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Huellas N.04, Abril 2021

PRIMER PLANO

Guatemala. «No estoy sola»

Paola Bergamini

Ingrid enciende la luz, pero la habitación sigue a oscuras. El ordenador apagado. Vuelve a faltar la electricidad, como pasa tantas veces en Esquipulas, Guatemala. Pero tiene que estudiar, dentro de unos meses se gradúa en Ingeniería de Sistemas. Delante del libro abierto, piensa: «Si Cristo me da esta situación, es para que pueda apoyarme en Él, no me abandona». El día de la defensa de la tesis, hay luz. Dice luego a sus amigos: «Ha sido un regalo añadido, pues ya lo tenía todo. Para mí, el verdadero milagro ha sido vivir esa situación dispuesta a seguirle, pasara lo que pasara. Estaba en paz. Y eso no era cosa mía. Antes mi vida era distinta, todo lo que pasaba era un problema. Ahora todo es interesante».

Ese “antes” se para en 2015, cuando conoció a Laura, memor Domini, que al poco tiempo dejó Guatemala para volver a Italia. Pero aquel encuentro decisivo para Ingrid continuó a través de Huellas, la revista que Laura le envía y que ella empezó a traducir para entender lo que decía. Y también con Charlie, de la comunidad de El Salvador, que fue a visitarla aunque no se conocieran. Hasta que, por primera vez, se subió a un avión para volar a Bogotá y participar en los Ejercicios de los universitarios del movimiento. No conocía a nadie. Pero la frase «Fue mirado y entonces vio» le llegó directa al corazón. «Jesús me había elegido para algo grande», recuerda.
La comunidad del movimiento en Guatemala es ella. Con la pandemia, solo puede ver a los amigos de El Salvador y Costa Rica online, cuando la conexión lo permite. Pero «nunca estoy sola», dice con certeza y llena de emoción. Durante una noche de juegos, una chica le dice: «¡Eres tan feliz! Tienes una cara resplandeciente». «Se me saltaron las lágrimas por cómo me describió. No porque alguien me dijera “Ingrid, tú eres así”, sino por darme cuenta de que hay Otro conmigo, que actúa en mí».

Para ella, este año de pandemia ha significado «estar más cerca de mi familia y de mis amigos de la universidad. Con ellos “vivo” el movimiento, que me hace entrar en las cuestiones cotidianas». En Guatemala, las iglesias llevan un año cerradas. Todos sus compañeros son evangélicos, hablar de religión siempre ha sido tabú, pero tras los primeros meses de confinamiento, con el malestar de todos, uno de ellos le preguntó a contrapelo: «¿Pero tú qué es lo que tienes? Siempre estás contenta». Ingrid no hace discursos, su timidez se lo impide, pero el tiempo pasa y sus compañeros cada vez se le pegan más. Después de la graduación, cuatro de ellos le preguntan: «¿Qué has decidido hacer?». «Quiero seguir, me voy a matricular en la especialidad de informática». «Ok. Vamos contigo». Ingrid no esperaba esa respuesta. «¿Pero por qué?», pregunta. «No queremos perderte. Nos sentimos sostenidos por ti, nos recargas de energía».
Para seguir en directo los Ejercicios de los universitarios del año pasado, se levantaba a las tres de la madrugada. Una mañana su hermano le preguntó: «¿Por qué lo haces?». «Era una pregunta importante para mí. Y solo había una respuesta: porque Cristo me ha cambiado la vida. A través de estos rostros concretos, yo puedo ver Su amor. Él me ha elegido dándome a conocer el movimiento. Y me sigue eligiendo en cada momento». Se detiene unos segundos antes de añadir: «Cada vez que pienso en ellos me invade la gratitud y la pregunta: ¿por qué esta preferencia tan grande? ¿Por qué el Señor me regala algo que nunca habría imaginado?».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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