¿Qué os puedo contar del mundillo del trabajo, de los despachos, de las oficinas, de los innumerables pasillos?
Os contaré que entre todo ello se encuentra lo más importante: -cada persona-, cada ser humano. Y no es fácil ser persona entre tanto conflicto colectivo, tanto acuerdo laboral, huelgas y envidias, que también las hay. Pero no quisiera que penséis que el mundo laboral es únicamente negativo, también en él, viven personas que se esfuerzan por luchar con honestidad y valentía frente a los que quieren "subir" de cualquier modo. Aquí es donde un cristiano o cristiana tiene que vivir su fe, donde se tiene que hacer presente que Cristo ha resucitado, que sigue vivo. Estas son frases que hemos oído muchas veces, pero ahora se trata de vivirlas, de realizarlas con entusiasmo y con fortaleza.
Cuántas veces he asistido a discusiones que comienzan por simples diferencias de criterios y finalizan en la lucha por un puesto de trabajo donde se gana más dinero y donde el prestigio es mayor, aún a riesgo de que en el camino muchos te dejen de hablar y otros consideren que no has sido honrado. Este es un ejemplo sencillo, hay otros más graves, pero no se trata de relatar una crónica de sucesos, más o menos llamativos, en el ámbito laboral. Sólo sé deciros, que a cada uno de nosotros, se nos pide que actuemos como cristianos y católicos que somos. No importa que te digan que eres "tonto" o que eso de "ser buenos ya no se lleva" (algunas veces es lo mejor que te pueden decir). El que te dice esto tiene que llegar a comprender, aunque te cueste muchos disgustos y preocupaciones, que tú no lo haces por "ser buen chico", sino porque al haber optado por seguir a Cristo te diste cuenta de una idea que tiene su origen en la Muerte y Resurrección de Cristo: el pobre y el rico, el sabio y el ignorante son iguales ante Él.
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