Huellas N., Octubre 1983

EDITORIAL

La asociación cultural a punto

Nueva Tierra es la expresión de la novedad de vida que llevamos en el corazón y que ya estamos experimentando día a día; esto decía el Editorial del primer número del curso pasado. Pues bien, de entonces a hoy esa novedad de vida ha ido buscando nuevos cauces por los que expresarse y desa­rrollarse, nuevas ocasiones de servir más fielmente al ideal que la impulsa.
Fruto de todo ello han sido, en paralelo, acciones y reflexión. Ambos se re­fieren mutuamente, ambos se implican inexo­rablemente. Hoy, al comienzo de este nuevo curso cargado de esperanzas, traemos una nue­va propuesta de vida que es el resultado de nuestro esfuerzo continuo por ser fieles a la llamada del Espíritu, a la vocación concre­ta con que el Señor nos ha llamado, a las necesidades acuciantes de la Iglesia y del mundo.
La evangelización propia de los se­glares consiste fundamentalmente en perfe­ccionar y saturar de espíritu evangélico el orden temporal; para conseguir esto teníamos que buscar modos, pautas, instrumentos distin­tos de los que hasta ahora habíamos empleado. Reconstituir la Iglesia allí donde práctica­mente se ha perdido su rastro, su capacidad de influencia moral y su voz en el debate cultural, exigía un serio convencimiento, una capacidad organizativa, y sobre todo, una cierta audacia que solo es propia del hombre de fe.
Nuestra Asociación Cultural preten­de ser el instrumento válido para esa presen­cia que la circunstancia actual, y nuestro propio sentir cristiano, demandan con urgen­cia.
Atentos a los signos del tiempo que nos ha tocado vivir, dispuestos a escu­char la palabra de los pastores que el Señor nos ha dado y a corregir con humildad el rumbo cuantas veces sea necesario, decididos a no renunciar ni un ápice de la misión que para nosotros hemos vislumbrado, pero al tiem­po armados de la paciencia de quien se sabe instrumento de la obra de Dios en el mundo, iniciamos hoy esta andadura, a la que desde esta revista os convocamos.