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Huellas N.03, Marzo 2022

PRIMER PLANO

Brasil. Excel y corazón

Luca Fiore

La generación selfie en uno de los países con mayor consumo juvenil de redes sociales en el mundo. Giovanna busca cada día la manera de hacerles “salir” de sí mismos

«Se llamaba Rafael, llevaba cinco años sin salir de casa. Lo conocí durante unas prácticas cuando estudiaba Psicología en la universidad. Era un poco más joven que yo. A los doce años se enteró de lo que le había pasado de pequeño: su madre, al saber que su marido se moría de cáncer, le mandó con una tía. Cuando volvió a casa, su padre ya no estaba y él se bloqueó completamente. Yo iba a verlo, jugábamos a videojuegos en los que se mataba a monstruos y había sangre por todas partes. Cuando volvía a casa, me costaba dormir. Pero nació una relación que aún hoy continúa». Giovanna Ottoni, 32 años, es educadora en la residencia Ceduc Virgilio de Belo Horizonte, una escuela de formación profesional a la que llegó en 2019, justo antes de la pandemia, después de trabajar en Sao Paulo, en un ambulatorio de acompañamiento psicológico con menores. En las favelas conoció una pobreza «que no imaginaba que pudiera existir». Entre la ansiedad y las ideas suicidas, los matices intermedios son infinitos, pero esos son los síntomas más frecuentes entre los adolescentes brasileños. Antes aún de que llegara la pandemia, que inevitablemente agudizó este fenómeno.
Giovanna da cursos de Excel y Comunicación (¿cómo responder al teléfono?, ¿cómo hablar en público?) e imparte Formación humana, una materia introductoria que se inspira en el pensamiento de don Giussani, acompañando a sus alumnos para que reflexionen sobre el sentido de la vida y del trabajo. «Son jóvenes aprendices y en clase hay algunos que vienen ya con un cierto background de estudios, otros que no, o incluso los hay que son incapaces de escribir su propio nombre», explica. «Durante el primer mes vienen a clase conmigo y luego van a la empresa».

Los ve llegar temerosos, cerrados, inseguros, ansiosos. «Viven con una sensación de soledad porque, aunque tienen familia y amigos, no hay nadie que les acompañe de verdad. Nadie con quien confrontarse para que crezca su yo. Además, están viviendo todo el estallido de los problemas de la adolescencia. Brasil es uno de los países donde el uso de redes sociales es más masivo. Son la generación selfie. Encerrados en sí mismos, siempre con las defensas levantadas. Solo intento hacerles salir de la jaula en la que se auto-recluyen».
Giovanna no dispone de una receta. Cada día debe encontrar el camino y son los propios chavales quienes se lo indican. Cuando se dio cuenta de que los alumnos que se conectaban estaban literalmente aterrorizados –«sudaban por el miedo y la ansiedad que sentían»–, pensó en invitar a la primera clase a los alumnos que ya habían acabado el curso anterior, con los que había surgido una cierta relación y tanta confianza que hasta a veces se atreven a tomarle el pelo. «Me decían que grito mucho en clase… lo cual es cierto, subo el tono para llamarles. Los llamo por su nombre para invitarlos personalmente a participar, para que sean protagonistas. Digo: “¡Lucaaaaaas! ¡Despierta! ¿Qué tienes que decir de esto?”». Otra cosa que aprendió a hacer al empezar el curso es pedir que cada uno escribiera un texto respondiendo a la pregunta: “¿Quién eres?”. «Es una pregunta habitual cuando nos vemos por primera vez. Algunos responden limitándose a enumerar generalidades, pero otros van más allá. Por primera vez tienen que preguntarse de manera explícita: ¿quién soy yo? Siempre suceden cosas interesantes». Algunos se presentan con una canción o un poema. «Lo leen delante de todos y se escucha en silencio. Se genera una intimidad única». Un chico habló de su pasión por las abejas y Giovanna fue a ver sus colmenas, conoció a su familia «y así comenzó una relación». Otra chica, nada más salir del funeral de su abuela, a la que estaba muy unida, se presentó en el curso de Excel. «Lloraba, pero ahí estaba. Le dije que podía irse a casa, pero quiso quedarse».

Los alumnos de formación profesional reciben un pequeño salario. Normalmente es su primer sueldo, la primera vez que tienen dinero en el bolsillo. No es algo inmediato y también puede ser un pretexto para entrar en relación con ellos y proponerles mirar “más allá de sí mismos”. «¿Qué significa trabajar? ¿Cómo podemos ser útiles para el mundo? Siempre les digo que cada uno es bueno en algo y siempre intento que averigüen en qué. Les explico que aprender juntos tiene la ventaja de que uno puede ofrecer lo mejor que sabe a otros, y viceversa. Otro puede salir a mi encuentro y acompañarme». En clase, aunque sea incómodo, pregunta sobre todo a los que intentan esconderse para no intervenir, «porque me interesa lo que piensan. Quiero que salgan de sí mismos, no permito que caigan en lo que yo llamo el “síndrome de la planta”, no quiero que se limiten a estar de decoración». En clase abordan temas importantes. «A veces alguien cuenta un intento de suicidio o confiesa que alguna vez lo ha pensado. Cuando pasa eso, me parece un milagro porque recuerdo todas las defensas con las que llegaron al principio».

El “yo” de cada alumno se desvela de las formas más inesperadas. Por ejemplo, cuando Giovanna pidió a Matteus que ayudara a Jefferson con las clases de Excel. Y Matteus, sin motivo aparente, se puso a llorar. Nos contó que tenía que cuidar de un hermano con graves dificultades intelectuales. Lloraba de conmoción y agradecimiento porque esa propuesta le hacía recordar lo mucho que quería a su hermano. Una vez habló a sus alumnos de su encuentro con un inmigrante venezolano que le contó la violencia que había sufrido durante su huida. «Una historia sobrecogedora que les impactó mucho. Quisieron escribirle algunas preguntas que yo le envié y juntos compusimos una canción dedicada a él».
Giovanna lleva en su corazón la herida abierta de un chico en concreto, que se resistió a salir de su agujero, entre otros muchos que de las formas más variadas sí se han dejado tocar. «Verlos es un espectáculo. Ver despertarse en ellos un gusto por el reto que tienen delante, el placer de aprender. El papa Francisco tiene razón cuando nos insiste tanto en que debemos escuchar el corazón de los hombres. Todo nace de ahí».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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