Diez mil personas -y, entre ellas, un pequeño grupo de españoles- pudieron celebrar en Roma, el 29 de septiembre, el aniversario del nacimiento de nuestro movimiento junto a Juan Pablo II.
En el número pasado de la revista publicamos el discurso del Papa, con la grande y comprometedora consigna que nos dio: "Id por todo el mundo...". Presentamos ahora una carta de D. Luigi Giussani a todos los amigos de C.L., a los de Italia y de otros países del mundo.
Queridos amigos:
Nuestro corazón está lleno de gratitud y, en la alegría, rezamos con fuerza para que le intercesión de le Virgen mantenga firme el Papa en las gravísimas preocupaciones de estos tiempos y nos haga capaces a nosotros de un servicio iluminado y fiel.
Qué emoción al volver a oír le gran tarea: "Id por todo el mundo; es aquello que Cristo dijo a sus discípulos. Y yo os repito: id por todo el mundo a llevar la verdad, la belleza y la paz que se encuentran en Cristo Redentor... Sed portadores de esta necesidad eclesial: esta es la consigna que hoy os dejo".
El Papa en primera persona, nos descubría las fronteras de la propia tarea misionera de la Iglesia.
El Papa de la "nueva evangelización" nos envía por todo el mundo como portadores del enuncio de este Evento, Cristo, del cual él, en el mundo de hoy en día, es guardián último y garantía inequívoca.
Frente al mensaje del Papa, aparece el sentimiento de nuestra desproporción, no solo porque nos damos cuenta continuamente de nuestros límites, sino porque incluso nos sentimos terriblemente incoherentes.
Cuanto más tengamos conciencia de nuestra inadecuación, tanto más estamos empujados a entender estas cosas:
- Solo la Gracia es capaz de obrar eficazmente incluso a través de nuestra fragilidad: por tanto, toda nuestra jornada debe estar investida de la petición continua de que el Señor se manifieste en el mundo a través de nuestra debilidad.
- Un sentimiento lúcido de humildad debe hacer cade vez más nuestra compañía un lugar de caridad y perdón; esta compañía, en el salón Pablo VI, el 29 de Septiembre, mostraba su verdadero rostro de pueblo nuevo.
- Hace falta reconocer que la única garantía, para esta madurez personal y para esta realidad de pueblo nuevo, es le unidad del movimiento, afirmada en un seguimiento inteligente y de corazón a quien, en el movimiento, tiene une autoridad de cara a la Iglesia, incluso con el sacrificio de opiniones, de juicios y de intereses que por sí solos no podrían hacer historia.
Rezad por mí, hermanos, para que sea el primero en vivir estas cosas de modo que sea menos difícil vuestro seguimiento generoso. Y todos juntos confiemos a Dios nuestras vidas de menara que una nueva era, de verdad y de paz, florezca en las menos de este gran siervo de Cristo que es Juan Pablo II.
Vuestro: Don Luigi Giussani
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