Los gestos más tradicionales y populares tienen que medirse con la emergencia. Desde las escuelas y asociaciones, cuatro relatos de belenes vivientes que han buscado formas nuevas. «Siguiendo las señales de la realidad, como los Reyes Magos»
Navidad es también un tiempo de gestos y tradiciones. Como los belenes vivientes o los autos sacramentales. ¿Y este año que el Covid no permite revivir en las calles el acontecimiento del nacimiento de Jesús? Hemos pedido a algunas realidades locales y escolares que nos cuenten qué significa vivir este gesto de manera esencial, es decir, como algo capaz de tocar y mover lo más íntimo de la persona, hasta el punto de generar una creatividad que toma formas inesperadas. Modalidades diferentes que nos hacen ser “nuevos pastores”, pero con el mismo estupor que aquellos que, hace dos mil años, fueron a arrodillarse delante de Jesús.
VARESE. «ALGO QUE SUCEDE DE VERDAD»
«Mientras los teatros estuvieran cerrados y no pudiera trabajar, pensé que, a diferencia de los dramas pensados para llevar a escena, la Navidad es un acontecimiento que, aunque no se represente, sigue sucediendo igualmente. De modo que este año también podía prepararme para su llegada, de una manera o de otra». Andrea Chiodi es director de escena. Trabaja con teatros estables y sus espectáculos van de gira por toda Italia. Pero hace veinte años, siendo aún estudiante, decidió dedicarse también a llevar a escena la representación sacra de la Navidad en la plaza de San Vittore, en Varese.
Una iniciativa de la asociación Scout Aggs 2 para apoyar la campaña navideña de AVSI, en colaboración con la parroquia y el ayuntamiento. Un evento con trescientos figurantes y tres mil participantes. «Pero que no podamos llevarlo a escena no significa que no cambie nada para nosotros», explica Chiodi. «El belén lo inventó san Francisco en Greccio para poder identificarse mejor, para entender que es algo que sucede de verdad. Participar en el belén, llevarlo a escena, nos ayuda a tener la misma mirada que los pastores». ¿Y este año que no se puede hacer? «Construiremos una cabaña enorme con un belén en la plaza de San Vittore, utilizando el audio de las representaciones de años anteriores. Cada grupo de niños, en la medida de lo posible, preparará una parte del belén: el bastón de san José, la estrella…, aunque sé que para ellos será lo mismo».
Sus hijos le han pedido a Chiodi hacer el belén viviente en casa, en familia. «Ahora que no puedo trabajar ni hacer este espectáculo, me doy cuenta de por qué siempre he querido volver a hacerlo. Cuando me cruzaba por el centro con amigos que iban con sus mejores galas para hacer las compras de Navidad, me preguntaba qué nos hacía estar allí mal vestidos y llenos de paja. Si no fuera por el belén, yo también estaría pensando en los regalos y en el salmón. Pero estaba allí, esperando a este Niño que viene de verdad».
BOLONIA. «NACE JESÚS Y SU HORIZONTE ES EL MUNDO»
En la puerta, una madre para a Simonetta Cesari: «Por culpa del Covid este año no habrá belén viviente, ¿qué hacemos entonces?». «Aquella pregunta tan llena de espera me hizo replantearme cuál es el “peso específico” de este gesto, para nosotros y para los niños», cuenta Simonetta, directora de “El Pelícano”, una escuela de primaria en Bolonia. «Para empezar está la dimensión coral», explica Mara, maestra de segundo. «Que nazca Jesús es un acontecimiento para todos, su horizonte es el mundo, no las cuatro paredes del aula. Es algo que los niños deben experimentar, no se puede explicar con palabras. Y eso sucedía preparando el belén viviente».
Una mañana, Paolo se levantó de la mesa y dijo a la maestra: «Emma, tengo una noticia estupenda, ¡mi mamá está esperando un bebé!». Otra niña comentó: «Los amigos de mis padres han tenido una niña. Esperemos que no tenga Covid». Todos los días los niños rezan por algún familiar enfermo o piden protección para sus padres.
El virus es una presencia sofocante. «Lo que me salva es este lugar, donde la gente mantiene vivo el deseo de mi corazón», cuenta Elena, profesora de psicomotricidad. «Lo que hace falta es un gesto que nos ayude a desviar la mirada hacia el bien». «Como la buena noticia de Paolo», continúa Emma, maestra de cuarto. «Necesitamos ver que la vida es bella, algo que salta ante nuestros ojos, y esa mañana fue evidente».
No puede ser “viviente”, pero esta Navidad sigue en marcha la idea de hacer un belén. «Hemos pensado sacar al patio todos los pupitres viejos para construir una gran base y que cada clase se encargue de una “parte”: las montañas para los que las están estudiando, Nazaret con las legiones romanas y sus casas para los que estén dado esa época histórica… Que todo vaya ligado a su experiencia», apunta Mara.
En noviembre presentaron la propuesta en el claustro docente y los profesores aceptaron entusiasmados. «No estaba en el orden del día y por tanto no se lo esperaban pero, como dijo una maestra, “hacía falta”».
RÍMINI. «¿QUÉ HARÁ SUCEDER EL SEÑOR ENTRE NOSOTROS?»
«Siempre hemos seguido los signos que el Señor nos pone delante», dice Donatella, que lleva cuarenta años dando clase en una escuela infantil, cuando le preguntamos por el belén viviente de Miramare, un barrio de Rímini. Un gesto que desde 2003 ha involucrado a profesores, alumnos y padres de varias escuelas públicas, pero también a la parroquia, a los scout, a los comercios de la zona... «Alrededor del belén se ha generado un pueblo y con algunos se mantiene la relación», explica Maria Letizia, profesora jubilada. En marzo, por ejemplo, al empezar el confinamiento, en el chat de las maestras empezaron a aparecer las homilías del Papa. Era una manera diferente de acompañarse. ¿Y este año? «No cabía duda de que había que hacer el belén. ¿Cómo? El Señor nos lo iría indicando. Yo estaba atenta y llena de curiosidad, buscando señales», continúa Donatella.
La primera señal llegó en verano, en el Meeting de Rímini. «Esta edición especial fue para mí una gran sorpresa. Me di cuenta de que obedecer a las circunstancias, que aparentemente solo suponían limitaciones, nos ayudó a profundizar en la naturaleza del Meeting, maravillándonos por cómo lo veíamos florecer de manera inesperada. Y pensé entonces que nuestro belén también tenía que atravesar esas limitaciones. ¿Quién sabe lo que el Señor hará suceder en mí y entre nosotros?», cuenta Donatella. Durante esa semana en Rímini, Letizia organizó en el atrio de la iglesia un encuentro con Mariella Carlotti, comisaria de la exposición dedicada a la Basílica de la Natividad.
Y allí surgió la idea: el belén visto por los ángeles. Poco a poco, el proyecto fue tomando forma hasta convertirse en una propuesta que presentaron a profesores y padres. Durante el Adviento, en la página web y en la televisión local diocesana se publican siete videoclips donde los ángeles van narrando la historia de la salvación: desde la creación hasta la natividad. Cada escuela se encarga de uno de ellos y lo enriquece con videos y fotos, fruto del trabajo con los niños. La última etapa de este itinerario es el nacimiento de Jesús, que podrá seguirse en directo por el canal de YouTube. «Las familias participarán desde casa, viendo el recorrido que se ha hecho en las escuelas y siguiendo el acontecer de la Navidad. Es una nueva responsabilidad que hemos pedido a los padres: la de estar ahí, con y para sus hijos, ser testigos. No queremos grabar el momento del nacimiento de Jesús, deseamos que sea un acontecimiento que tiene un día y una hora. Igual que hace dos mil años». ¿Y si las medidas de seguridad impidieran esa natividad presencial? «El Señor nos enviará otras señales y nosotros las seguiremos». Como los Reyes Magos siguiendo la estrella.
SUIZA. LLENOS DE DESEO
«Con Covid o sin Covid, dijimos, la Navidad llega igualmente. Y nosotros queremos prepararnos igualmente». Caterina es una de las madres de las escuelas “La Caravella” y “La Traccia”, en Bellinzona, en el cantón del Tesino, donde organizan desde hace años un belén viviente en la colegiata de esta ciudad suiza. La cita era el 24 de diciembre a las cuatro de la tarde, en pleno frenesí pre-navideño. Es una tradición que se remonta a los años ochenta, pero con el tiempo ha ido involucrando cada vez a más gente, convirtiéndose en una tradición de la ciudad. Un gesto sencillo en el que los alumnos representan un cuadro en vivo, acompañado de fragmentos del evangelio, meditaciones de varios autores y cantos de un coro formado por niños y padres. Imposible de realizar en tiempos de pandemia.
«Todos los años, cuando nos reunimos por primera vez para pensar qué hacer, siempre hay alguien un poco más bajo de moral al que hay que volver a motivar», cuenta Caterina. «Este año no. Todos estaban llenos de deseo, aunque no sabíamos si el belén se llegaría a hacer». Al final, la idea es crear una suerte de calendario de Adviento online, en la página web de las escuelas. Cada semana se publica un video con las fotos de los belenes vivientes que hayan realizado los niños, acompañados por un canto interpretado “a distancia”, donde cada corista envía su parte grabada. Flavia se ocupa de la “dramaturgia” y este año no ha querido renunciar a esta manera de prepararse para la Navidad. «Es un trabajo que me ayuda a no dejarme “devorar” por el frenesí de las tareas que hay que hacer». Su trabajo consiste en contar a los niños de la guardería la historia del nacimiento de Jesús, que algunos no han oído nunca. «Si no soy veraz en el relato, no me siguen. Siempre acabo cambiada por esos ojos que me miran asombrados mientras les cuento». Caterina, en cambio, se ocupa de buscar las frases que servirán para comentar los cuadros. «Me obliga a mirar las cosas con más atención para encontrar puntos siempre nuevos. Por ejemplo, he vuelto a oír las palabras de Juan Pablo II a los jóvenes en Tor Vergata: “Es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis con la felicidad”. Y así empezará el extraño belén de este año».
AVSI
Una necesidad que no se interrumpe
El mercadillo navideño de Villa Arvedi di Grezzana, a pocos kilómetros de Verona, era una de las múltiples iniciativas de apoyo a la campaña de AVSI. En este 2020 en que todo parece destinado a pararse, esta ONG se sigue moviendo para ayudar a los que lo necesitan, por todo el mundo. Tampoco se ha parado un grupo de amigas que, desde hace 25 años, se reúnen durante todo el año para realizar artículos de regalo que luego venden estos días. Delantales, manteles, mantas, centros de mesa, licores, mermeladas, belenes, adornos navideños… todo realizado a mano por esta veintena de madres, con la ayuda de sus familiares y amigos. El resultado eran miles de euros al año. ¿Y ahora? «Nunca hemos dejado de trabajar, aunque no era posible verse todas las semanas como siempre hemos hecho», cuenta Cristina Tezza. «El mercadillo no se podrá celebrar, incluso pensamos en alquilar un local vacío por un mes, aunque todo era demasiado incierto. En cualquier caso lo haremos, online, en el lugar de trabajo, con los vecinos». A pesar de las dificultades logísticas y económicas que pesan sobre estas familias, ellas no se han resignado. Algunas lograron juntarse (cuando no había confinamiento) para seguir online la presentación de la campaña de AVSI, destinada este año a Siria (Damasco y Alepo), Burundi (Buyumbura), Camerún (Yaundé), México (Oaxaca y Jalisco), Italia (Cesena, Milán, Vicenza) y la adopción a distancia en Líbano (Marjayoun, en la foto). «Escuchar las palabras de Mireille, la directora del Centro Edimar en Yaundé, Camerún, y las de Giorgio Vittadini volvió a ponernos en marcha. Es verdad. Necesitamos levantar la mirada y mirar la necesidad del mundo. Es el deseo que nos ha animado siempre, y lo que más nos interesa en estos tiempos de Covid».
Podrían haber dicho: «Bueno, nos vemos cuando acabe la pandemia». Pero no. «Nos hemos preguntado si esta situación estaba interrumpiendo nuestra necesidad al obligarnos a encerrarnos en nuestras casas y en nuestros miedos. Pero no, nuestra exigencia de ayudar a estos amigos que intentan dar una esperanza a los que no tienen esperanza se ha agudizado aún más». Una necesidad, señala Cristina, que es de los “pobres”, sí, pero también de los que desean ayudar. «Necesitamos que alguien nos muestre que se puede vivir de otra manera. Recoger dinero solo es un medio, pero nosotros deseamos que alguien “parta” y nos muestre que lo que nuestro corazón busca existe». Cristina explica que estos pensamientos nacen en ella después de años de convivir y compartir necesidades y dramas de la vida que han ido cimentando una amistad en torno a la campaña de Navidad de AVSI. «Hemos experimentado una conveniencia humana que no va ligada tanto al éxito de la iniciativa sino sobre todo a las cosas hermosas que surgen a nuestro alrededor». (lf)
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