Tuvo un especial éxito la transmisión del mensaje religioso en la forma preferida por el karimoyón (Uganda): el diálogo, con numerosos ejemplos oportunos, interjecciones, ruidos de aprobación o rechazo, etc. Un día hablé de la paternidad de Dios como nos la ha revelado Jesucristo.
- Papá, quisiera que me aclararas una cosa.
- Vamos a ver.
- Encuentro que vosotros, los karimoyón, amáis a Dios y lo llamáis Padre.
- Es justo.
- ¿Cómo habéis llegado a descubrir que Dios es Padre de todos los hombres?
- ¿Esto es una dificultad para ti?
- Si, padre mío.
- Bueno, pues la respuesta es sencilla, muchacho.
- Dímela, papá.
- Escucha un momento. ¿Quién te ha dado la vida?
- Dios, papà.
- Quién te da las vacas, la lluvia, las estrellas?
- Dios, padre mío.
- Pues, ¿entonces?
- No, padre mío. Eso no me basta.
- Ah; ¿no?
- No, papá.
- ¿Y qué es lo que falta?
- Pues mira, papá, tendría todavía una dificultad.
- Vamos a oírla.
- Tú dices que Dios es nuestro Padre porque nos ha creado, nos da la lluvia, la comida, las estrellas...
- Así es.
- Pues mira: ¿Y las pulgas?
- Los karimoyón detestan las pulgas de la arena porque se clavan debajo de las uñas de los pies y hacen mucho daño.
- ¿Qué?
- Pues eso. ¿Quién las ha creado?
- Dios.
- Entonces, ¿Dios es su Padre?
- No, no, muchacho. Esas son unas criaturas que no valen nada.
- Mira, papá; eso es precisamente lo que no comprendo.
- ¡¡¡
- Dios me ha creado, me da la comida, la lluvia, etc., es mi Padre; ha creado las pulgas, las da de comer, la lluvia, las estrellas y no es Padre de las pulgas.
- ¡¡¡
- Bueno - intervino otro-. Admitamos que Dios sea Padre también de las pulgas. ¿Qué tendría de malo eso?
- No tendría nada de malo, amigo; pero yo tendría otra dificultad.
- ¿Cuál?
- Mira; si Dios es Padre nuestro y Padre de las pulgas, entonces nosotros y las pulgas somos hermanos.
- ¡Ah!,¡ah!,¡ah!...; egogong ankonikou (¡qué cabeza tan buena tienes!). ¿Qué respuesta das tú a tus preguntas difíciles?
- Papá, no sientas no haberme podido dar una respuesta satisfactoria. En honor a la verdad, tampoco yo conocía ninguna hasta que conocí a esta persona, de la que vengo a hablarte, y que se llama Jesucristo.
- ¿Y qué respuesta da Jesucristo?
- Ha dicho: "Hacéis bien en llamar a Dios vuestro Padre porque de hecho lo es. Pero no tanto porque os ha creado y os da de comer, las vacas y las estrellas..., sino porque os ha hecho a su imagen y semejanza, os ha comunicado su misma vida, su sabiduría e inteligencia, su modo de ser y juzgar las cosas, su modo de amar".
En ese momento me volví. Llamé a un niño. Cogí en la mano un pequeño taburete de madera, de los que los karimoyón se hacen y llevan siempre consigo, y le dije al anciano con el que había empezado a hablar:
- Papá: este taburete es tuyo, ¿verdad?
- Si; es mío.
- Lo has hecho tú, ¿verdad?
- Sí.
- ¿Lo llamas hijo tuyo?
- ¡No!
- Y este niño, ¡lo has hecho tú?
- Si.
- ¿Lo llamas hijo a él?
- Si.
- Si, porque lo has hecho como tú. Le has dado una inteligencia y una vida como la tuya. En tanto que tu taburete es una cosa insignificante; no es tu hijo. Eso mismo pasa con las pulgas.
- Es justo...
Tomado de: MUNDO NEGRO
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