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Huellas N., Junio 1983

ACTUALIDAD

El terrorismo: las razone de la "sinrazon"

Javier Restán y Nuria Sanchís

Muchas son las actitudes que el hecho del terrorismo puede provocar en nosotros. Tristemente, casi a diario, se dan en España y en todo el mundo muertes violentas, secuestros, atentados, extorsiones; y casi a diario escuchamos, de igual modo, que la solución al problema del terrorismo es policial, o por el contrario política. Pero sin entrar en esa importante polémica, nosotros nos preguntamos si la respuesta última, real y profunda no será ni la una ni la otra. Y entonces suena en nosotros la voz de aquel cristiano: "Queda una salida sólo una: hacer frente, inventar, atacar a fondo; la única que desde los orígenes de la vida haya sacudido siempre a las crisis".

La violencia política y so­cial, no es un fenómeno ni mucho menos actual, pero sí lo es lo que llamamos el terrorismo, que desde ha­ce casi dos décadas castiga metódica y sangrientamente las sociedades occi­dentales. El terrorismo es un fenóme­no mundial pero no todos los grupos se pueden incluir en un mismo saco: de ETA militar a los grupos armenios, del Sendero Luminoso peruano al IRA hay bastantes diferencias. Sin embargo, prescindiendo de los grupos palestinos y armenios que actúan en Occidente, las principales organiza­ciones rectoras del terrorismo euro­peo (IRA, Acción Directa, ETA-m, Brigadas Rojas, Primera Línea... ) compar­ten una misma matriz ideológica y sobre todo una mentalidad común, inde­pendientemente de su peculiaridad doc­trinal o nacionalista.
Los grupos terroristas euro­peos en general nacieron tras el fra­caso de la revolución del 68, que supuso el hundimiento de los ideales de la izquierda más radical. Después de ese momento sólo quedaron dos cami­nos para la izquierda revolucionaria: "el largo camino a través de las instituciones" o el camino desespera­do del terrorismo.
En el caso del IRA o de la ETA estos orígenes quedan más oscuros debido al fuerte nacionalismo crueles que les caracteriza y que les confiere unos rasgos y reivindicaciones peculiares. En realidad, aunque este nacionalismo les proporciona una especie de místi­ca patriótica, la conexión efectiva de medios y militantes y la formación ideológica común, como parece clara en la ETA, permite afirmar sin difi­cultad la unidad última de todo el terrorismo europeo.

El por qué de la negación terrorista
Si en los orígenes del fenó­meno terrorista existía un idealismo revolucionario, hoy es mucho más difí­cil descubrir ese idalismo y podemos decir que se han convertido en autén­ticos profesionales del crimen: se ha perdido el horizonte de la verdad y de lo humano. Al proclamar la nega­ción permanente y la destrucción como única actividad ética, el terrorismo es la negación más radical de los valores humanos.
El punto de partida de la negación terrorista se encuentra en el rechazo de las instituciones, para desde allí extenderse a la sociedad entera, al orden establecido, en una protesta absoluta contra la realidad vigente y una destrucción irracional de todo lo que la representa.
Los valores y sentimientos humanos se minusvaloran hasta el ex­tremo de despreciarlos; de hecho la característica más notoria de la ac­ción terrorista es la sangre fría ante la destrucción de lo humano. Aquí es donde se pone de manifiesto la contradicción de su opción: su lucha quiere ser un compromiso en favor de la humanidad, pero resulta muy difícil creer que se está reali­zando un sacrificio por el hombre cuando se le está destruyendo.
Esta respuesta violenta, i­rracional, desesperada la ha ido pre­parando la misma sociedad y su manera de vivir. Si profundizamos la verdad en el sentido del terrorismo, nos damos cuenta de que se trata de una radicalización de las mismas actitu­des que constituyen la mentalidad do­minante. Los modelos de conducta del terrorismo no están sin relación con los tipos de conducta vigentes en nuestra sociedad.
El pragmatismo, por el cual se debe llegar a cualquier precio al mayor bienestar; él consumismo, por el cual todo debe estar al alcance de nuestro deseo y todo lo que exige sacrificio es considerado irrazona­ble, son actitudes que están en la base del terrorismo: quien busca obje­tivos puramente pragmáticos, no en­cuentra barreras en la violencia; si sólo tiene valor aquello que está en función de lo que yo persigo entonces nuestra vida y la de los demás puede convertirse en objeto de desecho.
Si queremos salir de los tópicos que continuamente se manifies­tan en torno al terrorismo, debemos buscar su raíz, en la experiencia de lo absurdo que vive nuestra sociedad como fruto de una cultura materia­lista. Por eso no es menos grave que el terrorismo, la disolución silencio­sa de nuestra sociedad del bienestar a través de la droga, el alcoholismo, la insolidaridad cotidiana, etc. En el fondo de todas estas manifestaciones existe una mentalidad peculiar que es la misma que ha conducido a miembros de nuestra sociedad por el camino terrorista.

¿Qué hacer?
Desde luego la sociedad, tiene derecho a defenderse de quienes tratan de destruir su propia existen­cia, e imponer por la violencia un proyecto concreto de vida social. Por tanto la sociedad, debe articular me­didas jurídicas y policiales para im­pedir la coacción terrorista; siempre desde el respeto a la dignidad huma­na, pues no es con medios inmorales, como habremos de luchar contra la inmoralidad terrorista.
Es necesaria a todos lo ni­veles y desde todos los estamentos, grupos y personas, una afirmación ní­tida de la libertad y la vida de todos los miembros de la sociedad frente al terror y la presión del miedo.
Ambas cosas ya se hacen en casi todos los países azotados por el terrorismo, pero es insuficiente. Los problemas no se solucionan en una reacción defensiva, en una nega­ción de las causas de fondo. Nosotros creemos que con el esfuerzo continua­do de todos los hombres que buscan la verdad, hay que hacer surgir una nueva posibilidad de vida, una alter­nativa cultural a los valores de la sociedad actual. Y es aquí donde se inscribe fundamentalmente el trabajo de los cristianos, que como tales, pueden ser propuesta de un ideal de vida más grande, y testimonio de los valores plenamente humanos. Es un tra­bajo a largo plazo, difícil, prolonga­do, pero que en definitiva es la única opción realista y profunda que se puede dar.
La sociedad, aburrida en su felicidad del bienestar está esperan­do la propuesta de una vida humana que dé sentido a los deseos más pro­fundos de su corazón. La sociedad occidental ha llenado nuestros estóma­gos, pero ha dejado intacto nuestro corazón, y quizá aquí está una de las raíces más claras de la brutal protesta del terrorismo.
Estamos acostumbrados a mi­rar los acontecimientos desde fuera y no nos hemos parado a pensar dónde está el origen del hecho terrorista. Nuestro modo de vida, nuestros valo­res, los juicios que hacemos ante el mundo quizá no estén tan lejos de ese terrorismo que nos horroriza tan­to.
Por eso creemos que funda­mentalmente el terrorismo acabará co­mo consecuencia de un cambio de menta­lidad en nuestra sociedad; y en este sentido una cosa parece, desde nues­tra perspectiva, bastante clara: la nueva sociedad no se puede crear des­de la violencia sino desde la solida­ridad y la cooperación, no desde la venganza y el odio sino desde el perdón que es el gesto profundo de la misericordia que sí toca y cambia el corazón del hombre y las estructu­ras sociales.

¿Y la Iglesia?
La salvación que ha traído Jesucristo no es sólo una salvación para el más allá sino para el aquí y el ahora. El cristianismo es pro­puesta de vida mejor. El Evangelio es el anuncio de una posibilidad de existencia más plena, la posibilidad de enfrentarse con la realidad desde una perspectiva verdaderamente humana.
Por eso es claro que la fe no es un problema de pura interio­ridad sino que es afectada por la realidad cotidiana en todos sus aspec­tos. La fe tiene, pues, profunda cone­xión con la política, la sociedad, el arte, la intelectualidad, la econo­mía y toda reducción espiritualista es muy peligrosa. Del mismo modo, una fe tronchada, que redujese el sentido religioso a ideología trans­formadora del mundo sería siempre in­suficiente y nunca constituiría una verdadera respuesta para el hombre.
Ambas actitudes...

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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