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Huellas N.02, Febrero 2021

RUTAS

Ese hilo que me une a Almaty

Todo comenzó una tarde de primavera de 2018. Un amigo médico me llama y me dice: «Voy a cenar con un joven kazajo que quiere ser fisioterapeuta. Pensé que como fisiatra podría interesarte y luego... tal vez le puedas dar algún consejo».
Nikolay, que así se llama, nos habla del Centro donde trabaja, donde muchos niños son acogidos y cómo trata de hacer la rehabilitación. Me pide ayuda porque quiere aprender y añade: «Podrías supervisar nuestro trabajo. Yo tengo que volver a mi tierra dentro de dos días. Piénsalo». Acordamos que me enviaría alguna información y que hablaría con Silvia, la directora del Centro, para organizar, si es posible, mi intervención.
A finales de agosto del mismo año, Luca y yo, un fisioterapeuta con quien trabajo, salimos para Almaty. En Kazajistán, los niños diagnosticados con discapacidad tienen derecho a dos pares de zapatos al año, a algunas ayudas y a un curso de fisioterapia, pero no se les inserta en el sistema escolar o laboral, todo corre a cargo de las familias.
Durante una semana visité a niños discapacitados junto con Nikolay y otro colega suyo, ansiosos por aprender, dispuestos a la aventura a veces de una triple traducción, porque no todos hablan ruso. Hemos conocido a madres solteras, familias en serias dificultades, una pobreza que a veces es extrema, pero también una gran dignidad. Ellos han confiado plenamente y se han dejado guiar, dentro de una experiencia donde los miraban de otra manera, de la que Luca y yo solo éramos una muestra. Regresé a Italia cansada físicamente pero feliz. Me traje de vuelta los rostros de esos niños, los de sus padres, los de estos nuevos amigos, su sobrecogedora capacidad de acoger. Echando la vista atrás, no era nada obvio interrumpir las vacaciones y marcharse a un lugar desconocido donde gente desconocida nos estaba esperando, pero he podido experimentar en mi propia piel que el vínculo que nos une no es una afinidad, ni una simpatía inmediata, ni un buenismo, sino la posibilidad de vivir en el fin del mundo la misma experiencia de bien que vivo a diario aquí, en Milán.
Ahora este vínculo continúa a través de WhatsApp y videollamadas para apoyar a los dos jóvenes kazajos que se han matriculado en Fisioterapia, pero sobre todo para mantener una amistad que me acompaña y que a ellos les permite acompañar a los que van conociendo y tratando. A la espera de poder volver...
Elena Palmisano

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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