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Huellas N.01, Enero 2022

LA HISTORIA

Las heridas permiten que entre la luz

Carlos González y Nathalia Lemir

El club de amigos lectores de Huellas de Paraguay ha retomado por fin sus encuentros presenciales, y lo hace con varios textos de «presencias significativas» que en medio del encierro se atrevieron a mirar lo que sucedía sin censurar nada

Tras el parón forzoso de actividades debido a la pandemia de Covid, el Club de Amigos Lectores de la revista Huellas en Paraguay ha reactivado sus encuentros culturales con un acto titulado “Presencias significativas”, donde abordaron algunas lecturas que han sido publicadas a raíz de la irrupción del coronavirus que paralizó el mundo entero, dando lugar a una experiencia compartida por toda la población mundial de manera simultánea, algo que ha herido y unido a todos los habitantes del planeta al mismo tiempo.
Aparte de compartir algunas lecturas publicadas en estos meses por Julián Carrón y Julián de la Morena, la ocasión se centró sobre todo en la presentación del libro El jardín pandémico, que el intelectual paraguayo Benjamín Fernández Bogado engendró en plena pandemia, en un acto moderado por Carlos Bedoya, coordinador del Departamento de Investigación y Extensión de la Universidad Católica San Ignacio Guazú, y una presentación musical de Antonio Betancourt, del Museo de Arte Jesuítico Guaraní de San Ignacio Guazú, con dúo de arpa y violín, interpretando una suite de Domenico Zipoli.

Autores que nos acompañan. A partir de los últimos textos de Julián Carrón, varios miembros del Club intervinieron con sus experiencias personales, laborales y familiares, ayudándonos a entender que todos hemos vivido un cierto drama existencial con la pandemia. Al ver las noticias, leer y escuchar comentarios devastadores en redes sociales, nos hemos sentido tocados en lo más profundo de nuestro ser, lo que nos llevó a todos por igual a preguntarnos, de una manera o de otra: «¿Qué está sucediendo en mí? ¿Quién soy yo para Dios? ¿Acaso Dios ha abandonado al mundo?». A las que se sumaba otra pregunta que muchos se hicieron, aun inconscientemente: «¿He edificado mi vida sobre cimientos sólidos?». Porque todo se veía derrumbado. El problema acuciante en aquel momento era percibir la ausencia del Misterio, dicho en otras palabras, la falta de fe.
Chesterton afirmaba que la casa era como una mesa de trabajo, una mesa de madera con una ventana abierta, donde uno no puede trabajar sin tener en cuenta el mundo, las estrellas, el universo, y que nos ayuda a entender que cualquier trabajo, por pequeño que sea, un simple gesto, escribir una nota, responder a una llamada, tiene como el horizonte el universo.
Y es que la pandemia nos ha obligado a mirar de frente la realidad entera, como relata El jardín pandémico, donde Benjamín Fernández Bogado cuenta cómo miraba desde su jardín lo que ocurría en el mundo. Cuando lo que pasaba fuera nos superaba, nos llenaba de miedos e incertidumbres por las heridas, el dolor y la muerte de tanta gente, volviéndonos más frágiles y vulnerables de lo que pensábamos, hubo gente que se atrevió a mirar la situación a fondo, desde su jardín o desde su ventana. De este modo, esta experiencia que nos ha obligado a conocer nuestro límite, también nos ha ayudado a volver a experimentar lo que es la convivencia familiar, a buscar de nuevo lo esencial.
Esta pandemia también nos ha mostrado una humanidad grande que se ha manifestado de muchas formas, desde las ayudas internacionales a la creación de nuevos hábitos y nuevos empleos, generando autoconciencia, revelándonos una realidad inimaginable. Hemos conocido a los verdaderos amigos, aquellos que con su presencia nos ayudan a dar el paso que solos no podemos dar. Hemos aprendido y nos hemos dado cuenta de que el hombre está preparado, porque Dios lo ha preparado, para ver que su mesa de trabajo tiene que ver con el universo y solo puede avanzar en compañía, mirando sus heridas, esas que permiten que entre la luz, porque esas grietas son las que permiten que entre la luz de Cristo presente en cada momento de nuestras vidas, que nos marca estas huellas que nos invitan a caminar hacia nuestro destino.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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