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Huellas N., Octubre 1983

CRÍTICA

Música. Wegner, el genio de Bayreuth

Julio Bravo

Existe en Alemania una pequeña ciudad a orillas del Main, en Baviera, donde todos los años, durante los meses de julio y agos­to, se celebra un festival operístico que está dedicado, en su inte­gridad, a un compositor. La ciudad se llama Bayreuth. El nombre del compositor, RICHARD WAGNER.

Richard Wagner, el protago­nista de esta artículo, nació en Leiz­pig el 22 de mayo de 1813. Dedicado pronto a la música, es director de orquesta en Magdeburgo a los 21 años, y posteriormente en Konisberg y Riga. Casado en 1836 con la actriz Mina Planer, se traslada a vivir a París tres años más tarde. En 1842 estrena su ópera "Rienzi" en Dresde, donde es director de orquesta hasta que, debido a sus participaciones revolu­cionarias, es obligado a huir a Zü­rich. Allí es llamado por Luis II de Baviera, donde permanece durante año y medio. Transcurrido este tiempo vuelve a Suiza, donde muere su prime­ra esposa, contrayendo nuevo matrimo­nio con Cósima Liszt. En todo este tiempo Wagner estrena, con diferentes resultados, sus óperas: "El Holandés Errante", "Tannhauser", "Lohengrin" y "Tristán e Isolda".
Los últimos años de su vida los dedica el compositor a su monumental proyecto: la construcción de un gran teatro de ópera donde represen­tar sus obras, hecho que tomaría for­ma en la ciudad de Bayreuth, inaugu­rándose con su impresionante tetralo­gía "El Anillo del Nibelungo", com­puesta por cuatro óperas: "El oro del Rin", "La Walkiria", "Sigfrido" y "El ocaso de los dioses", el año 1876.
Seis años más tarde, el 13 de febrero de 1883, Wagner muere en Venecia, no sin antes estrenar su obra cumbre: Parsifal.
La importancia de Wagner en la música, y más concretamente en la ópera, es capital, de tal modo que podemos aventurarnos a decir que la ópera wagneriana es algo distinto del resto de la ópera. Esto nos viene dado por la concepción del autor so­bre el género. Wagner es el creador del "Drama Musical", donde se unen la filosofía, la poesía y la música. El mismo escribía los libretos de sus óperas, basadas muchas de ellas en la mitología germánica. Para Wag­ner, la música es capaz de expresar los sentimientos de una manera que no es capaz la palabra, pero los motivos de dichos sentimientos sí nos los puede decir esta, en contra de la música, que no concreta nada. Así, y al contrario del resto de la ópera, las obras wagnerianas equiparan en categoría música y palabra, no pudien­do desligarse la una de la otra.
Como consecuencia, la músi­ca es más dramática, menos "musical", si se me permite el término, debiendo tener los intérpretes de estas óperas unas características dramáticas, tan­to en voz como en capacidad inter­pretativa, que no le son necesarios al intérprete habitual de otras ópe­ras. Un buen cantante de ópera italia­na o francesa no siempre es un buen cantante wagneriano. Y lo mismo se puede decir de los directores. Una de las innovaciones técnicas más importantes de Wagner es el denominado "leit-motiv", que es un tema musical, concretado en unos compases, y que es asociada a un personaje, situación o estado de áni­mo, apareciendo siempre que se haga referencia a dicho personaje, situa­ción o estado de ánimo.
Wagner y su música son difí­ciles. Es complicado entrar en su espíritu. Por ello recomiendo, como un primer acercamiento a su obra, los cuatro discos que la Enci­clopedia Salvat de los Grandes Compo­sitores ha editado (números 42 al 45), en los que hay una muestra de su obra sinfónica en los dos prime­ros, y una selección de la tetralogía en los dos siguientes. De sus óperas pueden encontrarse ediciones comple­tas en varias casas discográficas.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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