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Huellas N.11, Diciembre 2020

BREVES

La historia

«Me he enamorado»

Felice pasa por el detector de metales y salta la alarma. «Anda, profe, ¿se le ha olvidado el móvil otra vez?». Felice sonríe al vigilante de guardia en la conserjería. «Tiene razón. Es que llegaba tarde». «La de años que lleva usted viniendo aquí. Los chicos le están esperando». Mientras camina por el pasillo de la cárcel de menores, se concentra en la lección que le espera.
Faltan pocos días para el examen final del curso de operario de la construcción y conviene hacer un rápido repaso del programa. En los temas más prácticos –reconstrucciones, composición de morteros– son como leones, compiten con los que más saben; el problema llega cuando hay que aprender los temas más teóricos, como la informática o la educación cívica... Y hoy toca una de esas asignaturas.
«Chicos, esta mañana repasaremos los conceptos fundamentales de la ciudadanía activa». «No, profe, no puedes hacernos esto. ¡Esperábamos las demoliciones! Yo, por ejemplo, si me cae como tema para elegir, pensaba poner: ¡hay que usar explosivos! ¿Qué le parece?». Toda la clase se echa a reír. A Felice también se le escapa una sonrisa. «Déjalo, Francesco. Basta, no perdamos el tiempo. Empecemos con el concepto de ciudadanía. Veamos algunos ejemplos. Empiezas tú, y los demás pueden intervenir, por supuesto».
Algunos le soplan las respuestas. Mientras escucha, Felice se acerca a Carmelo, de 16 años, con un físico de boxeador y una mirada perdida en ese momento en el horizonte que se ve por la ventana. Le pone una mano en el hombro: «Carmé, ¿dónde estás? ¿Algo va mal?». El chico da un respingo, ni siquiera se había dado cuenta de la llegada del profesor. Todo el mundo lo está mirando. «No, no, nada. Es solo que...». «Dime». «¿Puedo hacerle una pregunta?». «Por supuesto». «Cuando nos morimos, ¿se acaba todo?».
Silencio. Luego, desde la segunda fila, una voz: «Existe la vida eterna». Murmullo. Carmelo esboza media sonrisa: «Jenaro, dices eso porque eres monaguillo». El chaval se levanta y se le acerca: «Sí, y tú también eres monaguillo. Pero todos sabemos que no te importa. Lo haces solo para ver a las chicas de la primera fila. También se lo dijiste al capellán». Carcajada general. Felice intenta acallar a la clase. «Callaos. Carmelo, has hecho una pregunta importante. Mira...». Se esfuerza por ver cómo encontrar una explicación que sea “aceptable” para esos chavales. Habla, habla, pero incluso a él le parecen palabras huecas. Hasta que Carmelo lo frena: «Basta. No lo entiendo. Te he hecho esta pregunta porque... Porque me he enamorado». Y la cara se le ilumina. Todo el mundo se queda en silencio. Felice también. Mira a ese grandullón y se le empañan un poco los ojos. Piensa: «Yo pretendía darles a estos chicos una explicación y tú, Señor, te haces presente. Cómo se simplifica todo así: algo hermoso sucede y solo hay que reconocerlo». En voz baja, le dice a Carmelo: «Gracias». «¿Por qué, profe?». «Te lo diré en otra ocasión».

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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