No parece una casualidad que diez años después de que los EE.UU. perdieran la guerra de Vietnam en la selva, se empeñen ahora en ganarla en el cine. Porque la actitud del hombre moderno pasa por la necesidad de intervenir en la realidad hasta el punto de manejarla según su criterio, de convertirla en un espejismo; y así, el capricho se convierte en justificación ética. Por eso mismo, es necesario que alguien vuelva a las selvas del Vietnam para rescatar a las víctimas de una guerra que no fue justa, sino «mal conducida».
El argumento es sencillo. La guerra del sureste asiático terminó en 1975 con los acuerdos de París. Aproximadamente, 60. 000 soldados norteamericanos murieron en ella, y 2.464 fueron dados como desaparecidos (MIA -missing in action).
En nuestros días, el gobierno de Hanoi y la Administración Reagan están negociando la devolución de cadáveres y pertenencias de una parte de ellos. La tesis de Stallone, que encarna a Rambo en la película, es que parte de los MIA están todavía vivos. La alta jerarquía política no quiere revolver la cuestión de los desaparecidos en acción y Rambo -ex miembro de los boinas verdes- se va solo a Vietnam. Con la ayuda de sus músculos, arcos y flechas, ametralladoras y una mujer vietnamita, encuentra a los MIA en un gulag, custodiado por soldados soviéticos.
Es necesario, urge, el arreglo de cuentas con la historia. Surge pues (no podía no surgir), el héroe capaz de la redención de todo un pueblo. Es necesario Rambo: héroe solitario y amargado. Hombre-sin-piedad capaz de volver a ganar la guerra.
El desarrollo lógico de la película nos hace entender que no es posible el héroe estrictamente humano. El redentor del pueblo norteamericano ha de ser algo más que humano: ha nacido el Superman-Rambo. El es potencia y poder, sin complejos ni culpabilidades. El sabe lo que quiere y cómo conseguirlo. Por eso le bastan su arco y sus flechas para realizar cualquier cosa, en cualquier momento, en cualquier lugar y de cualquier forma. El Superman-Rambo deja paso a la bestia-Rambo. Lo que en un principio era justificación ética pasa ahora a ser pura instintividad, puro odio hacia todos: hacia los vietnamitas, hacia los soviéticos, hacia los militares estadounidenses, hacia el Gobierno, y hacia todos los norteamericanos que no quieren a los ex-combatientes.
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