo. He aprendido muchas cosas que me cuesta expresar con palabras, porque todo está todavía desarrollándose, sucediendo. Lo que puedo decirte es que si pienso en el momento presente y en el mismo punto hace un año, y comparo dónde me percibo ahora con respecto al año pasado, debo decir que hay un largo tramo de camino en medio. Creo que a esto se le puede llamar felicidad, más felicidad que en los cincuenta años que he vivido. ¿La razón? Algo que tú conoces bien; experiencias que he vivido tanto aquí como en Italia, y que todavía quiero vivir. Si he aprendido algo es que no es razonable sospechar de los motivos ajenos, si escuchas verdaderamente y no te dejas atemorizar por lo que dicen. Deseo a mis paisanos que puedan tener la misma oportunidad de ir más al fondo de sí mismos, que puedan ponerse en condiciones de ser provocados por su yo más profundo, y que sean capaces de dar voz a todo esto como cada uno pueda. Que puedan experimentar lo que yo he experimentado este año. En el fondo todos pueden comprender experiencias como estas, ¡y desearlas! Todos tenemos necesidad de saber que existe una esperanza, una posibilidad en este mundo, una forma de redención y salvación. Un tesoro a los pies del arco iris. Y el tesoro es lo que buscas. Sin esperanza estamos perdidos, y muchos han renunciado a la esperanza, probablemente por motivos concretos.

A menudo la realidad parece ser enemiga de la esperanza...
Percibimos un conflicto, una separación entre esperanza y vida. Como entre cuerpo y alma. Nos falta la conciencia fundamental de que los dos forman una unidad. Sacamos todo del mismo centro. Pero hemos aprendido de diversas formas que existe esta dicotomía, cuando no una hostilidad entre estos dos aspectos de nuestra humanidad. Todavía estoy tratando de comprender la frase que me mira desde el otro lado de la habitación (una reproducción de la portada de Huellas con una imagen del concierto que Horowitz ofreció en el Meeting del 98, ndr): "Los hombres que tienen certezas esperan"; sé lo que quiere decir en inglés... Nosotros somos espíritu hecho carne y yo sé con certeza que existe un tesoro a los pies del arco iris. Cada vez estoy más seguro de que hay verdaderamente una esperanza. Esta esperanza se manifiesta a veces en mi ser vulnerable, en dejar caer la resistencia, en estar verdaderamente presente, en ser una presencia; y a veces también en las palabras que dicen lo que verdaderamente siento, sin echarme atrás.

Un regalo especial para ti.
El regalo ya se nos ha dado. Lo tienes que desenvolver, tienes que quitarle los lazos, y mirar bien dentro de la caja. El don más grande que un ser humano puede hacer es él mismo, su ser. Es algo que me ha parecido casi imposible durante la mayor parte de mi vida, por muchos motivos. Lo he aprendido tan solo recientemente. Pero la posibilidad de ser así está siempre presente. Soy el mismo que era antes, pero he aprendido un poco a "desempaquetarme", eliminando así muchas cosas superfluas que te rodean. Así te das más cuenta de lo que eres, de lo que sucede en torno a ti y de lo que los demás están viviendo. Aprendes a escuchar con más atención y quizá a donar de nuevo algo. Todos tenemos que desempaquetar el regalo: lo que encuentras es la razón por la que estamos aquí. Y una vez que has visto, ya no hay vuelta atrás. Para mí este es el único camino. Ha sucedido, y ha sucedido porque gente que había mirado ya dentro de la caja, que había descubierto lo que había dentro y deseaba que también yo lo viera, me ha empujado desde muchos puntos de vista. Todos deberían poder hacerlo. El regalo está ya allí.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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