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Huellas N.01, Enero 2022

PRIMER PLANO

Un lugar donde estar

Giovanni Zanotti

Una lente de aumento del presente, un camino que provoca la vida y un diálogo intenso con quien busca la «autenticidad». Tres días de Ejercicios espirituales con los universitarios de CL

«Pero vino Jesús, y no perdió sus años en gemir e interpelar a la maldad de la época; él zanjó la cuestión de manera muy sencilla, haciendo el cristianismo; Él salvó, no incriminó al mundo, lo salvó» (Charles Péguy, Véronique).
Este es el contenido del anuncio que alcanzó a tres mil universitarios de Comunión y Liberación que participaron en los Ejercicios espirituales del 10 al 12 de diciembre en conexión por video. Mediante las lecciones de Javier Prades y el testimonio de Guadalupe Arbona, la noticia de este hecho excepcional resonó en las casas, en las salas, en los hoteles en que muchos jóvenes se reunieron para vivir juntos esos tres días. Sucedió, nos sucedió. Este es el punto de partida y la nota dominante de todo el gesto.
«¿Eres feliz en este mundo o necesitas algo más?» (Lady Gaga, Shallow). Con este título dieron comienzo los Ejercicios después de unas semanas de preparación intensa. Esa pregunta acuciante irrumpió en la universidad, alterando las conversaciones y suponiendo una ocasión de encuentro con los compañeros de clase. “Se habla de mí”. El título se convirtió así en invitación. Una provocación que apelaba directamente a la vida, a su posibilidad de plenitud, de realización, y también una lente de aumento del presente. De hecho, una humanidad herida se esconde tras la apariencia de vidas normales y tranquilas, entre las mesas de las aulas y bibliotecas. Profunda pero callada es la exigencia de que ese grito pueda ser acogido, antes incluso de hallar respuesta. Los universitarios empezaban los Ejercicios llevando consigo la pregunta del mundo y descubriéndola como propia. Resulta familiar una palabra clave que, a través de Charles Taylor, Prades proponía en la introducción: «autenticidad». Cada uno, en el mundo de hoy, aspira a decir “yo” de manera auténtica, a ser él mismo de verdad. La lección de la primera noche giraba en torno a este punto, mostrando una amplia gama de referencias culturales que favorecían la identificación: desde la protagonista de la serie televisiva Euphoria al film Nomadland, pasando por canciones de Queen o Los Secretos. En todo caso, ese “yo” que busca la manera de expresarse para ser, para pertenecer a algo o alguien que abra una perspectiva: «I wanna find somewhere I belong», cantan los Linkin Park. El corazón de muchos se conmueve porque existe un lugar como este, donde es posible plantear mis preguntas, sin censurar su drama ni reducir su alcance.
La provocación está servida y ofrece un punto de partida para las conversaciones, en la mesa o en los ratos libres. No hay tiempo que perder, son unos días muy valiosos, cargados de promesa. A veces lo más sorprendente son las caras de los recién llegados, por su juicio claro y certero. Tras conocer a sus amigos de la universidad su vida ha cambiado, una inesperada posibilidad de plenitud se ha abierto paso. La vida vibra en el rostro deseoso y transformado de muchos de ellos. La tensión que se respira se debe a lo que está pasando. Un acontecimiento de vida que se impone esos días juntos siguiendo los Ejercicios.

La lección del sábado por la mañana empieza justo ahí, con la carta de un chico que cuenta cómo conoció al CLU en su primer año de carrera. Dice que se topó con dos personas que lo vivían todo con alegría y que se vinculó a ellos, los siguió. ¿Pero cómo es posible explicar una excepcionalidad así? ¿Cómo explicar esa realidad humana sui generis con la que se “dieron de bruces”? «Un acontecimiento presente, que pretende tener un significado definitivo y totalizador para nuestra vida, solo puede explicarse basándose en un acontecimiento del pasado con el que empezó dicha pretensión, a la que se llega por la memoria del contenido de entonces que se verifica ahora» (L. Giussani, Crear huellas en la historia del mundo). Daba comienzo así un recorrido por la historia de la revelación: desde la historia de Abrahán, llamado personalmente por el Misterio para responder y dar inicio a un pueblo nuevo; a Jesús, el Hijo de Dios, portador de una humanidad completa, originada por una relación íntima con el Padre; hasta llegar a la realidad de la Iglesia, es decir a todos esos “yo” que, hechos hijos en el Hijo, portan los rasgos de Su humanidad. ¡Qué impacto oír descritas las características del hombre Jesús –un hombre que coincidía consigo mismo, que decía “yo” como ningún otro, sintiéndose “una sola cosa” con el Padre– y pensar inmediatamente en esos amigos conocidos “por casualidad” en la universidad! Una historia que continúa. Esa humanidad nueva ha traspasado los siglos, ha resistido el embate del tiempo, hasta poderse experimentar en las aulas y en los claustros de la universidad. El trabajo de redescubrir el pasado y la tradición se vuelve apasionante, hace posible la comprensión del presente que es la fuente inagotable y siempre necesaria de la novedad de vida que nos ha atraído.
La reacción es significativa: un silencio lleno de asombro, el deseo de custodiar las palabras escuchadas para que se conviertan en una conciencia nueva. La educación recibida estos años dicta el método: comparar lo que hemos oído con la propia existencia. Durante el diálogo de la asamblea, se abren paso las preguntas más personales y decisivas. Es un toma y daca intenso, con cuestiones que urgen y respuestas cargadas de sugerencias. «Hace falta», dice Prades «recuperar un uso correcto de la razón, evitando ceder a las reducciones que la cultura occidental ha realizado durante siglos y que constituyen nuestro background. Primero Giussani y luego Carrón dedicaron su vida a ayudarnos a captar la razonabilidad de la fe. La fe es un camino de conocimiento que hay que recorrer superando los dualismos y las falsas contraposiciones». ¿Pero qué es lo que motiva un camino así, invitando siempre a ponerse en marcha? Es sencillo. «Un encuentro, una amistad, una vertiginosa simpatía humana», como la de Giussani y Carrón, citada una y otra vez por Prades durante la asamblea, que «te adhiere al otro como el pegamento, y te pone en movimiento».
Una simpatía que introduce la experiencia de una pasión, de un amor sin igual. Como mostró Guadalupe la noche del sábado con su testimonio. «Era el 1 de marzo de 2003 cuando oí decir a Julián, en un retiro: “Si no oyera la voz de Cristo, no podría levantarme por las mañanas”. Algo que había escuchado muchas veces, pero la certeza y la intensidad que percibí en aquellas palabras me hizo notar en mis entrañas que se podía vivir de ese amor».

Al término de esos tres días, un paso más de conciencia aflora como resultado de la trayectoria realizada. La promesa de Dios a Israel que contiene el Rorate caeli, que cantamos el viernes por la noche («Consolaos, consolaos, oh pueblo mío, pronto llegará tu salvación. […] Te salvaré, no tengas miedo; porque yo soy el Señor»), se ha cumplido en la historia. Ha sucedido la salvación, ha sucedido y sigue sucediendo Cristo. «Hace dos mil años, la vida nueva era estar con Su presencia», repitió Prades en la síntesis del domingo, retomando en seis puntos el audio de don Giussani que escuchamos en la Jornada de apertura de curso. Sacando a relucir el sentido de esos días juntos, paradigma de lo que pasa a diario en la universidad: la vida nueva es estar con Él, es decir, con aquellos que, aferrados por Él, son testigos de otro mundo en este mundo. Nace así una voluntad renovada de volver a la universidad, de lanzarse, una nueva sed de vida. Con el deseo de profundizar y dilatar la experiencia de su Presencia.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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