De Eugene Gendlin. Editorial Mensajero. Colección Psicología-Universidad. Bilbao, 1983, 196 páginas.
Dentro de la plétora bibliográfica con que en estos tiempos nos inunda el rápido desarrollo de la psicología, la aparición de esta obra de Gendlin -la primera en castellano de dicho autor- no debería pasar desapercibida. Gendlin es un experto bien conocido en los círculos de la terapia rogeriana (trabajó con Rogers en sus comienzos y con él publicó sus primeros trabajos) como en los de la terapia existencial- o experiencial como él la llama-. En su contribución a ambas líneas, desde su puesto de profesor e investigador de la Universidad de Chicago, destaca un doble interés que engloba tanto el campo terapéutico como el filosófico y cuya conjunción ha hecho posible esta teoría y técnica del enfoque corporal.
El proceso del Focusing tiene que ver con prestar atención no solamente a los sentimientos sino también y simultáneamente a los significados implícitos en ese tipo de sensaciones -totales y borrosas al mismo tiempo- que somatizan los problemas dentro de uno. Estamos acostumbrados a que «es importante enfrentarse con los propios sentimientos, estar con ellos». Pero la conclusión a la que llegó Gendlin y sus colaboradores es que simplemente ese enfrentarse o estar con las propias sensaciones y sentimientos puede ser un primer paso, sí, pero no produce sin más el cambio deseado. En ese sentido el proceso de Focusing representa el paso siguiente que tendríamos que dar para poder percibir en nosotros esos «pequeños pasos del cambio» hasta completar una vivencia nueva de la situación.
Lo que está detrás de todo este planteamiento es nada más y nada menos que hacernos más accesible la posibilidad de asistir a cómo organizamos nuestras relaciones, nuestra identificación de los diversos significados vitales, a la vez mental y corporalmente.
En definitiva se trata de hacer a cada uno protagonista de su propia existencia, actor de su propio proceso y realizador de su propio cambio, cambio que aparece como ineludible para cualquier tipo de progreso en el crecimiento personal.
La virtualidad de Gendlin ha sido el investigar a través de la terapia qué es aquello específico que hacían los clientes con éxito frente a aquellos que no lo lograban en la relación terapéutica. Y eso lo ha sabido elaborar pedagógicamente de forma que pueda aplicarse como técnica de autoterapia y estar así al alcance del mayor número posible de personas. Gendlin escribe con lenguaje claro y didáctico y se dirige lo mismo al profesional que al lego, aunque trate de conceptos en sí mismos complejos.
Las aplicaciones de los elementos de este enfoque corporal a ámbitos tales como la creatividad, la toma de decisiones, la educación, la espiritualidad o la medicina preventiva -entre otros- indica que su aportación va más allá del reducido círculo de los profesionales de la terapia y que estas recientes conexiones abren un campo prometedor.
Tendríamos que prevenir sin embargo al lector de posibles dificultades que encontrará tanto para comprender los conceptos fundamentales de la técnica -si no va teniendo al mismo tiempo la posibilidad de una constatación personal-, como para entender algunos de los términos de la traducción que a fuerza de querer ser literal y fiel al texto original inglés, resulta en ocasiones aisladas un tanto dura y de no fácil intelección.
En resumen, podemos alegrarnos de que Focusing esté en castellano y pueda rendir así un servicio específico a quienes -profesionales y profanos- están empeñados en áreas del crecimiento personal.
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