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Huellas N.5, Septiembre 1985

ACTUALIDAD

La droga: problema, evasión y locura de nuestra sociedad

Alfonso Lozano y José A. García

El fenómeno de la droga, que surgió en los años 60, fue tomando auge en los 70 y actualmente se ha convertido en uno de los problemas más graves y dolorosos de nuestra sociedad. Sin duda constituye uno de, los mejores termómetros para precisar la gravedad de una sociedad despistada y enferma, que no encuentra en sí misma la fuerza para vencer su propia corrupción y vaciedad.
Muchos tipos de análisis y soluciones se han ofrecido teóricamente sobre el tema. Hoy presentamos la experiencia y las conclusiones de unos hombres dedicados al trato y la rehabilitación de drogadictos, y el proyecto mediante el cual llevan a cabo su objetivo: «Proyecto Hombre».
Para ello, hemos entrevistado a uno de los principales promotores de dicho proyecto en España. Se trata de Juan Francisco, italiano, perteneciente a la congregación religiosa de los pavonianos (en nuestro país dedicados al mundo de los marginados, en concreto de los drogadictos) y al Centro Español de Solidaridad. Este centro aglutina a miembros de diferentes congregaciones religiosas y a otras personas que, movidas por motivos simplemente humanitarios, colaboraron en el mismo proyecto.


- ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? ¿ Qué motivaciones tenéis?
Hemos llegado hasta aquí porque una congregación religiosa, los pavonianos, nos planteamos en España trabajar en el campo de la marginación, en concre­to de la drogadicción, ya que en este aspecto no hay casi nada.

- ¿Habéis encontrado en España algún otro centro que se dedique a esto?
- Que nos convenciera, no. Hay gente que está haciendo algo, pero no lo juz­gamos. Nuestra congregación es italia­na, y allí conocen el «Proyecto Hom­bre». Este proyecto lleva funcionando en Italia siete años y lo han traído de Estado Unidos, donde lleva funciona­do veinte años. Tiene una experiencia, tiene una escuela de formación, que es lo que nos decidió por este proyecto. Ahora somos un grupo muy pluralista, hay religiosos y laicos y de diversas or­ganizaciones religiosas. Las motivacio­nes que nos animan son, en algunos, simplemente humanas y, en otros, pro­vienen fundamentalmente de la valora­ción del hombre hecha desde la fe.

- ¿ Cómo lo pusisteis en marcha en Ma­drid?
- Se formó un equipo que fue a Italia a hacer el curso de formación; después empezó a montar las estructuras. Queríamos hacer un movimiento eclesial, y hemos tenido muchas dificultades. Nos hemos puesto en contacto con varias congregaciones y con Cáritas Diocesa­na. Al final hemos fundado el Centro Español de Solidaridad (C.E.S.).

- Desde la experiencia de trabajo con les son los factores más importantes que conducen a la drogadicción?
- Hay gente que se droga porque no les quiere nadie, otros porque los quieren demasiado. Muchos son los factores que entran: factor educativo, familiar (una familia excesivamente preocupada por dar cosas a los hijos, pero que no le transmite valores, en la que en mu­chos casos falta diálogo), social, una escuela que es sólo nocionista, no es creativa, no educa el tiempo libre, no educa a la gente en el respeto y la con­vivencia. También influye la fragilidad de la persona, que no ha sido detectada en la familia, ni en la escuela, y que se ha encontrado en un ambiente de pandilla en el que para ser admitido, para ser aceptado, ha tenido que recurrir a la droga.

- ¿Qué grado de libertad y consciencia se da en la persona al iniciarse en el pro­ceso de drogadicción? ¿Qué papel de­sempeña la pandilla?
- Hasta cierto punto se da de una mane­ra inconsciente. La pandilla desempeña un papel muy importante: si un mucha­cho encuentra en la familia un ambien­te hostil, busca un lugar donde poder comunicarse, encontrarse a gusto; enton­ces acude a las pandillas. En estas pan­dillas se maneja droga, alcohol,... Para que ésta te acepte tienes que tener un contacto con ello y entonces empieza un trato mucho más fácil con la droga. Sin embargo hay que resaltar también el factor personal, la autosuficiencia, el pensar que a ellos no les va a afectar, que van a poder controlarlo, y luego se llega a un punto que ya es muy difícil controlar.

- ¿Hay un punto en que ya resulta incon­trolable?
- Sí. Hablando con ellos te dicen que la droga no les gusta, sino que la necesi­tan para funcionar; al encontrarse con un mono (síndrome de abstinencia), si no se ponen un «pico» no pueden salir a la calle. En este momento ya son adictos que sólo lucharán por la droga. Ya no se «pican» porque resulte gratifi­cante y les de placer, sino que lo hacen para no estar mal. Cuando se empieza con la droga se termina, normalmente, creando dependencia.

- ¿Cómo véis la legalización de la droga blanda? ¿En qué medida influye en la adicción?
- La droga blanda influye en la adicción. Todos los que llegan a la heroína han empezado por el porro. Esto no signifi­ca que todos los que usan droga blanda lleguen a la heroína. Es raro que vayan directamente a la heroína. El camino normal es el porro, las anfetaminas, ácidos y heroína. En las pandillas se manejan estas cosas y luego llega siempre alguno que tiene «caballo».

- Al adicto a la droga ¿qué problemas se le plantean? ¿Qué psicología le envuel­ve?
- En primer lugar, pregunto una cosa: ¿por qué uno llega a engancharse? Porque ha visto que con la droga está bien, los problemas que tiene de rela­ción, la inseguridad que tiene por den­tro, se le solucionan con un «pico». Ello les hace sentirse seguros y con ca­pacidad para enfrentarse a cualquier si­tuación. Son personas que en vez de enfrentarse a sus problemas, delegan en una sustancia. Una característica fun­damental es que se trata de personas in­maduras.
Podemos dar algunos datos que tiene el toxicómano. Cuando nosotros ha­blamos con ellos y les cuestionamos el porqué de la droga responden que por curiosidad, por el grupo, por demostrarse a sí mismos y a los demás que va­len, por buscar nuevas emociones, por huir del aburrimiento. Una característi­ca primordial de nuestra juventud es la falta de ideales, el no saber qué hacer; también influye la rabia hacia la fami­lia que no le comprende o hacia la so­ciedad que no tiene espacio para ellos, y la imposibilidad de alcanzar ideales en una sociedad esencialmente materia­lista. En las primeras dosis la droga es algo bonito que te ayuda, pero luego llega la esclavitud.
Nos encontramos así con unas carac­terísticas del toxicómano que a grandes rasgos son: se trata de un individuo que no quiere ver la realidad y huye de ella; prefiere la evasión porque dentro de sí no tiene confianza ni seguridad, no tie­ne valoración de sí mismo; es una per­sona que no ha crecido porque ha dele­gado sus responsabilidad en una sus­tancia; tiene miedo a las dificultades y le parecen insuperables; esconde la ver­dad, es mentiroso, se convence a sí mis­mo de que es imposible hacer las cosas y después miente a los demás; busca apoyo en las sustancias por el vacío in­terior que siente. Cuando pasa el sín­drome de abstinencia, lo que más le duele no es el dolor físico, sino el vacío absoluto que tiene. Otras característi­cas son que no se gusta a sí mismo, se desprecia, es una persona moralmente débil, emotivamente muy frágil, echa la culpa a la sociedad que le rodea (él es la víctima), no sabe enfrentarse a situaciones difíciles, es una persona que se encuentra sola porque en la droga no hay amistad, sólo intereses.

- ¿Cuál es la relación que mantiene con las personas que le rodean? ¿Cómo se debe actuar con él? ¿Qué hacer cuando se tiene este problema en la familia?
- Recetas para esto no hay. La familia generalmente no está preparada para resolver el problema; ello produce reac­ciones de pánico, hiperprotección o re­chazo completo. Lo más aconsejable es que, si se tiene posibilidad, se lleve a un centro.

- ¿Tiene datos de drogadictos en la socie­dad española o en Madrid?
- Han salido cifras en algún periódico. También se han dado cifras en el Con­greso intentando minimizar las cosas, pero no son estadísticas fiables, ya que están hechas por hospitales y comisa­rías.
Hay muchos drogadictos que no es­tán anotados en ninguna parte.
Existe un intento de minimizar el problema. Lo más cómodo por parte del Gobierno es quitar importancia, o intentar sacar drogas sustitutivas como la metadona, drogas de estado. Esta úl­tima solución se está estudiarlo conti­nuamente como medio para solucionar el problema: el Estado suministra la heroína de estado y así quita la delincuencia de la calle.

- ¿Qué es la metadona?
- La metadona es un opiáceo igual que la heroína. Es un sustitutivo de ésta. Hay médicos en la Seguridad Social que lo aplican a los heroinómanos que lo soli­citan. La metadona no crea un síndrome tan dramático como la heroína, pe­ro lo tiene a largo plazo. Está claro que con esto no solucionan nada. A quien esté consumiendo metadona por receta médica no pueden hacerle nada. Sin embargo está comprobado en otros países que con esto no desaparecen los atracos y los robos, porque la heroína es muy cara. Por otra parte, se está creando un mercado negro a partir de la metadona (la metadona que se da por receta médica la están vendiendo para comprar heroína).

- ¿Produce los mismos efectos que la he­roína?
- La heroína produce un síndrome de abstinencia dramático, con vómitos, convulsiones, que dura 4 o 5 días. La metadona tiene unos efectos más sua­ves.
Antes de continuar quiero decir que existe un enfoque completamente equi­vocado. El problema del heroinómano no es un problema médico, sino educa­tivo. Si tenemos una persona con las características anteriormente descritas es imposible que la curemos con pasti­llas. Es necesario un proyecto de reha­bilitación que persiga reeducar a una persona completamente vacía de valo­res. Las pastillas solucionarán los pro­blemas fisiológicos, físicos, médicos, pero querer tratar un problema psicoló­gico, de personalidad con valium, tran­xilium u otros medicamentos es un planteamiento completamente equivo­cado.

- Si el problema no es meramente físico, ¿qué terapia seguir? ¿Cuál es y en qué consiste vuestro proyecto?
- Nuestro proyecto se dirige a todas las formas de toxicomanía. Se articula con estructuras variadas que responden a las etapas y a las características de un programa de recuperación y rehabilita­ción que, en cada momento y en cada caso, tiene características diferentes. Una de sus ideas básicas es el rechazo del mito de la droga y del uso de susti­tutivos terapéuticos (en forma de otras drogas, fármacos o alcohol). El progra­ma terapéutico «Proyecto Hombre» se articula mediante tres estructuras bási­cas:
1) CENTRO DE ACOGIDA:
Es el lugar del primer encuentro en­tre el toxicómano y el Programa.
Los operadores de la Acogida inten­tarán ayudar al joven que llega al cen­tro a encontrar la motivación y la voluntad necesarias para comenzar el camino de su recuperación.
Desde el comienzo se exige al adicto un compromiso concreto y se le aclara que el protagonista de su recuperación no será otro que él mismo.
Esta primera parte se realiza en régi­men de externado.
El chico continuará su camino de crecimiento y conocimiento de sí mis­mo pasando por el Centro de Acogida a la Comunidad Terapéutica.
2) COMUNIDAD TERAPEUTICA
En una segunda fase, el adicto pasa a residir dentro de una Comunidad Tera­péutica. En el «Proyecto Hombre», el ingreso en esta Comunidad significa in­terrumpir momentáneamente los con­tactos con los familiares, los amigos y el ambiente cotidiano en general. Junto a los demás compañeros de la Comunidad se le ayudará a comprender que aquella será su casa, su familia y el lu­gar dónde comience a construir su per­sonalidad, sin necesidad de tener que «escapar» de sí mismo y de los demás.
Los instrumentos que se utilizan, tanto en Terapia Educacional como de grupo, son el trabajo y la distribución de responsabilidades y tareas, la comu­nicación sincera a través de la continua relación entre residentes y operadores, los grupos de encuentro, etc.
3) COMUNIDAD DE REINSER­CIÓN:
La última fase del «Proyecto Hom­bre» es la reinserción social: solamente una personalidad fuerte y bien formada permitirá al joven afrontar los proble­mas de la sociedad sin tener que recu­rrir a la droga.
La finalidad de esta fase es que el jo­ven vuelva a insertarse de forma paula­tina en la vida social y familiar, incor­porándose al trabajo o estudios que es­tuviera realizando. Sus arrogancias de antes, que escondían sus miedos e inse­guridades, han desaparecido. Ahora ha conseguido el ánimo para enfrentarse a la realidad de las cosas, el ansia de des­cubrir su «fuerza», la conciencia de sus miedos y de sus limitaciones, de sus mecanismos emotivos y de sus propias aspiraciones.

- ¿Qué otras actividades surgen del C.E.S.?
- Hay dos que por su importancia desta­camos: Las Asociaciones de familias y el Centro de Estudios. Merece una especial atención la acti­vidad que, en el ámbito del «Proyecto Hombre», va dirigida a los familiares de los toxicómanos. A menudo son los padres los que buscan el primer contac­to con el Programa, para llevar allí a su hijo o hija. Si éste quiere seguirlo, los padres deberán interesarse, ya que se les pedirá una regular participación en el proceso de maduración y de creci­miento de su hijo, no como espectado­res, sino como protagonistas de un he­cho que ha cambiado sus vidas y les ha creado la necesidad de poner en discu­sión valores, equilibrios y seguridades, de cara al momento en el que el hijo, al terminar el Programa, vuelva a la vida normal y sana, que supondrá la recons­trucción de sus relaciones familiares y sociales.
El C.E.S. cuenta también con un Centro de Estudios, Investigación y Documentación.
Este Centro constituye el corazón del Programa, ya que es el que da vida a toda actividad, tanto interna como ex­terna.
Una de las mayores preocupaciones es la formación y preparación cultural y profesional de los operadores y de­más personal que trabaja en las distin­tas dependencias del Centro.
Del Centro de Estudios saldrán, ade­más, las colaboraciones con otros cen­tros y programas, estatales o privados; participación en investigaciones; orga­nización de seminarios, mesas redon­das...; congresos y otros actos de ca­rácter científico; documentación, etc.

- ¿Podrías decirnos algo sobre los intere­ses y estructuras que rigen el mundo de la droga?
- Es evidente que los que están trafican­do para conseguir su dosis a niveles tan bajos no son los que se encargan de traer la heroína a este país. Tiene que haber estructuras a otro nivel. Hay in­dicios y libros en los que se relaciona el tráfico de armas y el tráfico de drogas, pero sólo con datos concretos, que ahora no existen, se puede acusar a al­guien. Son demasiados miles de millo­nes los que se están moviendo. Sin inte­reses económicos no existiría.

- ¿Cómo se podría colaborar en este pro­yecto?
- La gente piensa que hay que hacer algo porque ven la necesidad. Esto es cierto, pero no se puede hacer cualquier cosa. Estamos jugando con vidas humanas y con personas. Por eso debemos estar mínimamente preparados para saber qué personas tenemos delante y qué te­nemos que hacer con ellas. Si no fuera así, en vez de ayudarles les hundiriía­mos. Es necesario conocer el tipo de material que tenemos, las personas con quienes tratamos y a dónde debemos llegar. Las formas de colaboración son diversas: actividades de tipo educativo (graduado escolar, recuperación de cursos, etc... ), seminarios de tipo cul­tural (fotografía, pintura... ). Estas per­sonas no tiene sólo una incultura de tipo general, sino social. Cualquier acti­vidad que sea amena les viene fenome­nal. Se les crean motivaciones para el futuro, se les abren horizontes, se les educa en el tiempo libre, en la diversión (esto es imprescindible, ya que hasta ahora el tiempo libre que tenían lo de­dicaban a la droga).

- El problema de la droga desborda las soluciones de cualquier proyecto tera­péutico, ¿qué medios ves necesarios a nivel social para atajar este mal?
- Es imprescindible la prevención. Este es un trabajo duro, a largo plazo, que requiere ayudar a la familia que está en crisis, ofrecer unos valores a una socie­dad que no los tiene, plantear nuevos modelos (antes el modelo podía ser el padre, la madre o el maestro, ahora no existen modelos, o si los hay son efímeros), crear perspectivas de futuro un poco más seguras, no ofrecer una so­ciedad sólo consumista. Es necesaria una sociedad más formativa, no sólo informativa. También fomentar la creatividad en los niños, crear intere­ses, realzar una juventud que está en segundo orden, adormecida.

- ¿Qué papel tiene la Iglesia de cara a ofrecer esto que necesita la sociedad?
- Creo que la Iglesia puede aportar mu­cho. Para ello es necesario que hable un lenguaje que pueda entender la ju­ventud y que viva los valores que pro­clama continuamente. Tenemos que predicar con el ejemplo; no hay que te­ner miedo a dejarnos contagiar por los pobres, por los que sufren. Estamos enviados al mundo para proclamar el mensaje y para vivirlo.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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