Esta sí es una buena película de Pedro Olea. Igualmente bien interpretada, como las anteriores, y muy bien ambientada en esas montañas vasco-navarras, esta vez sí ofrece una historia interesante ¡Y no va de brujas!
Son muchos los temas que componen el relato: a raíz de un proceso de la Santa Inquisición en un señorío fronterizo se nos va mostrando la tradición de los montañeses vascos, la represión de la familia feudal, el fanatismo religioso, la imaginación, etc... todo enmascarado con una "apasionante" historia de amor, que en el fondo es la protagonista -antes que el verdadero culto al diablo- de la trama argumental ¡que nos aseguran está rodada en los mismos parajes donde tuvieron lugar!
Si acudes a la película, atraída por el título y la propaganda, esperando profundizar e iniciarte en temas satánicos, o descubrir en qué consistían los akelarres, saldrás decepcionado, pero habrás visto una buena película... aunque podrás estar de acuerdo o no con la actitud histórica que presentan.
Es una película para ver con ojos críticos, donde los que más pueden aportar son los historiadores... y exorcistas.
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