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Huellas N., Noviembre 1982

ACTUALIDAD

Hablemos de elecciones

Paloma García

HABLEMOS DE ELECCIONES
Después de la consabida batalla electo­ral, llegó el esperado alumbramiento de las urnas. Saltos y alegría por un lado, y decepción y tristeza por otro.

Para lo que llamaríamos el sector de los cristianos, aparecieron dos postu­ras: la alegría porque ¡por fin! el Evangelio de los pobres y para los pobres va a ser posible aplicarlo... y por otro lado la de temor ante un posible derrumbamiento de muchos prin­cipios y fundamentos que parecían sóli­dos y aceptables para todos.

No, señores. Ni el terremoto revolucio­nario ni el tremendista han llegado, simplemente ahora se nos plantean a los cristianos y a los no cristianos unas posturas claras y transparentes de los motivos por los cuales se mue­ven nuestras vidas.

Ante todo debemos movernos en un am­biente de claridad y evitar las ambi­güedades. No queramos cada uno tradu­cir el Evangelio de tal forma que nos soluciones el pastel.

Cristo, como hace días decía el Papa, ha venido para todos, y lo que es más, está entre nosotros...

Esto, es más fuerte de lo que puede parecer.

.....

Que, en la facultad no vemos a Dios... eso no es problema del ambiente, ni de nuestra querida "actual coyuntura socio-política". Dios está en noso­tros, el problema está en si cada uno de nosotros lo hacemos transparente, lo expresamos en una forma de vivir, de estudiar, de divertirnos.

Que, hay que defender la familia...; si, de acuerdo, pero la familia no se defiende saliendo a la calle con gran­des pancartas, ni embadurnando nues­tras paredes con hermosas pintadas. No pidamos a los políticos que sean ellos quien nos arreglen nuestros pro­blemas familiares o matrimoniales, em­pecemos nosotros por vivir una auténti­ca vida de familia, con sus altos y con sus bajos, como fundamento y base de una sociedad justa, tal como nos invita Cristo.

Nada ni nadie va a derrumbarse, porque si bien las estadísticas o los resulta­dos electorales pueden llevar al gare­te a algunas ideologías o líderes polí­ticos, lo que sí es cierto es que una vida con un testimonio de fe claro, que no se limite a unas ¿celebracio­nes? los domingos y fiestas de guardar sino que sea eso vida, con todo lo que conlleva, no puede ser derrumbado.

Aquí, aunque no estemos en el censo electoral, podemos cada uno aportar nuestra vida, los valores que no mueren, nuestro compromiso...

Por mucha nieve, granizo y lluvia, la montaña que aparece ante nosotros como verdadera montaña no desaparece, se levanta más alta.

***

Cristo no nos dejó un programa político sino un modelo de vida. Además, el modelo de vida cristiano es tan completo que ningún partido político es capaz de abarcarlo. Por eso cada uno de nosotros hemos de luchar siem­pre por una sociedad cada vez más justa; que permita a todos los hombres vivir con dignidad: con todos los dere­chos y posibilidades necesarias para desarrollar su inteligencia, sus ideas y sus aptitudes.

Tenemos un nuevo gobierno, elegido por el pueblo que busca siempre el mejorar las cosas. Estoy segura que todos nos hemos acercado a las elecciones con una idea constructiva, con ideales di­ferentes pero defendiendo por encima de todo la libertad del hombre.

El partido socialista no es -como nin­gún otro partido político- el modelo ideal de sociedad cristiana, pero crea un marco donde el cristiano comprometido tiene mucho que hacer. Llega el tiempo de repasar nuestras actitudes, nuestros valores, nuestro compromiso social; en una palabra: nuestra presencia.

No se trata ahora de cruzarnos de brazos a esperar qué pueden hacer con nosotros los "chicos del gobierno" y si no nos gusta, criticarlo; si nos gusta, aplaudirlo.

En un estado que compartimos con otros grupos sociales y religiosos solo hay, a mi parecer, una alternativa importan­te: contribuir en la creación de una sociedad justa de la que nos sintamos miembros activos.


MARA

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Un mundo como el nuestro no forma per­sonas con verdadero sentido de hombres, de seres con un motivo propio, comunitario de vida, sino robots que piensan y sienten lo que está en el ambiente, en los medios masivos de comunicación.

Pero los seres humanos necesitamos, buscamos -aunque a veces parezca imposible- un verdadero sentido a nuestra
existencia: nos preocupa la necesidad de construir un mundo mejor, más justo y digno del hombre.

Esta tendencia que es profundamente humana y cristiana a la vez, debe llevar consigo la plena verdad sobre el hombre y la realización de sus derechos. Para ello es necesario ver al hombre en toda su dimensión, a través de su madurez espiritual y la conciencia que impulsa sus relaciones con Dios y con el prójimo.

La realización de un orden mejor en la vida social necesita dar preferencia a los valores del espíritu humano: justicia, amor y amistad.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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