Historias de Cronopios y de famas
Pocket Edhase. 9a ed. 1981, Barcelona
Por segunda vez salta el hombre de Julio Cortázar a las páginas de N.T. y ha de ser ésta su segunda mención la que recoja la noticia de su muerte.
No hay tristeza, sin embargo, desde este recuerdo cálido y vivificante del que ha dejado impresionado toda su obra. Se podría
aprovechar este breve espacio para detallar la existencia pasada de un argentino parisién o para construir la abigarrada columna de sus creaciones apiladas: nada más alejado de lo que fue Cortázar, el hombre que descubrió que un reloj o una forma de saludo podían esclavizar al ser humano. Nada más injusto para quien buscó la verdad en cada reflejo de la realidad y olvidó conscientemente los planos, las fórmulas, los esquemas prefijados.
Fue uno de esos seres privilegiados que gustan igualmente del canto de un pájaro y del rugir de una cañería y que .. distinguen fuertemente la sorpresa de lo cotidiano del tedio de la rutina. Revolucionó la literatura y, como cada hombre sincero revolucionó también un poco el mundo que compartimos y los corazones de quienes lo leímos y amamos.
Ebrio de fantasía, de aquella que extrajo de su entorno que reveló nuevo bajo su sensibilidad ilusionada, escribió, hace ya veinticuatro años, "Historias de Cronopios y de Famas". Hoy es un libro universal para una ocasión universal.
Con obstinada observación, entusiasmado y crítico a la vez, usó de su característica imaginación para componer un libro pequeño a cuya experiencia no escapa nadie. Los objetos, las acciones de cada día, se nos descubren en toda su novedad, con una frescura infantil.
"Cronopios y Famas" es una excelente excusa para conocer a uno de los mejores escritores de nuestro siglo o para sorprenderse de nuevo con él porque contiene, si no el pensamiento, si la voz y la mirada del que un año después plasmaría en "Rayuela" su decisivo testimonio acerca del hombre. Asistir al canto de un Cronopios o a la filantropía de un Fama, recibir instrucciones para llorar o para matar hormigas en Roma, buscar durante años por las cañerías de la ciudad un pelo anudado o aprender qué es un posatigres es lo que ofrecer este libro de bolsillo, que sin embargo adjunta palabras como las siguientes y sirve por sí mismo de homenaje póstumo para su autor:
"Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? (...) Pero hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal ( ... ) Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las cosas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde 'las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue si vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina".
Que estas notas recojan el agradecimiento profundo de quienes sentimos nacer el rostro de Julio Cortázar a la luz de sus líneas.
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