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Huellas N.5, Mayo 2007

CULTURA - Reseña / La catedral del mar

Una época injustamente tratada

José Luis Montero

A partir de la propia experiencia se puede enjuiciar el libro de Ildefonso Falcones, que ha tenido una difusión masiva, y plantear algunas preguntas

Durante la baja médica a la que me he tenido que someter, algunos compañeros de trabajo me regalaron el libro La Catedral del Mar, del que se han vendido más de un millón de ejemplares. El libro está ambientado al final de la edad media en Barcelona y tiene cuatro partes, que denomina el autor con las palabras “Siervo de…”: la tierra, la nobleza, la pasión, o el destino. Esa fijación ya nos pone sobre aviso de una voluntad de subrayar la condición de ser siervos y, a lo largo de toda la bien contada historia, consecuentemente va proponiendo un concepto de libertad más propio de las ideas posteriores a la Revolución Francesa, expresadas tanto en la generosidad del protagonista al abolir sus privilegios como señor feudal, como mediante revueltas populares ante la mansión del señor.

Inexactitud histórica
A pesar de la elevada concentración de truculencias medievales, que suceden todas alrededor del héroe Arnau Estanyol, el autor añade algunas realidades más propias de la Edad Antigua, como es la esclavitud, que prácticamente había desaparecido desde el siglo IX y que, junto con el resto de elementos culturales clásicos, se recuperó tras el Renacimiento. Igualmente, aunque la mayor parte de las actuaciones más censurables de la Inquisición se produjeron en la Edad Moderna, y especialmente cuando el poder temporal dirigía su actuación, el autor presenta una Inquisición terrible y con inexactitudes, como por ejemplo la búsqueda del “pecado”, cuando su función fue la búsqueda de la “herejía”, o bien contradicciones como relatar la persecución dentro de la judería y afirmar luego que la Inquisición no tenía jurisdicción sobre judíos ni musulmanes, que es lo cierto. No hay que olvidar que Fernando III se opuso al establecimiento de la Inquisición en sus dominios «porque él era el rey de las tres religiones» y «en su reino no había herejes».

Hechos sin explicación
No da explicaciones que hagan comprensible por qué en la Edad Media se había adoptado el contrato feudal, de acuerdo con el cual ni el siervo ni el señor podían abandonar la tierra, ni éste despojarle de la misma; también vinculado a esta prohibición se estableció el “ius primae noctis”, que en opinión de la catedrática de historia medieval Régine Pernoud, era un derecho que nacía tras la primera noche de casado del siervo, que éste tenía que pasar obligatoriamente en su feudo, aunque se casase para vivir fuera del feudo, por la indemnización que obtenía el señor al liberar de la obligación de no abandonar las tierras. El casarse fuera del feudo era muy frecuente, pues la Iglesia era muy celosa de ir contra matrimonios entre parientes, y tras la primera noche, demostrado el matrimonio, el siervo tenía que pagar por el abandono de la tierra al señor. No debe olvidarse que en la Edad media hubo muchas épocas de fuerte descenso demográfico, y que la vinculación a la tierra provocaba un mayor parentesco en los feudos.

¿Qué les movió?
La sociedad cristiana se representa de una calidad moral ínfima –sobre todo comparada con la musulmana y la judía– y no se comprende qué causa movía a los bastaixos a levantar, con su trabajo voluntario, templos como la Catedral del Mar, en donde el protagonista veía la imagen de la Virgen sonreír.
La lectura de este libro, de enorme éxito, me ha puesto delante de lo que fue la Edad Media y de lo que es nuestra forma de vivir. Indudablemente la cuestión más opuesta es el sentido religioso, la forma en que miraban al Misterio y cómo entendían que afectaba a sus vidas. El autor no afronta el tema, salvo superficialmente en la sonrisa mariana, y casi se limita a relatar maldades truculentas en los personajes que va haciendo pasar en la novela. La edad media es una época injustamente tratada y desconocida por la sociedad actual, a pesar de ser parte de su historia y sin embargo yo creo que afrontaríamos mejor los problemas que tenemos si aprendiéramos a elevar la mirada desde la conciencia de los defectos que todos tenemos, desde la conciencia de ser pecadores, y tuviésemos claras las razones para llevar sobre nuestros hombros las piedras para construir, como los bastaixos, una catedral.

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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