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Huellas N.11, Diciembre 2020

RUTAS

Una fuerza que alimentan muchas voces

Paola Bergamini

Cuando acaba de aparecer en las librerías españolas su novela La casa de las miradas, el libro del mes de diciembre, el escritor italiano es galardonado por su segunda novela con el prestigioso Premio Strega Juvenil. Estos meses no para de tener encuentros con jóvenes por Zoom. En esta entrevista explica qué significa «que en los otros hay siempre una posibilidad para mí». Por ejemplo, en cuatro enfermos que sufren trastornos mentales y que conoce en una clínica psiquiátrica

«La clave de mi vida son los encuentros. Y de manera especial en los últimos meses con los jóvenes con los que me conecto por Zoom». Así empieza Daniele Mencarelli, escritor de 46 años, su diálogo sobre su novela Tutto chiede salvezza (Todo pide salvación, ndt.), editado por Mondadori y ganador de la primera edición del Premio Strega Juvenil. Y además, finalista del premio literario más importante de su país, el Premio Strega. Acaba de llegar a las librerías españolas su primera novela, La casa de las miradas, publicada por Ediciones Encuentro.
Ambos son relatos de carácter autobiográfico. En el segundo, que esperamos ver pronto traducido al español, Daniele tiene veinte años y, después de un violento estallido de rabia por abuso de drogas y alcohol, que causa una crisis nerviosa a su padre, tiene que someterse a un tratamiento obligatorio de desintoxicación. Durante siete días –uno por cada capítulo del libro– convive en una sala con cinco hombres con trastornos mentales.

Empecemos por los jóvenes. ¿Qué les llama la atención en tu libro?
Los jóvenes reconocen en el protagonista dos elementos que les pertenecen, pero que el mundo adulto suele apartar o, al menos, redimensionar: la exigencia de libertad y el valor que tiene poner el corazón en lo que se vive. Daniele, el protagonista, es su coetáneo y lucha a brazo partido con su propia naturaleza, en el sentido de que no acalla ninguna de sus preguntas sobre la existencia. Y las afronta en la relación con sus compañeros de habitación, desde Gianluca, homosexual bipolar, hasta el maestro Mario, enfermo de depresión, que le habla de la belleza. Los jóvenes están rodeados de gente que pretende explicarles lo que es la vida. Creo que eso no puede ser.

¿Por qué?
Porque la vida es un misterio que nos desborda siempre. No se puede meter en ninguna explicación.

Entonces, ¿qué les dices tú?
Para empezar, que «no he entrado en vuestra vida durante una hora para venderos una moto –en este caso un libro– y ya está». Pongo mi dirección de correo electrónico para quien desee continuar este diálogo o plantear alguna pregunta. Esta disponibilidad, que va más allá de la exposición verbal, literaria, les llama la atención. Creo que es lo que dice Carrón en Un brillo en los ojos cuando se detiene en el dato de una relación concreta, de carne y hueso. No bastan las ideas y palabras. Buscas alguien que se dé por entero en una relación. Además, les cuento que yo empecé a escribir cuando, mirando a mi madre, experimenté el terror de que podía perderla. Les reto diciendo: ¿quién de vosotros no ha sentido el miedo de perder a un ser amado y no ha sufrido por ello?

¿Cómo reaccionan?
Despiertan. Todos experimentamos el terror de perder a los seres que amamos, ya sea la madre, el padre, un amigo. Ante esta angustia, tenemos dos vías de salida: resignarnos a la idea de que esta angustia es solo producto de nuestra imaginación y que con ella debemos convivir.

¿O bien?
O bien rebelarse y seguir. Mi vida ha sido una forma de rebelión ante los que pretenden que lo que amamos, antes o después, se pierda en la nada, porque de ahí nace y ahí volverá.

¿Qué salva lo que amas?
La rebelión es un movimiento dinámico, un empuje. En el momento en que “desobedeces” a las mentiras, a los lugares comunes, te ves movido por una fuerza que te proyecta hacia la realidad. Te hace correr en busca de algo que pueda salvarte, algo que se resiste a la nada. Mi vida es esta caza de la realidad humana que se resiste a la nada, que abre un resquicio a la salvación.

En el libro, la salvación se abre paso a través del rostro de cinco enfermos mentales.
Sí, porque el camino hacia la salvación no lo encuentras tú solo. Esos hombres me brindaron una certeza: los otros nos ofrecen una posibilidad. Luego yo puedo negarla conscientemente, hundiéndome en el dolor y en el alcohol. Solo cuando me encuentro más tarde con la monja del Hospital Niño Jesús, en Roma, de la que hablo en La casa de las miradas, esta posibilidad vuelve a aflorar de manera poderosa.

¿A qué posibilidad te refieres?
A que la realidad se desvele. Cada encuentro nos revela algo, siempre. En aquella sala sofocante esos hombres me revelaron que podemos encontrar en el mundo a otros hombres que no interpretan una farsa, sino que te golpean en tu naturaleza más verdadera, que te piden palabras que nazcan de lo que tú sufres, vives, amas. En el fondo, don Giussani hizo de esta revelación una semilla poética de la que surgió el movimiento.

¿En qué sentido?
Se dio cuenta de que la aventura del conocimiento de Jesucristo solo se puede hacer dentro de una relación que te inserta en una planta vital, en una vida que te genera, en una amistad. Solos no llegamos a ninguna parte. Pienso en mí, en mi encuentro con aquella monja. Podía haber sido una revelación destinada a fosilizarse, si no hubiese tenido un contexto de amistad y de diálogo continuos. Esta fuerza la alimentan muchas voces. Si pienso en algunos mensajes que he recibido, es realmente asombrosa la explosión de vida que me ha alcanzado en estos dos últimos años.

¿Por ejemplo?
Un chico me escribió: «Había caído en la dependencia del alcohol y la monja del Niño Jesús me ha dado fuerza para querer dejarlo». La revelación de la monja volvió a vivir ahí, en aquellas palabras. Otra persona en tratamiento de desintoxicación me dijo: «Conozco esos “círculos infernales” y yo también anhelo escuchar esa palabra: “salvación”».

Una gran responsabilidad para un escritor…
Para mí la escritura es un gesto primordial, un gesto que obedece. Escribo obedeciendo a una grandeza que no poseo, la he vivido y la traslado al lector, pero no es mía.



Daniele Mencarelli
La casa de las miradas
Encuentro, Madrid 2020

pp. 280 - 22 euros
(Por cada libro vendido se donará un euro a la Fundación Aladina)

Daniele es un joven poeta en profunda crisis, trastocado por una «enfermedad invisible» que le ha generado una fuerte dependencia del alcohol y ha arrastrado a su familia a habitar en un infierno. Sin embargo, la oportunidad de un trabajo en el servicio de limpieza en un hospital pediátrico de Roma abrirá una perspectiva nueva en su vida. El hospital se convertirá para Daniele en una casa particular, en la que irá encontrando miradas que le herirán y le empujarán a plantearse preguntas incómodas sobre el sufrimiento y el dolor. Pero que también le brindarán respuestas.
Con la precisión y la maestría propias del poeta, Daniele Mencarelli nos ofrece este impactante relato con tintes autobiográficos con el que transitar el portentoso camino de quien vuelve a nacer tras vivir inmerso en una espiral de soledad, abandono y oscuridad.

«La belleza absoluta y la magia de la palabra escrita están en este libro».
(Elena Giorgi, La lettrice geniale)
«Mencarelli nos enseña, como solo puede hacerlo quien ha sido golpeado por la vida, qué difícil –pero qué necesario—es escribir la alegría, describir el propio renacer».
(Davide Brullo, Il Giornale)
«Cuando un poeta se pone a escribir una novela y tiene una historia impactante que contar, el resultado es una pequeña obra maestra».
(Daria Bignardi, Vanity Fair)

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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