Hoy voy a fijarme en esos que están ahí, recostados contra la pared, esperando que abran la tasco de turno, tirados en la hierba haga frio o calor, sean las doce o las tres de la mañana.
No hacen nado, nunca han hecho nada, tampoco les preocupa. Tienen catorce, dieciséis, dieciocho años, ellos no han conocido otro cosa, su ocupación de siempre ha sido no hacer nada. No tienen recuerdos, no les preocupa el futuro. Aunque sin duda entre ellos hay gente que tiene valores. Las barreras con las que han cerrado la ciudad son tan altas que ni se han molestado en contemplarlas. Hace diez años hubieron estado en la asociación o partido del momento, ahora no hacen nada. Han pasado de la intensidad a la apatía sin parada intermedia. Y sin darse cuenta han creado una "cultura", nada atrayente, pero "cultura".
Esta nueva forma de vivir de la juventud se origina del ideal ofrecido por la sociedad de "haz lo que te dé la gana". Se le dá al joven una libertad que no se le ha enseñado a utilizar y un ideal cruel, sin sentido, porque es ofrecerles la nada. Esos jóvenes, inexpertos necesariamente por muy inteligentes y deseosos que sean, se encuentran así con su libertad, apenas estrenada, sin saber qué hacer con ella. Con lo cual estos jóvenes se evaden de esa agobiante interrogación que les hace su libertad, refugiándose en una ideología que les de hecha la respuesta, sin mis cansancios ni problemas, lleven ellas donde sea.
Pues bien, el mensaje cristiano no está ahí, ofreciéndose como una respuesta y una guía limpia y serena. Dando un ideal sobre todo humano y una consciencia plena. Y esta consciencia es la que nos tiene que llevar a luchar por la juventud desanimada, angustiada, dándonos cuento que han creado una cultura, su cultura, aunque estéril y sin horizontes definidos.
Nuestro movimiento tiene una cultura nueva, de la cual surgen responsabilidades, y responsabilidad nuestra es enseñar como ha de ser una cultura para no ser barridos por la corriente dominante: la cultura tiene que ser la respuesta de una forma de vivir la vida, apasionadamente, sin romanticismos, con una vida interior abrasadora, y además saber dar la cara ante la sociedad con un juicio crítico y claro, que aporte nuevos valores y cree nuevas realidades culturales.
Pero para luchar en el mundo es necesario estar preparado, no solo con una carrera, sino con cosas que son aparentemente inútiles como un buen libro o el periódico, cultivar al máximo una virtud personal, cuidar los detalles con los demás, la fidelidad.
Quisiera llamar la atención de los más jóvenes del movimiento, para que comiencen a asumir con gusto nuestra cultura y la contagien a todos sus amigos, evitando en lo posible esto: "Están ahí, recostados contra la pared esperando... No hacen nada, nunca han hecho nada, tampoco les preocupa...."
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