Va al contenido

Huellas N.6, Abril 1987

DETRAS DEL TELÓN

La era de Gorbachov

Ante el nuevo talante «libe­ralizador» de Gorbachov, ¿es cierta esta apertura, centrada en la persona del líder soviético? ¿Qué cambio real se está dan­do a la URSS?

La prensa occidental tiene los ojos puestos en la Unión Soviética, mejor dicho, en el hombre que ri­ge hoy el destino de este país. De repente caen sobre su persona toda suerte de elogios y aprobaciones. Los sondeos y las estadísticas de­muestran que ha desbancado a Rea­gan, el otro gran hombre, en po­pularidad. Y la razón fundamen­tal es esta nueva imagen que el pre­sidente del PCUS está mostrando ante el mundo occidental, esta ima­gen de hombre liberalizador.
Ahora bien, ¿es cierta esta aper­tura centrada sobre su persona? ¿Qué cambio real se está dando en la Unión Soviética? La prensa mun­dial habla de que se están empe­zando a publicar los clásicos rusos. Las editoriales oficiales publican li­bros que cuentan los horrores del stalinismo. Hoy se permite escribir la palabra «Dios» con mayúsculas (como, por ejemplo, en la novela titulada «Patíbulo»), cuando ha ha­bido personas que han estado en el «lager» por hablar de Dios y escri­bir su nombre con mayúscula.
Recientemente, en el foro inter­nacional de la paz celebrado en Moscú, hemos podido oír en labios de la delegación rusa, afirmaciones como: «Hay un desfase entre el de­sarrollo científico y la ética; las ar­mas nucleares no pueden convivir con la especie humana; los enemi­gos de la humanidad no son el co­munismo o el capitalismo, sino las armas nucleares. Hay que suprimir el estereotipo del adversario malig­no. Hay que introducir en la polí­tica la nueva manera de pensar, que consiste en hacer a nivel global lo que piensa la gente corriente: su­primir la carrera de armamentos e invertir este dinero en salud y ali­mentación. La nueva mentalidad, está basada en un sistema univer­sal de seguridad internacional».
Gorbachov, en el discurso final, en este foro, celebrado este año ba­jo el título: «Por un mundo libre de armas nucleares, por la supervi­vencia de la especie humana», asu­mió una a una todas las propues­tas. Incluso Sajarov, el más famoso disidente de cara al mundo occi­dental, aplaudió calurosamente al líder comunista. «Hay una nueva atmósfera, es maravilloso», decía el premio Nobel británico Wilkios. (Véase El Pás del día 19 de febre­ro).
Ante estos signos de clara aper­tura debemos preguntarnos: ¿Cuál es el alcance real de este cambio? Para responder a la pregunta es ne­cesario tener en cuenta otros acon­tecimientos de los que no se ha he­cho tanto eco en nuestra prensa oc­cidental.
A últimos del año pasado la po­blación de Alma Ata era protago­nista de una rebelión y víctima de una represión. Una población de­terminada por su pertenencia a la fe musulmana y su identidad na­cional cosaca, que se ha negado a que su jefe de partido sea extranje­ro (ruso). Sobre Alma Ata se ha cer­nido el semblante del poder: la afir­mación conjunta del estado como fuente absoluta del derecho y del ateísmo como actitud teórica y prác­tica.
Estamos en el octavo año de la ocupación militar rusa en Afganis­tán. La doctrina de Breaznev de la «soberanía limitada» se confirma. El mandato de Najibullah, el hombre que Gorbachov ha enviado a Kabul sustituyendo a Karmal es: «acabar con la resistencia islámica y contemporáneamente crear las premisas para la reconciliación nacional», es decir, la ocupación militar en el Af­ganistán cesará cuando ésta sea re­ducida a una dócil provincia del imperio soviético. Mientras tanto, los soldados del ejército soviético en ocupación regresan tan desmorali­zados a sus hogares que deben ser rehabilitados durante unos meses en Alemania Oriental.
Se habla de la liberación de 140 prisioneros cuando, según informa­ciones llegadas hasta ahora, sólo hao sido puestos en libertad 60. No se trata de una amnistía como pue­de parecer cuando uno sigue los medios de comunicación occiden­tales. Por el contrario, se trata de una gracia particular a determina­das personas escogidas y sin posibi­lidad de rehabilitación. Es más, du­rante el mandato de Gorbachov se han practicado hasta hoy 200 arrestos por motivos de conciencia, y 50 de ellos por motivos estrictamente religiosos. Por otra parte, curiosa­mente, en la Unión Soviética no ha aparecido una sola noticia referente a la liberación de estos prisione­ros (salvo publicaciones clandesti­nas). ¿Qué busca, entonces, el go­bierno soviético con estas liberacio­nes únicamente conocidas en Occi­dente? En el interior del país se re­fuerza la campaña antirreligiosa a través de artículos, publicaciones y adoctrinamiento ateísta en las es­cuelas.
Ante estos datos, corremos el riesgo de caer en lo anecdótico o en una postura dialéctica frente al po­der soviético. Es más importante hacer un juicio de los motivos por los cuales Gorbachov actúa de esta manera. En primer lugar, la situa­ción económico-social de Rusia es tal que a Gorbachov no le queda más remedio que obrar así, es de­cir, dar pruebas de liberalidad. Con ellas pretende ganarse a los intelectuales, que son puente entre el go­bierno y el pueblo. Ahora bien, la ideología sigue siendo la misma: só­lo el poder determina lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo. El control sigue siendo absoluto. La persona es considerada como factor utilizado en favor de la ideología: quizá por eso se busca sofocar todo sentido religioso, que es el princi­pio de la libertad. «Demos como­didades y diversiones a los jóvenes para que cualquier sentimiento re­ligioso, político y nacionalista de­saparezca», afirma un articulista oficial en el Pravda. En realidad, es la misma táctica la utilizada en el Es­te y el Oeste: el consumismo ma­terialista. De este modo se preten­de anestesiar a la persona, reducir­la, manipularla. Aquello que suce­de en la Unión Soviética es la ima­gen de Occidente aumentada con lupa.
«Es Occidente -todos o casi to­dos lo reconocen- quien muestra al mundo entero la vía más venta­josa del desarrollo económico; per­turbada, es verdad, en estos últimos tiempos por una inflación caótica. Pero muchos de los que viven en Occidente están insatisfechos de su saciedad, la desprecian o reprochan porque no corresponde al nivel de madurez a que la humanidad ha llegado. Y esto inclina a más de uno hacia la peligrosa y falsa co­mente del socialismo (...). Está ple­namente demostrado que todo so­cialismo, tanto en general como en cualquiera de sus matices, desem­boca en el anonadamiento univer­sal de la esencia espiritual del hom­bre y en la nivelación de la huma­nidad en la muerte. ( ... ) Pero, a su vez, si me preguntara si yo quiero proponer el Occidente de hoy co­mo modelo a mi país, tendría que responder con franqueza: No. Yo no puedo recomendar vuestra socie­dad como ideal para la transforma­ción de la nuestra. Dada la riqueza de desarrollo espiritual adquirida en el dolor por nuestro pueblo en este siglo, el sistema occidental, en su estado actual de agotamiento es­piritual, no presenta atractivo nin­guno» («El ocaso del valor» Alejan­dro Soljenitsyn. Discurso pronun­ciado en el acto de Investidura de .DHC por la Universidad de Har­vard).
No obstante, es difícil aventu­rar un juicio definitivo sobre la era de Gorbachov. No sabemos a dón­de lleva la política aperturista del presidente del PCUS, pues el de­seo de libertad del pueblo siempre es mayor que las limitadas conce­siones que el poder concede. Du­rante el gobierno de Kruchov tuvo lugar una dulcificación del régimen stalinista. El objetivo del poder era otro del que en realidad tuvo lugar: el renacimiento religioso, y la apa­rición de toda una producción lite­raria clandestina, denominada «Sa­mizdat». Cuál será el resultado fi­nal de la política de Gorbachov de­penderá de los deseos humanos del pueblo ruso. Es la libertad huma­na quien construye la historia. O mejor, la fidelidad a aquellos de­seos de bien, justicia y verdad que hay en cada corazón humano...

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página