«La esperanza es una certeza en el futuro en virtud de una realidad presente». ¿Se puede repetir hoy una frase tan sólida sin ser considerados unos ingenuos o unos descarados? Leídas una a una estas palabras de Giussani son un rayo de luz en medio de una niebla cerrada.
Salen a nuestro encuentro al comienzo de un año que arranca agotado, cargado de incertidumbres: todo impulso vital espontáneo ha agotado su empuje, estrellado contra la segunda ola de la pandemia, amenazado por la tercera. Muchos han perdido a sus seres queridos, sin poder siquiera despedirse, otros han perdido el trabajo y algunos han acusado la insuficiencia de las cosas incluso cuando todo les va bien. En muchos países del mundo, además, la pandemia ni siquiera es la mayor prueba.
Tras un 2020 que algunos han definido como «el año de miedo negro», seguimos buscando personas que sepan sobreponerse al miedo. Cuando todo resulta confuso y parece interpretable, esta experiencia aparece de modo inconfundible: el acontecer de hechos quizás pequeños, nada llamativos, pero que nos liberan del lazo de la inseguridad. Resulta clave ver a personas en las que se reaviva el deseo, para las que «esperanza» no es una palabra que remite a un futuro incierto, sino que se asienta en una realidad presente.
En este número encontraréis historias de personas que miran al mañana con la certeza de que nada termina en la nada, no por sus propias fuerzas sino por un encuentro: desde Erik Varden, nuevo obispo en Noruega, a Mireille Yoga (en la foto de portada) y sus niños de la calle en Camerún, así como una amiga de Taipéi para quien la vida es una llamada amorosa, incluso la enfermedad; o aquellos que continúan amando a un hijo complicado o a uno mismo sin medirse. Hay quienes son generados por la compañía cristiana en las habitaciones de un hospital o en la universidad, por lo que otros se enriquecen y pueden vivir la espera de aquello para lo que estamos hechos. Por último, queríamos publicar como aportación el diálogo entre el psicoanalista Massimo Recalcati y Julián Carrón sobre los “lugares” que despiertan el yo, porque ciertas cosas no se dicen, suceden.
Todo empieza gracias al impacto con hombres comunes fuera de lo común. Con ese «grano de trigo cristiano» que se sumerge en el mundo, como escribe el gran teólogo Hans Urs von Balthasar, en el mismo pasaje del que tomamos el título de portada: «Porque para el mundo, solo es creíble el amor». Nada desafía tanto la libertad como una persona en la que se realiza lo que anhelamos.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón