Ofrecemos a continuación, las cartas-testimonio que desde diversos lugares de España -Valladolid, Palencia, Córdoba y Barcelona- (así como Salva desde Mahón, donde está haciendo la mili) nos han enviado nuestros amigos, haciéndonos partícipes de la vida que comparten con nosotros.
CARTA DE SALVA
Antes de todo quiero deciros que sigo vivo aunque no tengáis noticias mías. Fue poco el tiempo que pudimos hablar durante los ejercicios, pero creo que éstos fueron lo suficientemente importantes para mí como para ayudarme a ir viendo cada vez más cosas. De hecho, a la semana siguiente, me dio por proponer en la misa de la Estación Naval que merecía la pena vivir más a fondo el valor que nos unía al estar allí. Es así como surgió la escuela de comunidad que hacemos en un local que nos cedió el párroco de una iglesia de Mahón con el que contacté gracias a un amigo suyo durante los ejercicios.
He de decir que está siendo una ocasión muy importante para crecer, pues comunicando esta experiencia uno se clarifica. La verdad es que nos vamos viendo cada vez más, (generalmente fines de semana) y la amistad entre nosotros va creciendo. Llevamos tres semanas y Huellas (1) como texto y de la verdad que cada vez que pienso en lo que ha nacido en esta isla, o mejor dicho está naciendo, me doy cuenta que el designio de Dios es imprevisible. ¿Quién iba a imaginar que yo empezase a comunicar esta experiencia y empezar a compartirla y vivirla? Y lo que es más paradójico para mis compañeros militares, es la alegría que se manifiesta en el vivir este acontecimiento. Surge la pregunta: ¿cómo puedes estar alegre y pasártelo bien después de que te han destinado aquí, a Mahón, a un lugar en que -de partida- no conoces a nadie? Y la respuesta no la pensé dos veces: porque vivo una amistad, una compañía guiada hacia destino de mi propia persona (incluso si estoy aquí con un carácter «forzoso»).
Pero si tuviera que resumir mi vida actualmente diría que es un momento grande en el que el Señor me pone delante el significado de la compañía que pude encontrar un día. Es por ello que puedo agradecer al Señor esta ocasión que está poniendo en mi vida, y le agradezco también de un modo especial porque me está enseñando a decir un sí de un modo más personal.
En estos momentos de la historia que vivimos, pido a la Virgen María que me conceda aprender (como hizo Ella), el amor de Cristo y la pasión para comunicarlo cada vez más a todos los que vamos encontrando. Pido también para que pueda compartir cada día la responsabilidad de la presencia de Cristo en el mundo.
Sin más, me despido de vosotros con las palabras que repetimos estos días:«¡Ven, Señor Jesús!» Y que dentro de muy poco tomarán respuesta en la encarnación de Dios. Un fuerte abrazo de Salva.
Salvador Santabárbara
(1) Cfr. Huellas de experiencia cristiana; Luigi Giussani. Ed. Encuentro, Madrid, 1978.
DESDE VALLADOLID Y PALENCIA
La Comunidad de Valladolid empieza a ser una realidad; la providencia ha facilitado el encuentro con un grupo de amigos que empiezan a vivir la presencia de Aquel que está entre nosotros. Cada uno de nosotros tenemos historias muy diferentes (en general procedemos de movimientos eclesiales en los que vivimos y crecimos en nuestras vidas de fe y sin cuya ayuda posiblemente no hubiésemos encontrado a esta otra realidad eclesial que es CL), y nuestro encuentro con CL ha sido también muy distinto; algunos de nosotros ya vivíamos el movimiento en otras ciudades y debido a cuestiones de trabajo o estudio hemos tenido que desplazarnos a esta ciudad; otros, sin embargo, se acercaron a través del encuentro que Nueva Tierra (como asociación cultural) organizó en Avila el año pasado; para los demás el encuentro ha sido fortuito y casual (aunque cada vez estoy más convencido de que el Señor ha intervenido en ese encuentro).
Puedo contar yo mi caso concreto: un día, unos amigos me hablaron de C.L. Y me invitaron a la presentación que Giussani hizo en Madrid. La alegría y el estilo de vida de estos nuevos amigos me cautivó y me impulsó a construir todo aquellos que ellos intentaban vivir. Más tarde un grupo de Madrid, nos visitó; Javier Calavia nos contó la experiencia que estaba viviendo y lo que C.L. significaba. Esto me supuso verificar la generosidad que se vivía en el movimiento.
El movimiento está suponiendo un gran cambio en mi vida; las cosas que hago no han variado mucho, aunque si el sentido con las que las hago, me encuentro gozoso y con una paz de la que antes carecía. En estos momentos, Dios -a través de personas concretas- me ayuda a encontrar el sentido de toda mi actividad; empiezo a confiar en el, le «dejo hacer», comienzo a vivir mi fe en compañía. Todo es maravilloso, pero también he dejado en el camino todo aquello que dificultaba el encuentro con el Señor y con mi hermanos, y esto también ha sido doloroso en algunos momentos, pero, a pesar de los momentos difíciles, lo que vivo merece la pena.
Unos amigos me han descubierto una manera más auténtica de vivir y espero que a través de vosotros podamos cambiar el mundo que vivimos, hacerlo más humano.
Carlos Polanco
DESDE CORDOBA
Algo ha sucedido entre nosotros. Algo que oímos, que vemos con nuestros ojos y contemplamos, algo que palpan nuestras manos. Y es que la vida humana más bella, se nos está dando. Ya empezamos a recibirla cuando hace unos años formamos un grupo en un parroquia de Córdoba y nos pusimos a construir Iglesia.
Creció después la fascinación por nuestra propia vida cuando esta belleza se nos mostró más claramente en la vida de N.T. Y ahora, este don se nos vuelve a dar con una plenitud que va más allá de lo esperado y que nos escandaliza por ser verdadero. Esto es lo que está ocurriendo: un derroche sobre nosotros.
No quedamos sorprendidos de que en realidad lo que está sucediendo en Madrid y aquí sea lo mismo: Cristo se nos está dando con una evidencia sorprendente, y su presencia entre nosotros a través de la compañía produce en primer lugar un gozo y una alegría inmensos. Y después eso, eso mismo que vosotros vivís: la pasión por nuestra propia vida y liberación del moralismo y del voluntarismo, porque una pedagogía nos está enseñando el verdadero rostro de nuestra fe, una nueva sensibilidad para los hombres que nos rodean...
Cuando analizamos la amistad que teníamos antes y lo que ha surgido ahora, vemos con gran claridad el milagro de la unidad que se está produciendo y sólo pudimos responder con una acción de gracias.
No es que no haya debilidad. Hay momentos de oscuridad. Pero entonces reconstruimos nuestra fidelidad haciendo memoria de lo que ha sucedido entre nosotros. El otro día comentaban los bachilleres su sentimiento de desánimo y pérdida de ilusión; pero al analizarlo vimos que su raíz era la falta de tensión en vivir la compañía. A veces caemos en nuestras escuelas de comunidad en la dialéctica, en cierta esterilidad, pero casi siempre la raíz está en que no afirmamos con toda la fuerza necesaria a Aquél que nos constituye.
Y esto que nos ha sucedido, es también un acontecimiento para los que nos rodean, para nuestras familias, para nuestros amigos e incluso -aunque somos pocos- para la Iglesia de Córdoba.
Algunos no lo entienden, otros se sienten atraídos y están los que lo rechazan. De hecho hay personas que sin sentirse vinculados a él, participan de nuestra amistad. De vez en cuando nos invade el vértigo de la fragilidad: un grupo pequeño, lleno de limitaciones, sin una persona que encarne especialmente la vida del movimiento, sin uno... pero son precisamente estos hechos los que le conducen a una mayor pobreza y a reconocer con más claridad cuál es el fundamento de todo.
Hay un deseo inmenso de ser más, de crecer. Y no es afán de proselitismo barato. Es desear que la vida que estamos viviendo sea compartida por mucha más gente. Pero comprendemos que esto sólo es posible en la medida en que profundicemos y vivamos con más radicalidad la compañía. Es muy importante que sepáis que nuestra fortaleza sois vosotros. Tenéis un gran compromiso porque sólo será posible que nuestra realidad se ahonde, crezca y tenga toda su fecundidad en la medida en que rompiendo las barreras del espacio viváis la compañía con nosotros.
Pepe, Miguel, Fernando y Rafa
DESDE BARCELONA
La experiencia del movimiento en Barcelona es aún muy embrionaria, tanto desde el punto de vista numérico como desde el punto de vista de la madurez de nuestra compañía. Es decir, somos poco conscientes de que nuestro espesor humano depende de nuestra relación con la comunión que hace presente a Cristo.
Sin embargo, cualquier inicio exige que tú seas auténtico en todos los momentos, pudiendo así experimentar cómo la adhesión a Cristo te transforma en un hombre libre.
Libre de proponer lo que vives sin miedos ni proyectos, simplemente porque es una exigencia tuya comunicar esta belleza que has encontrado, y que no es una opinión, sino una objetividad comprensible por cualquier hombre.
Libre en la aceptación de ti mismo, aunque evidentemente no seas como quisieras ser, pero no te sientes atado por tus incapacidades.
Libre en la aceptación del otro, para poder amar y valorar al otro tal como es. En definitiva, se trata de una mayor atención al hombre y una mayor sensibilidad en reconocer un acento humano que ya no te permite permanecer quieto.
Otro hecho que nos ha sorprendido es constatar que la pertenencia, que algunos de nosotros ya viven, da una personalidad y una identidad que te hace capaz de dialogar, y te permite confrontar las razones del mundo con los criterios que vives en esta compañía. Esto lleva por ejemplo, a hacer una propuesta con un juicio claro frente a jóvenes universitarios que, aunque cristianos, quieren presentarse ante los demás como agrupación «arreligiosa» poniendo a un lado, para dialogar, aquél rostro cristiano que tanto les pertenece en otros ámbitos.... Si no propones la mejor vida que tú experimentas ¿para qué gastar tus energías?
Esta circunstancia nos hizo comprender lo importante que es la dimensión cultural de la fe, que permite una comparación sin razones de una fe estéril, poco creativa y destinada a morir.
Nosotros queremos ser «hombres nuevos, creadores de historia, constructores de nueva humanidad», y aceptamos la ayuda de todos.
Diego Giordani
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón